miércoles, 27 de abril de 2011

El discurso del rey


Sí, lo sé, estoy muy pesada últimamente y actualizo cada dos por tres (lo cual es poco habitual), pero el hecho de trabajar de forma autónoma en casa tiene sus pros y sus contras y sin duda uno de los primeros se refiere a que, entre rato y rato, tengo tiempo de devorar alguna pieza de buen cine (de todos modos, el Mundial de Patinaje ha comenzado y mejor será que comente esto ahora, antes de que el arte helado me absorba por completo).
El discurso del rey no es otra cosa que una pequeña joya que parte de algo que se podría considerar insignificante, como es la tartamudez que padecía el rey George VI de Inglaterra, pero que, sin embargo, lo transforma en una aventura apasionante por el interior del corazón humano, de sus miedos, dudas y frustraciones.
No creo que se trate de un filme histórico pese a la época en la que transcurre y por ello las críticas que se le han hecho sobre la credibilidad de algunos acontecimientos y personajes que aparecen como trasfondo, hasta cierto punto, me dan igual, ya que no son más que un marco que encuadra los conflictos y problemas de la vida de este monarca.
Tal vez una de las razones por las que la historia está tan bien llevada y narrada es el escritor y guionista, David Sleider, quien desde niño tuvo el mismo problema y vio un reflejo de sus propias dificultades en la vida de un rey que, pese a ser tartamudo y tener un miedo abismal al ridículo, consiguió que todo su pueblo escuchara cada una de sus palabras.
El discurso del rey es una nueva muestra de las habilidades directivas de Tom Hooper, un tratado sobre el ser humano y cómo las pequeñas piedras con las que tropieza a lo largo de su vida (y más concretamente durante la infancia) van a definir para siempre la cadencia de sus pasos. Es una historia sobre la superación y sobre la valentía, sobre la amistad y el apoyo. Y cuenta, por encima de todo, con un reparto de lujo que hace las delicias de cada una de las emociones que sienten sus personajes. Están la prolífica y maravillosa Helena Bonham Carter, mi archiadmirado Geoffrey Rush y, en la cima del podio, un actor al que hasta ahora no le había prestado especial atención, pero del que sin duda no me olvidaré en adelante: Colin Firth, simplemente soberbio. La completan una bonita y melancólica banda sonora y las calles de una ciudad que echo de menos cada día.
Por último, está claro que el arte nunca es unilateral, sino que el espectador siempre tiene algo que aportar. Las relaciones que establecemos con las obras artísticas dependen de nosotros mismos, de nuestros intereses y vivencias. El miedo ha sido y es el enemigo más poderoso contra el que me ha tocado combatir, y, aunque se trata una guerra sin final, he sido testigo de mi victoria sobre él en algunas batallas. Dicen que, si no puedes con tu enemigo, lo más inteligente es unirte a él, y por eso se ha convertido en uno de los ámbitos de las personas que más me interesan y sobre los que suelo escribir. De modo que me siento en deuda con el director por haberme hecho llegar un estudio tan apasionante sobre el miedo, y con todos los profesionales que han trabajado en su creación por haber logrado emocionarme desde el primer segundo hasta el último.

3 comentarios:

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