martes, 28 de diciembre de 2010

Adiós, 2010

Con el paso de un año al siguiente llega el momento de hacer balance y, aunque yo me guío más por los cursos académicos que por lo que el calendario indica y mi año particular ha comenzado en septiembre, lo cierto es que considero necesario ver lo que ha dado de sí 2010 para ser más analítica y no hundirme en el presente.

A nivel personal, 2010 ha supuesto para mí el cierre de una etapa, un punto y aparte en mi vida. Me ha aportado seguridad en mí misma y confianza en algunos ámbitos, así como grandes incertidumbres en otros. Cuando se cierra una puerta se abren otras nuevas, y nunca sabemos qué encontraremos más allá. Pero la carrera era una puerta que necesitaba cerrar, y haberla finalizado con éxito ha sido para mí un logro y desde luego una satisfacción. Me ha permitido no sólo sentir la recompensa de todo el esfuerzo realizado, sino también enterrar algunos rencores que nunca han valido la pena y darme cuenta de que hay personas que nunca van a estar ahí más que para lo que les conviene. Me he sentido mal al tener que dejar de llamar amigo a alguien, pero no quiero vivir engañada.
Ha sido el año de Lost, el broche de oro para una serie que me ha marcado por completo y que jamás olvidaré. He tenido que despedirme de la isla en la que aterricé tiempo atrás, la he visto perderse en el horizonte y me he dado cuenta de que nunca volveré a ser la misma de antes, ni como escritora, ni como persona.
He amado con todo mi corazón y conocido a veintidós personas por las que habría dado mi vida. Me he reído, enfadado, frustrado, enfermado y llorado; en fin, me he entregado por completo como creía que sólo podía hacer sobre una hoja de papel. Ha sido duro marcharme, pero he aprendido que una parte de ellos vivirá siempre en mí, al igual que una pequeña parte de mí siempre va a estar dentro de ellos, aunque no lo sepan.
He visitado un lugar que ahora puedo decir que amo profundamente, como es la elegante Inglaterra, un país que quiero volver a pisar en cuanto me sea posible. En Londres pasé 34 días y 34 noches, empapándome de sus luces, de su libertad y de su amor por la cultura. Me volví más independiente, más alegre, más extrovertida. Conviví con personas de los cinco continentes, algunas de las cuales son posiblemente las más fascinantes con las que me he encontrado nunca, y tuve ganas de llorar cuando me despedí de ellas. Me enamoré de un coreano maquiavélico y me reí a carcajadas con un turco que imitaba todo el tiempo a Mr. Bean. Tuve que darle largas a un hindú pesado que no me dejaba en paz y me preguntaron si tenía amigos negros. Miré a los ojos a Tim y sentí que estaba ante la persona más increíble del planeta. Estuve en Wimbledon animando a Rafa Nadal, en Oxford colándome en graduaciones ajenas y en Stratford-upon-Avon sintiendo cómo se me empañaban los ojos al pisar el cuarto en el que nació William Shakespeare. Robé cuchillos y cucharas, observé los aviones reflejados en las aguas del Serpentine y les di de comer a las palomas inglesas con la mano.
He leído un montón, me han fascinado algunas obras que me culpo de no haber descubierto antes y he empezado a despedirme de mi amado Fullmetal Alchemist, del que todavía me falta por devorar el tomo 26.
Ha sido también un año maravilloso para mi experiencia musical. Me lo he pasado pipa, como no creí que lo haría, en un concierto de Fito&Fitipaldis. He visto cara a cara el talento sentada en el salón de actos del MARCO cuando recibió a las espléndidas Kokusyoku Sumire. Me ha fascinado la simpatía de Chris Isaak. He admirado la calidad de un grupo como Muse, siempre perfectos. Y he abrazado a Eicca de Apocalyptica; qué decir, ha sido uno de los mejores conciertos de mi vida, tanto dentro como fuera de La Riviera, y no hay palabras para agradecerles una noche tan fantástica. He conocido a Mario Vaquerizo, ser amable y encantador donde los haya. Y, cómo no, he vuelto a ver a Los Suaves, que ya me salen por las orejas (siempre con cariño).
He organizado, como parte de la Asociación Kamakura, las III Jornadas de Manganime y Cultura Japonesa, he hablado para la prensa y he ido a la radio, donde he tenido que escuchar cómo conectaban en directo con Calviño (XDDD). Me he sentido más cómoda y valorada, y creo que muchas cosas han empezado a aclararse.

Este año me he reído muchísimo, me he emocionado y he llorado, especialmente desde septiembre hasta ahora. No estoy pasando por mi mejor momento y temo haber tomado la decisión equivocada. Sin embargo, sé que puedo conseguir aquello que me proponga y que lo importante es que todas las puertas que no he atravesado siguen abiertas.
De 2011 sólo espero que me dé fuerza para afrontar lo que se me viene encima, sentido del humor para soportarlo y... bueno, un poco de dinero no me vendría mal XD. Todo lo demás depende sólo de mí, y a estas alturas sé perfectamente lo que tengo que hacer para conseguirlo.

Gracias a quienes siempre, siempre estáis ahí. Vuestra amistad no tiene precio.

2 comentarios:

  1. Pues si que ha sido un año ajetreado! Y por lo que leo la mayoria de las cosas son buenas ^^
    Esperemos que este 2011 sea mucho mejor!

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