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domingo, 25 de junio de 2023

[Domingo de Poesía] O poeta doido, o vitral e a santa morta

Que sí, que sí. Que ya sé que hace dos años que no publico nada en esta sección. Pero aquí estamos.

Durante este curso ya prácticamente cerrado, la vida me ha situado en Nigrán (Pontevedra). Y, aunque el lugar en sí no me ha apasionado, lo que sí lo ha hecho ha sido la cercanía de Portugal y el poder escaparme cualquier día a echar la tarde en alguno de sus pueblos fronterizos. Gracias a Nigrán, también he podido volver a Oporto y descubrir otros lugares que no había visitado, como Ponte de Lima o Vila do Conde.
En este último lugar, en Vila do Conde, pasé un fin de semana dejándome sorprender por la eternidad de su acueducto y la furia de su oleaje. Y, también, descubrí a José Régio, un poeta heredero de mis adorados Pessoa y Sá-Carneiro que, como estos, me ha fascinado. 

Régio estuvo presente en todos mis recorridos por Vila do Conde y se ha ganado también la presencia permanente en mi estantería y en mi imaginario.


JOSÉ RÉGIO

Nacido en Vila do Conde (Portugal) en septiembre de 1901, Régio se licenció en Filología Latina en la Universidad de Coímbra y realizó una tesis sobre poesía moderna portuguesa en la que ponía en valor la obra de poetas que entonces aún resultaban desconocidos, como Fernando Pessoa; en 1941, esta tesis sería publicada de nuevo en una versión ampliada, bajo el título Pequena história da moderna poesia portuguesa.
En 1927, Régio fundó la revista Presença, que marcó el arranque del segundo modernismo portugués.
Trabajó como profesor, cronista en periódicos y gerente de un taller de restauración de antigüedades.
Como escritor, publicó novelas, obras de teatro y ensayos; pero destacó especialmente su obra poética, en la cual reflejó los conflictos entre la naturaleza humana y la trascendencia o la idea de Dios, la soledad del individuo en la sociedad de su época y las funciones del artista. 
Poemas de Deus e do Diabo (1925), en el que se recoge el poema que comparto en esta entrada, es su primer poemario publicado. Tras éste, vendrían otros como As encruzilhadas de Deus (1936), Fado (1941) o Filho do homem (1961). 
Régio murió de un infarto de miocardio a los 68 años, soltero y sin descendencia conocida. Lo sobrevivió su hermano, el también poeta Saúl Dias.



O POETA DOIDO, O VITRAL E A SANTA MORTA

Era uma vez um Poeta
Que vivia num Castelo,
Num Castelo abandonado,
Povoado só de medos...

- Um Castelo com portões que nunca abriam,
E outros que abriam sem ninguém os ir abrir,
E onde os ventos dominavam,
E donde os corvos saíam,
Para almoços
Que faziam
De mendigos que caíam lá nos fossos...

Havia no Castelo, ao fim dum corredor,
(Um corredor grande, grande,
Frio, frio,
Como abóbadas sonoras como poços)
Um vitral.

Era um vitral singular...

E é bem verdade que ninguém sabia
O que ele ali fazia,
ao fim daquele corredor,
Naquela parede ao fundo,
Aquele vitral baço e quase já sem cor.

Nem o Poeta o sabia...

Nem o Poeta o sabia,
Muito embora noite e dia
Meditasse
No vitral quase sem cor
Que estava pr'ali na sombra
Do fundo do corredor -
Com ar de quem aguardasse...

Quando, a meio da noite, o Poeta acordava,
Levantava-se e, até dia, delirava.
Era a hora do Medo...

E passeava, delirando, pelos longos corredores,
Descia as escadarias,
Corria as salas.

Sob os seus pés, as sombras deslizavam.
Pelos recantos, os fantasmas encolhiam-se.
E, devagar, bem devagar, no escuro,
Portões abriam-se, e fechavam-se, e gritavam sem rumor.

O Poeta só parava
Diante do tal vitral,
Ao fim do tal corredor...

E sonhava.

Sonhava que, para lá
Daqueles doirados velhos,
Daqueles roxos mordidos,
Que morriam
Sobre o fundo espesso e negro,
Havia...

Mas que haveria?

Qualquer coisa bem ao perto
Que o chamava de tão longe...!

