jueves, 2 de diciembre de 2010

Yamato nadeshiko shichi henge... love yourself

Una de las principales funciones que todos le atribuimos a la televisión y, en concreto, a las series, es la de entretener. Hay quienes buscan algo más, una historia interesante, una narrativa dinámica, suspense, personajes capaces de emocionar. Lo que hace especiales a los doramas japoneses, distintos de cualquier serie de televisión extranjera, es que siempre van más allá y, además de ofrecernos (al menos muchos de ellos) una calidad excelente en cuanto a tramas, actores y guiones, buscan darles un nuevo sentido a nuestras vidas, ofrecernos un respaldo moral que nos permita tomar decisiones y ser más humanos. La educación en valores, desde luego, encuentra en los doramas un instrumento perfecto para provocar la reflexión.
Yamato nadeshiko shichi henge tiene muchas características positivas. En primer lugar, y como casi todas las series producidas en el país nipón, su extensión: diez episodios, más que suficientes para contar una buena historia y no torturarla con el fin seguir haciendo dinero. Por otra parte, el magnífico sentido del humor, pequeñas dosis de absurdo y muchas situaciones divertidas estupendamente interpretadas por el elenco protagonista y no tan protagonista. También los diálogos, los símbolos, las metáforas. Los personajes con caracteres bien definidos y atractivos. Las situaciones más o menos disparatadas.
Y, cómo no, toda la parte moral, pues la trama gira en torno a dos personajes que, más allá de las apariencias y de que han pasado por situaciones diametralmente opuestas, se encuentran con el mismo problema: no se quieren a sí mismos. Kyohei es un chico popular... demasiado popular; desde que era un adolescente, siempre ha habido cientos de chicas locas por él, acosándolo allá adonde iba y, por qué no, causando problemas a cuantos estaban a su alrededor. Por su lado, Sunako es una chica retraída, que se oculta tras un largo flequillo y una capa negra y adora todo lo relacionado con el terror, mientras que siente miedo por las "criaturas brillantes"; todo causado por la discriminación que sufrió en el instituto, cuando se empezó a encerrar en sí misma porque el chico que le gustaba la llamó fea.
En medio de acontecimientos bastante surrealistas, los dos protagonistas llegan a comprenderse y comienzan una lucha contra el miedo, para encontrarse de nuevo a sí mismos y aceptarse tal y como son.
Como comentaba, es una serie muy fácil de ver, entretenida, agradable y divertida. Os sacará más de una sonrisa, quizá alguna carcajada y bueno, a alguno le alterará un poco las hormonas como a mí me ha ocurrido. Pero, sobre todo, os hará apreciar lo que tenéis y os dará esa dosis de energía que a todos nos viene bien de vez en cuando para ponernos en movimiento y dejar de lamentarnos.

A ver qué tal está el anime...

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