lunes, 12 de diciembre de 2011

El país de nuestra imaginación

Hay quien le ha llamado Narnia. Hay quien le ha llamado Fantasia. Algunos lo han denominado Oz, Nunca Jamás o el País de las Maravillas. ¿Quién ha dicho que la imaginación en su sentido más tradicional es cosa del cine y la literatura? ¿Quién ha afirmado que la música no nos puede hacer soñar? Puede, y lo hace, y hoy más que nunca.
Como el título ya anunciaba desde hace meses, colocar este magnífico álbum en nuestro reproductor es como abrir el libro de cuentos más maravilloso, ése que nos hizo soñar durante toda nuestra infancia y que todavía, en ocasiones, nos da alas y nos eleva a lugares nunca antes vistos. Cada canción nos lleva a una página diferente: la del héroe que emprende su camino hacia lo desconocido, la de los animales con los que canta en el bosque, la del espejo al otro lado del cual nada tiene sentido, la de la bruja codiciosa que trama grandes maldades. Al final, cuando terminamos de leer (de escuchar) y cerramos los ojos, sabemos que no hay nada más real que todo cuanto imaginamos.
Para mí, y seguro que hay quienes me respaldan en esto, no hay forma más bonita de empezar un disco que con una canción en finés, esa lengua que me transporta a la fragua de Ilmarinen, a la caverna donde la bruja Louhi encerró a la luna y al sol. Taikatalvi es un dulce primer bocado teñido por la voz de Marco en su versión más suave y emotiva. Poco más de dos minutos y medio de tema que te abren por completo el corazón y te inician en el viaje.
Storytime supone la síntesis perfecta de la totalidad de Imaginaerum. Es magia, es vida y es realidad al mismo tiempo. Es amor por el mundo, por el ser humano, por el arte y por la capacidad de crear y reinventar. Reconozco que, cuando salió como single, me chocó ese tono agudo del estribillo que, por cierto, Anette borda, pero no tardé en enamorarme profundamente de su fuerza y color.
Los cuentos se caracterizan por su simpleza, por tener un hilo argumental sencillo y claro y personajes muy definidos. Van dirigidos a los niños, que tienen un fuerte sentido del bien y el mal y no comprenden la escala de grises que hay en medio de un concepto y otro. Así, Ghost river nos adentra en esa parte oscura de todo cuento que se precie, en ese rincón dedicado al miedo, a lo desconocido y misterioso. Y, sin embargo, deja abierta una pequeña puertecita al bien, al protagonista de corazón puro y bondadoso, que marcará la diferencia. La voz de Marco en esta canción me parece una delicia, pero es que lo adoro en su faceta dura y malvada.
Slow, love, slow, fue una sorpresa increíblemente agradable la primera vez que escuché el disco. Quizá porque nunca me había imaginado esos toques de jazz en Nightwish. Quizá porque creo que Tuomas supo sacarle un partido maravilloso a la voz de Anette en este segundo trabajo con ella. Aunque es una de las canciones que menos me gustan del disco, el hecho de haber incorporado nuevas influencias y haberme dejado boquiabierta merece todo mi reconocimiento. La letra, Anette, ese saxofón solitario y el teclado de Tuomas me encantan.
Y en un disco tan novedoso, donde la imaginación sustituye al sentido común y el mundo es una fuente de ilusión, un tema con fuertes influencias del folklore europeo tradicional encaja estupendamente. I want my tears back es preciosa, es una mezcla de melancolía y optimismo, de pasado y presente, es un canto a la infancia, a la inocencia, a esos ojos crédulos que viajaron con Peter Pan sobre los tejados de Londres en dirección a Nunca Jamás. Viva el sonido de la gaita irlandesa en esta canción. 
Scaretale es uno de mis temas favoritos por su originalidad, por representar a la perfección la esencia misma del cuento, la caverna donde la bruja realiza su conjuro para librarse de Blancanieves. Es un homenaje maravilloso a Danny Elfman y al mundo de Tim Burton, es maldad y oscuridad, es circo, es cementerio, es Oogie Boogie, es Pesadilla antes de Navidad; y es Nightwish. Personalmente, ADORO el trabajo que Anette ha hecho en esta canción; fantástico. Quiero ver qué cara pone al cantarla en directo. 