E, mudo, ali ficava até ser dia,
Enquanto os ventos, lá fora,
Fingiam mortos a rir...
Enquanto as sombras passavam...
Enquanto os portões rodavam,
Sem ninguém os ir abrir!

Mas, um dia,
- Eis, ao menos, o que dizem -
O Poeta endoideceu.

E, fosse Deus que o chamasse
Ou o Diabo que lhe deu,
(Não sei...)

Sei que uma noite, a horas desconformes,
O Doido alevantou-se nu e lívido,
Com os cabelos soltos e revoltos,
A boca imóvel como as das estátuas,
Os olhos fixos, sonâmbulos, enormes...

Pegou do archote,
Desceu, escada a escada, a muda escadaria,
Seguiu pelo corredor.

Em derredor,
As sombras doidas esvoaçavam contra os muros.
Lá muito longe, o vento era um gemido que morria...

Ao fim do tal corredor,
Havia
O tal vitral.

E, de golpe,
Como dum voo em linha recta,
O Poeta-Doido ergueu-se contra ele,
Direito como uma seta...

A cabeça ficou dentro,
O corpo ficou de fora...

E os verdes, os lilases, os vermelhos da vidraça
Laivaram-se de sangue que manava,
E que fazia,
Nas lájeas do corredor,
Um rio que não secava...

Mas, no instante em que morria,
Abrindo os olhos,
- Olhos de tentação divina e demoníaca -
O Poeta pôde ver

.... E viu:

Viu que, por trás do vitral baço, havia
Um nicho feito no muro.
Dentro, iluminando o escuro,
De pé sobre tesoiros e tesoiros,
Estava
Certo cadáver duma Santa
Que fora embalsamada há muitos séculos...

E a Santa, que o esperava,
Despertou,
E, sorrindo-lhe e curvando-se, beijou
A cabeça degolada.



EL POETA LOCO, LA VIDRIERA Y LA SANTA MUERTA (traducción cutremente realizada por una servidora)

Había una vez un poeta
que vivía en un castillo, 
en un castillo abandonado
poblado sólo de miedos...

-Un castillo con portones que no se abrían nunca
y otros que se abrían sin que los abriera nadie,
y donde los vientos gobernaban,
y donde los cuervos salían,
a almuerzos
que hacían
de mendigos caídos allá en los fosos...

Había en el castillo, al final de un corredor,
(un corredor grande, grande,
frío, frío,
con bóvedas que resonaban como pozos)
una vidriera.

Era una vidriera singular...

Y bien es verdad que nadie sabía
lo que él allí hacía,
al final de aquel corredor,
en aquella pared del fondo,
aquella vidriera oscura y ya casi sin color.

Ni el poeta lo sabía...

Ni el poeta lo sabía,
por más que noche y día
meditase
ante la vidriera casi sin color
que estaba allí, en la oscuridad
al final del corredor
-Como quien está esperando...

Cuando, en mitad de la noche, el poeta despertaba,
se levantaba y, hasta el día, deliraba.
Era la hora del miedo...

Y paseaba, delirando, por los largos corredores,
bajaba las escaleras,
recorría las estancias.

Bajo sus pies, las sombras se deslizaban
por los resquicios, los fantasmas se encogían.
Y despacio, muy despacio, en la oscuridad,
los portones se abrían y se cerraban y giraban sin rumor.

El poeta sólo paraba
delante de aquella vidriera
al final de aquel corredor...

Y soñaba.

Soñaba que, más allá
de aquellos dorados viejos,
de aquellos rojos mordidos
que morían
sobre el fondo espeso y negro,
había...
Pero, ¿qué habría?

Cualquier cosa muy cercana
que llamaba desde lejos...

Y, mudo, allí se quedaba hasta que se hacía de día,
mientras el viento, allá fuera,
fingía la risa de un muerto...
Mientras las sombras pasaban,
mientras los portones rodaban
sin que nadie los fuera a abrir.

Pero un día
-O, al menos, eso dicen-
el poeta enloqueció.

Fuera Dios quien lo llamaba 
o el Diablo el que lo poseía,
(No sé...)

sé que una noche, a horas intempestivas,
el loco se levantó desnudo y lívido,
con cabellos sueltos y revueltos,
la boca inmóvil como la de una estatua,
los ojos fijos, sonámbulos, enormes...

