martes, 21 de octubre de 2025

Abriendo para poder cerrar: Alice in Borderland

 


Soy muy fiel a mis historias. Es algo que me caracteriza. Cuando un argumento o unos personajes me han movido, les he cogido cariño o han pasado tiempo a mi lado, no los suelto. Se instalan en mi vida a muy largo plazo.
¿Puedo pasar por un libro o una serie de puntillas y no acordarme más de ellos? Por supuesto. Pero, si ha habido más, si he tenido curiosidad por temporadas siguientes, si los personajes llevan en mi imaginario el tiempo suficiente, soy fiel a ellos y me los quedo en el corazón.

De Alice in Borderland os hablé por primera vez en 2021, ya que si no me equivoco se había estrenado en la Navidad de 2020. Época de pandemia, ausencia de títulos interesantes para mí y una muy reciente adicción a Todome no Kiss y a Kento Yamazaki fueron los pasos que me llevaron a ella. Luego, la dirección de Shinsuke Sato (que ya en Gantz me había gustado) y la premisa estilo Battle Royale (aunque algunos ahora dirían "estilo El Juego del Calamar", que es en realidad posterior y bebe sin lugar a equivocación de fuentes japonesas). 

Hace unas semanas, Netflix ha estrenado una tercera temporada que para mí era innecesaria y así se continuó sintiendo después de haberla visto, aun a pesar de haber tenido episodios muy bien construidos. La historia de sus protagonistas ya había quedado suficientemente cerrada en la temporada 2, ¿para qué añadir más? Así que, después de haber terminado la entrega número 3 con estas sensaciones, mi cerebro no dejaba de darles vueltas al comportamiento de los personajes, al melodrama del episodio final, a las características del juego y a la razón para volver a poner a Arisu en el tablero.

¿Qué hice? Pues, tras haber acabado la 3, volví a empezar la 1 para buscar un poco de guía, recordar los acontecimientos que se me habían emborronado en la memoria y dar sentido a las decisiones de Usagi. Tras la 1 llegó la 2 (y volvió a aparecer la sorpresa total ante la presencia de Yamapi -Tomohisa Yamashita- en pelotas en varios episodios; ¡mi mente había elegido olvidar!) y revisionado de la 3. Podéis considerarme una experta en Alice, aunque dada mi capacidad de concentración y mi pésima memoria, esto no va a durar.

Ha sido un reencuentro bonito con el viaje en su totalidad. He notado de forma más clara las diferencias de carácter entre cada una de las temporadas de la serie. Cómo Arisu es en los primeros episodios una víctima pasiva de sí mismo, el modo en que asume el liderazgo después y su posición más serena cuando los años han pasado. 
La primera temporada no era tan buena como la recordaba. Es decir, ¡sí!, era sorprendente y entretenida, impactaba muchísimo y su tercer episodio era poesía pura, tal y como lo recordaba. Hay momentos inolvidables y los personajes son tremendamente carismáticos. Es cierto que en 2025 me ha costado mucho soportar a Shota y que he encontrado fallitos y machistadas propias de su contexto cultural; aun así, los juegos son geniales, la manera en que se van desvelando las capas situacionales es entretenidísima y no he podido soltar los episodios cada vez que estaba en casa.
La segunda es quizá la mejor desde mi perspectiva actual. Aunque pierde el carácter episódico de los juegos que había en la anterior, gana en profundidad de los personajes, nos permite encariñarnos de verdad con todos esos secundarios fascinantes (Kuina y Chishiya son los mejores) y desarrolla la relación de Arisu y Usagi, que finalmente deciden luchar para volver al "mundo real" juntos. El último episodio, que ya en su día me había resultado una genialidad, me ha parecido nuevamente fantástico, ya que decide abrazar las muchas teorías de los fans de un modo ingenioso, un poco tramposo y muy inteligente. Esta segunda entrega es también el final, el cierre de esa experiencia de Alicia cayendo en un mundo loco y sin sentido y persiguiendo al conejo. Todo termina.

Entonces, ¿por qué una tercera entrega? Para empezar, porque ya al final de la segunda hay pistas de que continuará y por lo que sea yo lo había olvidado. Para seguir, porque Alicia también vuelve a internarse en un mundo disparatado después de haber abandonado el País de las Maravillas; medio año más tarde, atraviesa un espejo y se enfrenta a nuevas situaciones que tiene que superar para dejar atrás la niñez e internarse en el mundo adulto. Para Arisu, han transcurrido varios años cuando comienza la tercera temporada y está en un momento vital en que planea formar una familia junto a Usagi; un cambio tan profundo en sus vidas implica unos procesos mentales imposibles de esquivar. 
En mi primer visionado, no comprendía por qué Usagi querría volver a enfrentarse a las calamidades de las que con tanta dificultad habían conseguido escapar años atrás. Me costaba defender cómo escapa sin tener en cuenta la posición en la que deja a Arisu, especialmente conociendo sus propios traumas. La actriz que la interpreta, Tao Tsuchiya, había aportado en una entrevista una razón interesante (que, en su deseo de formar una familia, primero Usagi necesitaba sanar las heridas de su propia niñez); pero, aun así, no ha sido hasta que he vuelto a darle la vuelta a toda la historia y me he reinternado en los capítulos de la temporada 3, cuando realmente he visto que la serie, aun sin dar explicaciones explícitas, realmente lo pone todo encima de la mesa.
La tercera temporada no es una temporada para fans. No aparecen los personajes más queridos (más allá de algún cameo), no nos centramos en buscar respuestas y no existe pausa entre los juegos. Es un nivel "bonus", un "años después" que simplemente representa la transición de la pareja protagonista de críos que se enamoran por primera vez, a una pareja adulta. Alicia persigue al conejo hasta un mundo rocambolesco y, si bien la idea de regresar a sus vidas está ahí, diría que se nos muestra más bien un tirar hacia delante, "encontrarnos" y superar las cosas que nos distancian y nos impiden ser todo lo sólidos que necesitamos ser.

Y luego están, por supuesto, los guiños; no nos olvidamos de nadie, no obviamos las razones por las que hemos llegado a tener una segunda y una tercera temporadas. La última es diferente, pero recoge con cariño el entusiasmo de los fans.


Para mí, ahora sí, la historia se ha cerrado. Hay una escena final que apunta a una versión yanqui completamente innecesaria, o incluso a más adaptaciones de la misma idea; pero no entra dentro de mis planes darle la más mínima oportunidad a ninguna de ellas. Lo que sí que haré algún día, y seguramente será dentro de no tanto tiempo, es volver a esta serie que ya llevo en el corazón. A su crudeza, a su impacto, a su inteligencia y a unos personajes que quiero muchísimo.

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