sábado, 23 de septiembre de 2017

Mi bosque

 Honour to tight little John,
And the horse he rode upon!
Honour to bold Robin Hood,
Sleeping in the underwood!
Honour to maid Marian,
And to all the Sherwood-clan!
Though their days have hurried by
Let us two a burden try.

¿Os pasa que, cuanto más deseáis hablar o escribir sobre algo, más lo vais aplazando? A mí me sucede con frecuencia, cuando hay algo que me quema y tengo que desarrollarlo y explorarlo y descubrirlo, que aparece una especie de bloqueo y no sé cómo abordarlo. Y entonces se me ocurre este parrafito introductorio, aludiendo al mismo obstáculo, y así rompo el hielo e inicio la entrada.

Soy fan de Robin Hood. Lo he sido desde que puedo recordar. Adoro con toda mi alma las buenas historias de aventuras (mi novela favorita, lo repito siempre que me es posible, es Los Tres Mosqueteros), y el personaje de Robin Hood tiene algo que lo hace universal y perenne.
No hay una versión exacta que me enamorara cuando era niña. Ahí estaba la cinta de Disney (que fuera un zorro, en mi caso, ayudaba bastante a que le cogiera cariño), ahí apareció también Devon Sawa a darle vida, y por supuesto que en mi casa el ladrón más famoso descansaba en algún que otro cuento. Pero no existe un Robin que yo tuviera como referencia de cría para estar, como estaba, embelesada. Era más bien la idea de Robin Hood: un forajido que vive en el bosque junto a sus amigos y se dedica a tender emboscadas a los ricos para repartir las ganancias entre los pobres. Vistas muchas versiones de la leyenda, no había Robin Hood que se acercara a mi idea de él (salvo el zorro): un héroe campechano, alegre, de modos despreocupados pero absolutamente comprometido con su causa.
Y tardó en llegar, pero llegó. Creo recordar que fue cuando estaba en Primero de carrera. Un día encendí el televisor y ahí estaban: Robin, Marian, Alan A’Dale, Little John, Will Scarlet y un personaje que no ubicaba pero que me fascinó: Much, el sirviente.
La versión de Robin Hood de la BBC no es, quizá, ninguna maravilla. Se trata de una serie sencilla, bienintencionada y dirigida a un público joven; envuelta en valores universales y protagonizada por el sentimiento de camaradería y justicia. Un momento, ¿qué decíamos que eran las historias de aventuras? Robin Hood de la BBC, al igual que The Musketeers y tantas otras, no son series afectadas o trascendentes, pero representan a la perfección lo que debe ser el género de aventuras. Y su Robin, el Robin que es Jonas Armstrong, encarnó por primera vez mi idea exacta del personaje (que no es sino el descrito por Howard Pyle), hasta el punto en que ya no soy capaz de entenderlo sin su voz, su acento y su sentido del humor.

Cuando cerré el itinerario de mis vacaciones del verano de 2017 y comprobé que, efectivamente, había conseguido incluir una parada en Nottingham, casi me dio la risa. Risa, porque amo a Robin Hood desde siempre y, aunque (creía) en la ciudad de Nottingham no iba a encontrar lo que buscaba (el bosque, el Roble, el espíritu), pisaría su comarca, el lugar desde el que el sheriff dictaba sus leyes y cobraba impuestos. Reino Unido es un lugar que me fascina y tenía (tengo) muchos lugares marcados para visitar, pero Nottingham siempre ha salido entre los primeros. No, no imaginaba que, apenas unas semanas más tarde, me llegaría la notificación del Festival de Robin Hood y descubriría que SÍ que había transporte al bosque de Sherwood (en un inicio no había encontrado nada), y que ambas cosas confluían en el único día entero que iba a pasar por la zona. No se me ocurren casualidades más maravillosas.
Durante el mes de julio, antes de salir de viaje, me dio tiempo de buscar en la estantería mi colección original de Robin Hood de la BBC y volver a ver las dos primeras temporadas (confieso que, aunque lo intenté en su momento, jamás he logrado avanzar con la tercera; me quedo con su capítulo primero y último y obvio la existencia de los demás). Ya habían transcurrido unos años desde el anterior visionado, y esa serie es como un viejo amigo con el que te reencuentras: te sorprenden aspectos que no habías notado antes y, a la vez, sonríes porque le conoces y le quieres.
Iba con la lágrima a flor de piel: la segunda temporada de la serie acaba conmigo. Pero, aun así, fui capaz de vestirme y llegar caminando a la estación de autobuses de Nottingham y tomar el Arrow Bus al bosque de Sherwood, todo esto con un mocca del Costa Coffee en la mano y un ataque de risa reprimido. Y el bus paró y nos dejó en Edwinstowe, muy cerca del acceso al Centro de Visitantes del bosque, y de repente todo era magia.
El Robin Hood Festival se celebra todos los años durante una semana entre finales de julio y comienzos de agosto, abarcando actividades tales como: actuaciones musicales, cetrería, tiro con arco, números acrobáticos, justas... La típica celebración medieval, de no ser por el entorno en el que se ubica y porque los combatientes son los mismísimos hombres de Robin Hood contra las fuerzas del sheriff; y, entre pase y pase, es posible charlar con ellos y recibir alguna que otra reprimenda de los guardias.