Cogió la antorcha,
bajó, peldaño a peldaño, la muda escalera,
siguió por el corredor.

Alrededor,
las sombras locas se arrojaban contra los muros.
Allá, a lo lejos, el viento era un gemido agonizante...

Al final de aquel corredor
estaba 
aquella vidriera.
Y, de golpe, 
como en un vuelo en línea recta,
el poeta loco se arrojó contra ella, 
directo como una flecha.

La cabeza quedó dentro,
el cuerpo quedó fuera...

Y los verdes, los lilas, los rojos de la vidriera
se tiñeron de la sangre que manaba,
y que hacía,
en las losas del corredor,
un río que no se secaba...

Pero, en el instante en que moría,
abriendo los ojos,
-Ojos de tentación divina y demoníaca-
el poeta pudo ver

... y vio:

Vio que, por detrás de la vidriera oscura, había
un nicho incrustado en el muro.
Dentro, iluminando la oscuridad,
de pie sobre cientos de tesoros,
estaba
el cadáver de cierta santa
que fuera embalsamada hacía muchos siglos...

Y la santa, que lo esperaba,
despertó,
y, sonriendo y agachándose, besó
la cabeza degollada.




¡Feliz domingo!

domingo, 4 de julio de 2021

[Domingo de Poesía] Detenme si ya has oído esto antes

Podría inaugurar todo un apartado dedicado a esos poetas que he descubierto gracias a Pinterest. Como tengo un tablero donde guardo poemas, el algoritmo me sugiere continuamente contenidos similares y a raíz de eso he descubierto algunos nombres que hoy amo (un ejemplo claro es Sharon Olds). 

A Kaveh Akbar llegué a través de un par de poemas que me impresionaron mucho y a día de hoy estoy a medio leer su libro debut y me fascina cada página que voy pasando. 

Os cuento cosas:


KAVEH AKBAR



Nacido en Teherán en 1989, es un autor irano-estadounidense afincado en América. Ganador del premio Pushcart Prize en 2017 y 2018, ha publicado poemas en medios de la talla de The New Yorker o The New York Times.
Se formó en literatura y en escritura en la Butler University y la Purdue University de Indianapolis. Actualmente, trabaja en Warren Wilson College, una universidad de artes liberales.
Es miembro fundador de la web Divedapper.com, dedicada a publicitar la poesía estadounidense actual, y en 2020 fue nombrado editor de la sección poética de The Nation.
Hasta la fecha, sus obras publicadas son Calling a wolf a wolf (2017) y Portrait of the alcoholic (2017). Se espera una nueva en 2021.



STOP ME IF YOU'VE HEARD THIS ONE BEFORE

I can’t even remember my own name, I who remember
so much-football scores, magic tricks, deep love
so close to God it was practically religous.

When you fall asleep in that sort of love you
wake up with bruises on your neck. I don’t
have drunks, sirs, I have adventures. Every day
my body follows me around

asking for things. I try to think louder, try
to be brilliant, wildly brilliant (and naked
though I can never be naked enough). We all want

the same thing (to walk in sincere wonder,
like the first man to hear a parrot speak) but we live
on an enormous flatness floating between

two ocean. Sometimes you just have to leave
whatever’s real to you, you have to clomp
through fields and kick the caps off

all the toadstools. Sometimes
you have to march all the way to Galilee
or the literal foot of God himself before you realize

you’ve already passed the place where
you were suppposed ot die. I can no longer remember
the being afraid, only that it came to an end.



DETENME SI YA HAS OÍDO ESTO ANTES (Alerta por traducción cutre)

Ni siquiera recuerdo mi propio nombre, yo que recuerdo
tantas cosas: resultados de fútbol, trucos de magia, amor profundo
tan cercano a Dios que era prácticamente religioso.

Cuando te quedas dormido en ese tipo de amor, te
despiertas con moretones en el cuello. No
tengo borracheras, señores, tengo aventuras. Cada día
mi cuerpo viene detrás de mí

y me pregunta cosas. Intento pensar más alto, intento
ser brillante, salvajemente brillante (y desnudarme
aunque nunca podré estar lo suficientemente desnudo). Todos queremos

lo mismo (caminar con honesta fascinación,
como el primer hombre que escuchó hablar a un loro) pero vivimos
en un enorme hastío que flota entre

dos océanos. A veces simplemente tienes que abandonar
aquello que es real para ti, tienes que pisar fuerte
campo a través y arrancarles de una patada los gorros

a las setas. A veces
debes marchar hasta Galilea
o hasta el verdadero pie del mismísimo Dios para entender

que ya has pasado por el sitio donde
vas a morir.  Ya no puedo recordar
cómo era tener miedo, sólo que terminó.

domingo, 11 de abril de 2021

[Domingo de Poesía] El Paseo


Venía yo muy animada a presentaros a Eeva-Liisa Manner y me he encontrado que ya le había dedicado un Domingo de Poesía hace tres años.

