domingo, 18 de enero de 2015

Leyenda decepcionante



Parece que estoy condenada a que las últimas partes de adaptaciones que, por lo demás, me estaban gustando se rebelen contra mis expectativas. He defendido a capa y espada las dos primeras, con sus fallitos pero con sus grandes aciertos, pero tengo que reconocer que esta película me ha dejado bastante fría. Dos horas son suficientes para que se cuente a grandes rasgos la historia desde donde se había quedado, pero en este caso no se ha aprovechado el tiempo igual de bien que en las dos primeras entregas.

Shishio es un gran villano y un gran personaje, y a mí ya me tenía conquistada después de su aparición en la película anterior; era, tal vez, lo que consideraba más complicado: conseguir un Shishio convincente. Teniendo eso, nada podía fallar, pero lo ha hecho y ha dolido.

Como película, es entretenida y tiene peleas bien rodadas y coreografiadas. La ambientación, caracterizaciones y banda sonora siguen siendo excepcionales. ¿En qué ha fallado, entonces? En el argumento y en el (escaso) desarrollo de sus muchos (¿a lo mejor excesivos?) personajes. Puedo entender muchas cosas. Puedo entender que se sacrifique a Usui y a Anji, que al personaje de Sanosuke se le resten matices porque no hay tiempo para contar la vida de todo el mundo. Podría entender, incluso, que decidieran prescindir de Aoshi; soy la mayor fan de Aoshi y estoy encantada con el actor, pero tal y como se ha quedado su historia podría haber vivido sin él o, al menos, sin sus escenas de esta película (porque su pelea con Okina en la anterior es de mis partes favoritas de la trilogía). 
Lo que no puedo entender es que Soujiro no tenga pasado; está sublimemente interpretado por Ryunosuke Kamiki y no se entiende para nada su actitud, por no mencionar que sus episodios son una de las joyas de Rurouni Kenshin. No puedo entender que Yumi muera diciendo que es una inútil y un estorbo, en vez de mostrar (y cómo de sorprendidos nos dejó a todos cuando lo hizo en el manga) su satisfacción por haber sido útil a su señor en una pelea. No entiendo que Houji sea todo lo pomposo y exagerado que debía, pero termine consumido con el barco, en vez de dejarnos ver la magnitud de su lealtad.
Habiéndome gustado mucho Hiko, el maestro de Kenshin, tampoco entiendo que, con la cantidad insana de tiempo que se otorga a narrar su entrenamiento en Kyoto, no se profundice algo más en su complicada relación. 
No entiendo, sobre todo, que consuman tranquilamente 30-40 minutos de cinta con una trama sacada de la manga (vuelta a Edo, policía pactando con Shishio, condena de Kenshin) y no podamos ver pelear a Kaoru ni a Yahiko; hasta Megumi pinta más que ellos. Yahiko es, para mí, el alma de Rurouni Kenshin, y aquí se ha quedado como anécdota, o ni eso. En las dos películas anteriores lo he dejado pasar porque esperaba que todo explotara en ésta, pero se ha quedado ahí. La saga de Kyoto (¿por qué demonios se la han llevado a Edo? La saga de Kyoto SUCEDE EN KYOTO, y es importante que sea así por todo lo que le hace recordar a Kenshin) es larga y tiene muchos personajes. Tal vez, en lugar de darnos lo que queríamos al meterlos a absolutamente todos (me apasiona que haya aparecido el Jupongatana, pero podría haber vivido sin él), deberían haber priorizado. 
Como en las anteriores, los guiños me han encantado, desde la capa de Hiko al pequeño Shinta y Sanosuke corriendo la distancia entre Kyoto y Edo. Me ha gustado mucho la batalla final (sin contar lo de Yumi), pese a ser en el barco en lugar del monte Hiei y aunque la filosofía de Shishio se haya chamuscado un poco. Takeru Sato ha hecho un trabajo mejor que nunca, y Tomoe ha seguido estando ahí.
Del conjunto de la trilogía, ahora que ha terminado y puedo juzgarla entera, me ha faltado eso: desarrollo de los personajes importantes, la relación de Kenshin y Saito, una historia mejor estructurada y organizada y, por encima de todo, la creencia fundamental que Kenshin defiende y con la que se debería haber cerrado la saga en lugar de la tontería de vivir juntos (ya vivís juntos, idiotas): ese momento en que Yahiko dice que el haber ganado demuestra que estaban en lo cierto, y Kenshin asegura que no son ellos quien deben decidir algo así, porque eso los igualaría a Shishio.
Eso, y Soujiro. Lo de Soujiro es imperdonable.

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