domingo, 10 de marzo de 2019

[Domingo de Poesía] Habitar

Se imponía un regreso a esta sección, y llega de la mano de una autora de la que no sabía nada hasta hace un par de días. Rocío Cerón es una de esas voces frescas en su autenticidad, de las que se abren y te abren y te llevan a otro sitio.


ROCÍO CERÓN

Nacida en la Ciudad de México en 1972, es una de las poetas más representativas de su generación.
Se licenció en Historia del Arte y realizó diplomaturas en Filosofía y Arte, así como en Escritura. 
En su extensa carrera como editora, ha sido responsable de Trilce Ediciones, Cubo Editorial, Ediciones El Billar de Lucrecia y Cielo Abierto, entre otras.
Conocida por integrar la poesía en conjuntos artísticos en los que se incluyen la performance y la música, cofundó el Motín Poeta, colaborando en discos de música electrónica y poesía. 
Sus acciones poéticas han sido presentadas internacionalmente en lugares tan importantes como el Centro Pompidou de París, el Cabaret Voltaire de Tübingen o el Centro de Poesía José Hierro de Getafe.
Algunos de los premios que ha recibido incluyen el Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen (2000) y el See America Traver Writer Award (2005).
Sus principales poemarios son: Basalto (2002), Imperio (2008), El ocre de la tierra (2011) y Diorama (2013).


HABITAR (fragmento)

No pesa ni el óxido habitual del silencio
ni el cautiverio asignado del levente
            ni siquiera la imposibilidad de residir en la ausencia de un designio.

No pesan ni la lengua ni la costumbre
            ni la prisión amada (incepto tantummodo opus est) de los sueños.

No pesan la luz ni el invierno    ni la distancia creada por el olvido
            pesan las horas    la horca del instante.

Pesa el rumor de los pájaros que hablan del relámpago que cae puro    encorvado   
            en tierra (incepto tantummodo opus est).
.
Pesa la palabra creada para designar el muro
           pesa el dormitorio donde se trascienden la letanía y llanto de un hombre.

Pesa el que se oculta —el habitante— el sumergido en frío    el abandonado por la profecía
           el que trabaja el rostro para darse nombre.

Pesa la inmersión    la bajada a tropiezos
para hallar la misericordia del estiércol    la rendición del orgullo que deviene piedad     
          destino.


¡Feliz domingo!

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