A Manner la conocí gracias a #AdoptaUnaAutora, en 2017. Cuando me sumé a la iniciativa para publicitar el trabajo de escritoras, mi elección automática fue Emmi Itäranta, autora de una novela que había vuelto conmigo de Finlandia y me había fascinado. Emmi me condeció una entrevista en la que mencionó a Manner entre sus principales influencias.

Eeva-Liisa Manner puede no ser un nombre conocido en el mundo hispano, pero es una de las grandes figuras de la poesía finlandesa. A día de hoy, a diferencia de cuando la mencioné por primera vez en mi Domingo de Poesía de 2018, ya he leído, además de una excelente selección de poemas (Bright, Dusky, Bright; editado por Waterloo Press en 2009 y traducido por Emily Jeremiah), su novela Girl on Heaven's Pier

En vez de reincidir en las pinceladas biográficas, os remito a mi anterior entrada sobre ella si queréis un poquito de contexto: aquí.

En este caso, me han empujado a volver a mentarla una serie de poemas bellísimos incluidos en su libro Inscribed Stone (1966). Creo que es a partir de la segunda mitad de los 60 cuando su poesía encuentra un terreno más firme para expresar sus temas existenciales favoritos: la naturaleza, la soledad, la pérdida, el olvido. A partir de esta parte, aparecen en Bright, Dusky, Bright los mejores poemas de toda la colección, poderosos y delicados. 

Os traigo mi traducción cutre y tosca (traduzco de la versión en inglés, obviamente) de uno de los que más me han gustado: The Walk.


El Paseo

Aquel año, la primavera llegó muy tarde
Recorrimos senderos duros que devolvían nuestro eco
Los árboles se iban girando hacia la noche

Los árboles, la Tierra, el día y todos los signos de vida
En algún lugar aún quedaba luz, ¿o era nieve?
Dijimos todo tipo de cosas y yo

te mostré mi corazón,
incluida la habitación en la que nunca había entrado nadie
Sentí una melancolía solemne

Aún no habían brotado las hojas
Protuberancias embriónicas, un enorme árbol vacío
y sólo un pájaro repetía su idea carente de música

Nos separamos, y seguí caminando dentro de ese árbol
a través de la amplia y silenciosa aldea del sueño,
                                      y de algún lugar surgió la nieve,
y el pájaro prosiguió con su estribillo, y aún sigue cantándolo

domingo, 31 de enero de 2021

[Domingo de Poesía] (Sin título)

Por qué no. Por qué no empezar 2021 con versos sin título. Por qué todo tiene que tener un nombre. Por qué no vamos a hacer las cosas tal y como nos sale de dentro.

El otro día vi a María José Llergo (una chica cuyas canciones escuchaba desde hace tiempo, pero a la que apenas ponía cara) hablar en Late Motiv con una sabiduría difícil de asociar a una persona de veintisiete años y me puse a buscar entrevistas. Entre otras cosas, leí esta cita con la que me sentí identificada y que me pienso tatuar en la memoria por si alguna vez tengo que dar explicaciones:

"Cuando compones no puedes estar pensando en un estilo, la música te lleva a los lugares más sinceros de ti mismo. Por eso, volviendo a las etiquetas, creo que estas solo tienen un sentido mercantil, nos arrebatan la capacidad de sentir y nos hacen más vendibles. Solo toman una perspectiva muy parcial de lo que somos. Al final nos llaman jóvenes, millenials... pero somos productos. Con los estilos musicales también pasa muchísimo. Yo siempre digo que cuando el ser humano no entiende algo porque es mucho más profundo que él, lo que hace es etiquetarlo para poder comprenderlo. Por eso las etiquetas son tan mediocres". (Fuente).