Después de un tema tan intenso como el anterior, ¿a quién no le apetece un buen arabesco musical, sinuoso, intrincado, como los preparativos de la noche anterior a la batalla, como la maraña de ideas que se ponen en movimiento dando forma a algo nuevo? Arabesque es belleza en estado puro.
Anette tiene una voz que, como Tuomas notó desde el principio, se presta a la dulzura más absoluta. Eva fue un ejemplo de ello, y otro lo es la bellísima Turn loose the mermaids, una canción que escribió tras haber presenciado la muerte de su abuelo, tumbado en la cama al lado de su abuela, que se despedía con la tranquilidad de una vida entera a su lado. Es un canto a la plenitud, al tiempo aprovechado, a la felicidad, a la ausencia de lamentaciones, al inicio de un nuevo viaje que se emprende sin miedo. Tiene un cierto toque del Oeste, de lo lejano y exótico, de lo que está por venir. 
En la misma línea temática continúa Rest calm, aunque con una fuerza renovada, marcada sobre todo por los coros y por la voz de Marco. Aunque al principio era la que menos me gustaba del disco, esta canción me ha ido conquistando lentamente. Es la vuelta gloriosa al hogar después de la batalla de la vida, es el descanso, es la victoria, es el mundo más allá del armario. ¡Dale, Emppu!
The crow, the owl and the dove es una de las canciones que más me gustan de este trabajo, por su claridad, por su sencillez, por su simbolismo, por la preciosa voz de Troy, por esa eterna oda de Tuomas a la inocencia. Fue la segunda canción del disco que escuché, ya que se podía encontrar entera antes de que el álbum saliera, y me pasé la tarde anterior a varios exámenes importantes en Madrid poniéndola una y otra vez. Es magia. Y es verdad.
Para mí, Last ride of the day es la penúltima canción del disco, no porque no considere que Imaginaerum es una canción, sino porque la veo más como el tema que acompaña a los títulos de crédito (cosa que probablemente haga en la película que van a sacar). Es importante porque suelo hacerme una especie de esquema mental con los discos que me gustan, y la siento, en efecto, como el último paseo del día, como la última aventura antes de volver a casa a descansar. Me parece sencillamente fantástica, especialmente el estribillo, y adictiva. Es puro amor por la vida y una dosis de energía positiva importante. Es luz, en oposición a su disco anterior, Dark passion play. Y me fascina.
El álbum se cierra con uno de sus temas largos y épicos, para mí el mejor de todo este trabajo de fantasía e imaginación. Song of myself es un nuevo poema sobre Tuomas, sobre su perspectiva del mundo, esta vez desde un punto de vista mucho menos oscuro. En Song of myself se mezclan la avaricia y la generosidad, la cobardía y el coraje, la vigilia y el sueño. Es una aleación entre el miedo y la seguridad, es un poema de agradecimiento a todos aquellos que una vez nos hicieron soñar, un recordatorio de que todos somos luz y sombras, humo y espejos. Es una canción de despedida a la inocencia perdida, y al mismo tiempo es la mano que se aferra a ella y no la deja escapar. La mitad del tema es hablado en vez de cantado, pero eso no le resta belleza, sino todo lo contrario. 

Hace un par de días, cuando hablé con Aurinko, una chica encantadora a la que conocí en el foro de Aigoo Fansub y que curiosamente adora Finlandia y a Nightwish tanto como yo, me dijo algo precioso sobre el señor Tuomas Holopainen: que es como Väinämöinen, el eterno cantor, el rapsoda del Kalevala. No creo que se pueda hacer una comparación más certera. 
Cuando se cierra el libro, cuando termina y bajamos los párpados, somos conscientes de haber vivido la mayor de las aventuras. Mientras suena la melodía que acompaña los títulos de crédito, mientras suena Imaginaerum, lo único que acertamos a decir, que acierto a decir, es, una vez de tantas, pero tan sincera como todas las anteriores: "Gracias". 

No dejemos nunca de soñar.

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