Y os hablaría del Festival, pero no quiero hacerlo. Quiero hablaros de la sensación durante los primeros metros que recorrí en el bosque, en senderos acotados bordeados de arboleda con vistas a lo profundo e inhóspito. Quiero hablaros de lo que fue para mí verme rodeada, de pronto, de niños que llevaban gorros verdes y arcos de madera. Quiero hablaros de qué me ocurrió en el estómago cuando salí del pequeño museo donde se nos van narrando el mito y los orígenes de éste y cómo reaccionaron mis rodillas al llegar, tras un paseo, al majestuoso Major Oak, que quizá no sea el mismo de la leyenda pero sin duda la revive.
Llegar al bosque, a mi bosque, en aquel momento preciso, fue volver a tener cinco años. Se me llenaron los ojos de lágrimas en cuestión de minutos y no podía borrarme la sonrisa de la boca. Recordé una cosa de la serie de la BBC, algo que siempre me ha parecido que sintetiza bien la idea detrás de Robin Hood y los Green Men: “Nosotros somos Robin Hood. Todos nosotros, los que somos capaces de ver las injusticias, los que creemos en la igualdad, los que nos sentimos ajenos a un mundo movido por los intereses. Los que le conocemos y amamos, los que nunca seremos nosotros mismos sin la existencia del ladrón de ladrones.
Y, paseando, me dejé llevar por caminos menos concurridos y observé cómo algunas vacas y ovejas reclamaban para sí las zonas del bosque que la gente no visita. Y escuché graznidos y relinchos y vi sólo árboles de mi posición al horizonte, y me supe un poco más en casa, un poco más en mí.
¿Os pasa que, cuanto más deseáis hablar o escribir sobre algo, más os cuesta encontrar las palabras correctas? No creo que Robin, Marian, Will o mis queridos Much y Djaq de la serie sean menos parte de mí que mi hígado o mis pulmones. Y todo ese universo me resulta tan querido y cercano que encontrarme cara a cara con él no es más que abrir la puerta de casa. El pasado mes de julio, sin haberlo planeado, aterricé en Nottingham en el momento justo. Y ese momento es uno de los recuerdos que me voy a llevar a la tumba, y uno de los que pienso luchar con todas mis fuerzas por repetir. Porque el bosque, mi bosque, es un lugar donde viviría y cantaría canciones y recaudaría monedas y joyas que no necesito para mí. Es un lugar que se esconde en cada una de mis palabras y que aparece, de una u otra forma, en cada sueño que alimento.


La vida es esto.  

2 comentarios:

  1. Que entrada más maravillosa. Explicas tan bien tu amor por el mito. Me he sentido identificada porque también crecí con las historias de aventuras y sobretodo con el ideal de Robín Hood (el titulo del blog va dedicado a él). Me gusta la serie de la BBC, es mas todas suelen ser como tu dices sencillas pero bien hechas, pero mi Robín Hood es el de Disney y en menor medida el de El príncipe de los ladrones.
    Ojala pueda ir al festival de Nottingham el próximo año, lo describes tan maravillosamente que cualquiera (aunque no sea fan del forajido) seguro que lo disfruto.
    Me alegra que te haya gustado tanto.
    Saludos

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  2. Qué ilusión me ha hecho tu comentario, Meri. Siempre había querido preguntarte por el nombre del blog; era o Robin, o Peter Pan. :)
    Si eres fan, el bosque y el Festival sln visita obligada. Y, si te pilla bien, los sábados hay en Nottingham visitas guiadas por el actor que interpreta a Robin en varios eventos (Festival incluido). Yo no he podido hacerla esta vez, pero dicen que vale mucho la pena.
    Feliz de compartir esto contigo. :)

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