Así que ahí vamos. Con lo que quiera salir en este momento en que casi no tengo capacidad de dar. Veo entumecida de igual manera la de recibir, por lo que me contento con lo que mi mente me permita filtrar. (Yo creo que en el fondo soy capaz de llegar a 2022, pero está por verse).

Poesía sin título, poesía casi haiku, poesía profundamente finlandesa que me está devolviendo al mundo estos días. Sirkka Turkka y su costumbrismo ecléctico. Sin más.


SIRKKA TURKKA

Nace y crece en Munkkiniemi (Helsinki). Se licencia en Bellas Artes en la Universidad de Helsinki. Trabaja durante unos años como profesora y bibliotecaria y, a los treinta y cuatro o treinta y cinco, comienza a escribir poesía. Publica su primer libro, Habitación en el espacio, en 1973. 
Escribe sobre la naturaleza, los animales y la cotidianeidad humana, con un estilo parco pero evocador y lleno de imágenes, muchas de ellas extraídas de la cultura pop y del refranero. 
En 1986 recibe el Premio Finlandia y en 2000 recibe el Premio Eino Leino a toda su trayectoria.
Vive rodeada de animales, a quienes aprecia más que a las personas.


(SIN TÍTULO)

Cuando los árboles se cansan, las hojas,
            el parque se mete en sí mismo, sin luz,
la oscuridad se acerca
                        como el hambre.
            Me apoyo en el tronco
pienso en un fragmento de poema en mis dudas
            en ti
cómo podría yo darte
            mi ternura en una caja
      y además qué significa eso.
Pero tú estás detrás de las cortinas
                                   en otra ciudad,
                        parten los trenes el viento reúne las hojas
                                   y yo aquí
                        comienzo a mezclarme en la nevada,
                                   a ser impresionista.



Buen domingo.

domingo, 15 de marzo de 2020

[Domingo de Poesía] ¡Oh, aliento! ¡Tú, invisible poema!

En este domingo de confinamiento, de escuchar las voces sabias, los versos fluyen solos y se imponen solos. 
Hay poetas que no necesitan presentación porque han trascendido y serán siempre cruciales para entender la poesía. Hoy le toca a uno de ellos, un constante en mi vida cambiante.

RAINER MARIA RILKE

Hablar de Rilke es hablar de pasión, de vocación feroz, de creación de un universo propio al margen del mundo real que detestaba.
Nació en Praga en 1875, hijo de matrimonio obrero que se separó cuando él tenía nueve años. Sophie, su madre (de origen judío), le obligaba a vestirse de niña tras haber perdido una hija. La relación que tenía con ambos progenitores era mala y por ello, cuando se mudó a Múnich para estudiar, modificó su primer nombre -René- por Rainer. Siempre consideró haber vivido una infancia triste.
En Alemania empezó a publicar sus primeros trabajos y a establecer algunas de las relaciones más importantes de su vida, como lo sería el romance con Lou Andreas-Salomé, escritora y discípula de Sigmund Freud; ella fue la musa eterna de Rilke, amiga después de amante y confidente hasta la muerte. Su vida empezaba a configurarse en el sendero que tomaría de forma continua: nomadismo, poesía y la ayuda económica de no pocas benefactoras. Con una llegó a casarse para descubrir que aquella vida no era para él.
Residió en París y viajó incansablemente por Italia, Rusia, Dinamarca, Suecia y Bélgica, entre otros. Sus posesiones en la capital francesa le fueron requisadas al estallar la Primera Guerra Mundial, que lo encontró de paso en Alemania. Aunque fue llamado a filas por el ejército austrohúngaro, consiguió librarse y duró poco tiempo en las trincheras.
La guerra lo había desgastado y decidió buscar refugio en Suiza, pasando por distintas residencias y terminando instalado en el castillo de Muzot, en Valais. A su relación con Marie Von Thurn Und Taxis, la anfitriona que lo había acogido, debe Rilke parte de la genialidad de su obra cumbre, Elegías de Duino. Sus versos se revelaban existenciales e intimistas. 
Enfermo de leucemia, pasó los últimos años entre París y Suiza sin dejar de escribir. Murió en 1926 habiendo compuesto su propio epitafio:

Rosa, oh contradicción pura en el deleite
de ser el sueño de nadie bajo tantos
párpados.

