domingo, 19 de diciembre de 2010

Angel beats!

Puede que esto suene extraño viniendo de alguien que pertenece a la junta directiva de una asociación de cultura japonesa y manganime, pero hace varios años que apenas veo lo segundo: animación japonesa. Quitando Chobits, que me pasaron el año pasado, y Vampire knight, al que me enganché este verano y que veía con dos amigas al tiempo que leía el manga, lo cierto es que no seguía ninguna serie desde... desde... ¿Bachiller? Y ya ha llovido. Sencillamente, desde que compré mi primer tomo de manga supe que me siento mejor entre las páginas de un cómic que frente a la pantalla de mi ordenador. Descubrí que algunos de los animes que me gustaban desde hacía tiempo tenían muchísima más calidad en papel. Y me acomodé.
No quiero decir, y que no se entienda de esa manera, que el anime sea de menor calidad que el manga. Hay de todo; los hay que cambian totalmente la historia en la que se basan, los hay que la reproducen a rajatabla. Algunos son breves y otros, eternos. Unos más divertidos y otros demasiado lentos. Los hay que ofrecen una historia original y otros que, aún apoyándose en una ya existente, desbordan calidad. Hay series que, después de hojeados los cómics, no leería y sin embargo vería mil veces en el televisor (como es el caso de Slayers); sin embargo otras nunca estarán a la altura del manga. Supongo que, en el fondo, una parte importante depende de lo que haya caído en nuestras manos en primer lugar, de la época de nuestras vidas en que nos hayamos entregado a esa historia y de lo que haya significado para nosotros; yo sigo siendo de manga.
El caso es que, a raíz de las III Jornadas Kamakura, la llama de la inquietud empezó a arder en mi estómago, primero muy pequeña y después un poco más grande, pidiéndome ponerme al día también en anime, darle la oportunidad que se merece. Y así escuché las sabias palabras de Meji y empecé a descargarme Angel beats!.
Angel beats! nos cuenta la historia de Yuzuru Otonashi, un adolescente que, sin poder recordar nada de su vida pasada, se encuentra en un mundo nuevo y diferente, un lugar de tránsito hacia el Más Allá. En esta nueva realidad, conoce a Yuri, la líder de una guerrilla contra Dios y contra la que consideran su representante, Ángel, una chica con poderes sobrenaturales que se ocupa de mantener el orden; el problema es que las personas que viven con normalidad, como se espera, desaparecen, se van al Cielo.
Vale, he tardado como tres meses en verme sus escasos trece episodios (la falta de tiempo), pero reconozco que los seis o siete últimos me los tragué del tirón, en un par de días. La historia es al mismo tiempo ligera y profunda, pues nos introduce en las vidas duras y tristes de todos sus personajes, pero sin caer en el drama excesivo y sin perder su carácter relajado y distendido, de manera que nos entretiene, pero también nos dice algo más. Combina con maestría el humor y las partes más serias, valiéndose de sueños y flashbacks para acercarnos un poco más a los diferentes personajes, que son todos carismáticos y entrañables. Nos hace reír mucho, y también llorar a mares.
Se ha firmado ya para hacer una segunda temporada y estoy expectante preguntándome qué nos deparará. Por lo pronto, os recomiendo la primera.

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