Sus obras poéticas más reconocidas son: Coronado de sueños (1897), El libro del peregrinaje (1901), Elegías de Duino (1923) y Sonetos a Orfeo (1923). En prosa destacan sus Cartas a un joven poeta


¡OH, ALIENTO! ¡TÚ, INVISIBLE POEMA!

¡Oh, aliento! ¡Tú, invisible poema!
Puro trueque jamás interrumpido
del propio ser y el espacio del mundo.
Equilibrio en el que rítmicamente me sucedo.

Onda única del mar
que paulatinamente soy;
tú, el más rico en reservas de los mares
posibles, pura ganancia de espacio.

Cuántos de estos puntos de los espacios
estuvieron ya interiormente en mí.
Algunos vientos son como hijos míos.

¿Me reconoces tú, aire, lleno aún de lugares
en otro tiempo míos? Tú, una vez, lisa corteza,
redondez y hoja de mis palabras.



¡Sed felices y quedaos en casa!

domingo, 9 de junio de 2019

[Domingo de Poesía] Por qué me hizo mi madre

En mi permanente búsqueda de nuevas obsesiones, a veces me salgo con la mía al toparme de bruces con una de esas voces que no vuelven a salir de la cabeza de uno. Voces que se imponen como el trueno en su despliegue de desnudez.
Y, de esta manera, me encuentro a los pies de una poeta que desgrana al ser humano como quien lo hace con una vaina de guisantes. Agárrense.


SHARON OLDS

Fotografía tomada de https://www.readitforward.com.

En 1942 nace Sharon Olds en San Francisco (Estados Unidos), aunque el grueso de su crianza tendrá lugar en Berkeley. De familia calvinista, se enfrentó desde niña a los continuos maltratos de un padre alcohólico y a la censura y aislamiento marcados por su religión.
Interna en un centro para chicas de Massachusetts durante la adolescencia, entró en contacto con la poesía y leyó asiduamente los trabajos de William Shakespeare, Walt Whitman y Emily Dickinson, entre otros; por esta época ya escribía.
Estudió Literatura en las universidades de Stanford y Columbia, tras lo cual empezaría a desvincularse de las formalidades poéticas y componer versos de forma libre. Autores como Sylvia Plath, Anne Sexton o Galway Kinnell marcaron su renacer como poeta, e inspirada por ellos Olds fue capaz de transformar en palabras algunos de los temas que más la habían marcado: la infancia, la familia, la sexualidad, el abuso... 
Casada y con dos hijos, no consiguió publicar su primer volumen hasta 1980 y tras haber recibido muchas negativas; esta obra se titulaba Satan Says. A partir de ahí llegarían el reconocimiento y nuevas publicaciones, algunas de las cuales son: The Dead and the Living (1983), The Matter of this World (1987), The Father (1992), One Secret Thing (2008) y Stag's Leap (2012). Este último trabajo, que habla sobre el divorcio de su esposo, la hizo ganadora de los premios Pulitzer y T.S. Eliot.
La crítica siempre ha alabado la capacidad de Olds para relacionar temas muy duros y personales de forma explícita y honesta, llevándolos a lo universal.
Actualmente es profesora en la New York University.


POR QUÉ ME HIZO MI MADRE

Maybe I am what she always wanted,
my father as a woman,
maybe I am what she wanted to be
when she first saw him, tall and smart,
standing there in the college yard with the
hard male light of 1937
shining on his slicked hair. She wanted that
power. She wanted that size. She pulled and
pulled through him as if he were silky
bourbon taffy, she pulled and pulled and
pulled through his body till she drew me out,
sticky and gleaming, her life after her life.
Maybe I am the way I am
because she wanted exactly that,
wanted there to be a woman
a lot like her, but who would not hold back, so she
pressed herself, hard, against him,
pressed and pressed the clear soft
ball of herself like a stick of beaten cream
against his stained sour steel grater
until I came out the other side of his body,
a tall woman, stained, sour, sharp,
but with milk at the center of my nature.
I lie here now as I once lay
in the crook of her arm, her creature,
and I feel her looking down into me the way
the maker of a sword gazes at his face
in the steel of the blade.


Puede que sea lo que ella siempre quiso,
mi padre en mujer,
puede que sea lo que ella quería ser
cuando lo vio, alto y bien puesto,
allí de pie en el patio de la facultad con esa
dura luz de macho de 1937
brillando en su pelo engominado. Quería ese
poder. Quería ese tamaño. Tiró y 
tiró de él como si fuera un chicle 
de bourbon, tiró y tiró y
tiró de su cuerpo hasta que me sacó,
brillante y pegajosa, su vida tras su vida.
Tal vez sea como soy
porque es lo que ella quería,
quería que hubiera una mujer
que se le pareciera mucho, pero que no se contuviera, así que
se apretó fuerte contra él,
se apretó y apretó la pelota suave
de sí misma como si fuera crema batida
contra el agrio rallador manchado de él
hasta que yo salí del otro lado de su cuerpo,
una mujer alta, manchada, agria, afilada,
pero con leche en el centro de mi naturaleza.
Estoy aquí tumbada como una vez lo estuve
en su regazo, su criatura,
y la siento mirarme fijamente como
el creador de una espada contempla su propio rostro
reflejado en el acero de la hoja.


Cruda y fascinante. Una de esas voces que lastiman, desvisten y se quedan para siempre.

domingo, 10 de marzo de 2019

[Domingo de Poesía] Habitar

Se imponía un regreso a esta sección, y llega de la mano de una autora de la que no sabía nada hasta hace un par de días. Rocío Cerón es una de esas voces frescas en su autenticidad, de las que se abren y te abren y te llevan a otro sitio.


ROCÍO CERÓN

Nacida en la Ciudad de México en 1972, es una de las poetas más representativas de su generación.
Se licenció en Historia del Arte y realizó diplomaturas en Filosofía y Arte, así como en Escritura. 
En su extensa carrera como editora, ha sido responsable de Trilce Ediciones, Cubo Editorial, Ediciones El Billar de Lucrecia y Cielo Abierto, entre otras.
Conocida por integrar la poesía en conjuntos artísticos en los que se incluyen la performance y la música, cofundó el Motín Poeta, colaborando en discos de música electrónica y poesía. 
Sus acciones poéticas han sido presentadas internacionalmente en lugares tan importantes como el Centro Pompidou de París, el Cabaret Voltaire de Tübingen o el Centro de Poesía José Hierro de Getafe.
Algunos de los premios que ha recibido incluyen el Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen (2000) y el See America Traver Writer Award (2005).
Sus principales poemarios son: Basalto (2002), Imperio (2008), El ocre de la tierra (2011) y Diorama (2013).


HABITAR (fragmento)

No pesa ni el óxido habitual del silencio
ni el cautiverio asignado del levente
            ni siquiera la imposibilidad de residir en la ausencia de un designio.

No pesan ni la lengua ni la costumbre
            ni la prisión amada (incepto tantummodo opus est) de los sueños.

No pesan la luz ni el invierno    ni la distancia creada por el olvido
            pesan las horas    la horca del instante.

Pesa el rumor de los pájaros que hablan del relámpago que cae puro    encorvado   
            en tierra (incepto tantummodo opus est).
.
Pesa la palabra creada para designar el muro
           pesa el dormitorio donde se trascienden la letanía y llanto de un hombre.

Pesa el que se oculta —el habitante— el sumergido en frío    el abandonado por la profecía
           el que trabaja el rostro para darse nombre.

Pesa la inmersión    la bajada a tropiezos
para hallar la misericordia del estiércol    la rendición del orgullo que deviene piedad     
          destino.


¡Feliz domingo!

domingo, 9 de diciembre de 2018

[Domingo de Poesía] Mujeres

Hay libros que te reclaman. Que te dicen que debes leerlos. Que te obligan a que te los lleves.
Paseaba hace un mes por Fnac A Coruña, buscando algo para regalar, cuando decidí dejarme caer por la zona de poesía y entró en mi campo de visión la antología Otromundo, de Juan Gelman, editada por el Fondo de Cultura Económica (mi hermana se cachondea de mí porque dice que no conoce a nadie que tenga tantos libros de esta editorial). No conocía de nada al autor y ni siquiera necesité abrir el volumen para que algo en mí gritara que no lo podía dejar allí.


JUAN GELMAN

Fotografía de José Ramón Vega, extraída de https://tamtampress.es.
Hijo de una pareja judía procedente de Ucrania, Juan Gelman nació en 1930 en Buenos Aires. Aficionado desde siempre al fútbol y a la lectura, comenzó a escribir poemas a la tierna edad de ocho años y publicó sus primeros versos con tan sólo once.
Mostró inquietudes políticas desde muy joven y formó parte de la Federación Juvenil Comunista, así como de grupos literarios apoyados en la misma ideología.
Fue encarcelado por pertenecer al Partido Comunista, aunque posteriormente se desvincularía de él y se mostraría más partidario de otras tendencias.
A finales de los 60, se unió a los Montoneros, movimiento armado en contra de la dictadura. El golpe de estado del 76 lo encontró en Italia, llevando a cabo una misión, por lo que permanecería un tiempo exiliado y realizando publicaciones en diarios de distintos países y traducciones para la UNESCO. Su labor fue clave para que el resto del mundo entendiera lo que estaba sucediendo en Argentina.
Se mantuvo fuera de su país hasta que prescribieron las órdenes de captura que mantenía hacia él el nuevo régimen, y finalmente fue indultado en 1989, cuando ya residía en México. 
Esta vida convulsa, así como los secuestros y asesinatos de su hijo y su nuera, marcarían completamente una poesía muy enraizada en la realidad social y política en la que se gestó. Pese a todo, hablamos de versos intimistas y casi metafísicos que exploran la naturaleza humana y las miserias de la guerra.
De las letras de Juan Gelman dijo Cortázar que acaso lo más admirable en su poesía es su casi impensable ternura allí donde más se justificaría el paroxismo del rechazo y la denuncia, su invocación de tantas sombras desde una voz que sosiega y arrulla, una permanente caricia de palabras sobre tumbas ignotas.
Algunas de sus obras más destacables son: Gotán (1962), Los poemas de Sidney West (1969), Hacia el Sur (1982), País que fue será (2004) y Bajo la lluvia ajena (2009).
Ha recibido premios tales como el Premio Nacional de Poesía de Argentina en 1997, el Premio Pablo Neruda en 2004 y el Premio Cervantes en 2007.
Falleció en la Ciudad de México en 2014.


MUJERES

decir que esa mujer era dos mujeres es decir poquito debía tener unas 12397 
mujeres en su mujer era difícil saber con quién trataba uno en ese pueblo de mujeres  ejemplo: 

yacíamos en un lecho de amor 
ella era un alba de algas fosforescentes  
cuando la fui a abrazar se convirtió en singapur llena de perros que aullaban

recuerdo cuando se apareció envuelta en rosas de agadir
parecía una constelación en la tierra 
parecía que la cruz del sur había bajado a la tierra 
esa mujer brillaba como la luna de su voz derecha 

como el sol que se ponía en su voz 
en las rosas estaban escritos todos los nombres de esa mujer menos uno 
y cuando se dio vuelta 
su nuca era el plan económico 
tenía miles de cifras y la balanza de muertes favorables a la                                                                        dictadura militar 
nunca sabía uno adónde iba a parar esa mujer  
yo estaba ligeramente desconcertado 
una noche le golpié el hombro para ver con quién era y vi en sus
                                                                         ojos desiertos un camello 

a veces
esa mujer era la banda municipal de mi pueblo  
tocaba dulces valses hasta que el trombón empezaba a desafinar
y los demás desafinaban con él 
esa mujer tenía la memoria desafinada 

usté podía amarla hasta el delirio 
hacerle crecer días del sexo tembloroso 
hacerla volar como pajarito de sábana 
al día siguiente se despertaba hablando de malevich 

la memoria le andaba como un reloj con rabia 
a las tres de la tarde se acordaba del mulo que le pateó la infancia una noche del ser 
                                                                                                                   ellaba mucho esa mujer y 
la devoraron todos los fantasmas que pudo alimentar con sus miles de mujeres 
y era una banda municipal desafinada 
yéndose por las sombras de la placita de mi pueblo 

yo  compañeros  una noche como ésta que nos empapan los rostros que a lo mejor morimos 
monté en el camellito que esperaba en sus ojos y me fui de las costas tibias de esa mujer 

callado como un niño bajo los gordos buitres que me comen de todo   menos el pensamiento de cuando ella se unía como un ramo de dulzura y lo tiraba en la tarde



Tengo confianza plena en aquellas cosas que me reclaman. Descubrir a Juan Gelman ha sido un auténtico regalo y ya no puedo desvincularme de su verdad, de su intensidad, de ese sufrimiento que es como un abrigo.

¡Tened un buen domingo!