domingo, 25 de diciembre de 2011

Lo mejor de 2011

No se puede empezar una entrada escrita a 25 diciembre diciendo otra cosa: ¡¡FELIZ NAVIDAD!! Y tampoco es para mí posible omitir una felicitación enorme a la persona nacida en este día que más me gusta: el señor Tuomas Holopainen. 
Puntualizado esto, lo que hoy os traigo ya tocaba, aunque tenía mis dudas por una razón fundamental: ¿lo mejor de 2011? Puede que en el terreno de la música esté más o menos actualizada, pero en cuanto a cine y libros, no he leído ni visto muchos que hayan sido publicados este mismo año, sino que más bien me he estado dedicando a recuperar algunos míticos en los que ya debería haber reparado antes. Tengo un largo camino de clásicos todavía por delante, de hecho. Así pues, lo que voy a citar a continuación no es una lista de los mejores libros/discos/series que han salido en el año que en breve termina, sino más bien la relación de lo que a mí me ha acompañado y me ha emocionado. Todo ello, desde mi punto de vista, altamente recomendable. 

Dentro del mundo de la literatura, ha sido, según Goodreads.com, un año fructífero. Tenía un reto personal de 20 libros (lo cual es mucho teniendo en cuenta que llevo los doce meses preparando oposiciones) que me he visto forzada a ampliar a 25 y, después, a 30, al haberlos ido superando. Finalmente, he leído 32 libros hasta ahora (contando manga también) y no creo que añada a la lista ninguno más de aquí a final de año. Quizá mi mayor sorpresa haya sido El coleccionista de relojes extraordinarios, una de las obras "anteriores" de Laura Gallego, ésas que tengo pendientes y nunca me decido a leer. Adoro a Laura y siempre espero grandes cosas de ella, pero esta obra me enamoró hasta el punto de situarse ahora mismo en la cima de mis novelas favoritas de la autora y en general. La magia que desprende, ese sentido de la eternidad tan propio de escritores como Lovecraft, la importancia del tiempo en todas sus versiones... Es un libro maravilloso. 
Y el tiempo es lo que hace de Momo otro de los libros más fantásticos con los que me haya encontrado. Hasta ahora sólo había leído (eso sí, varias veces) una obra de Michael Ende: La historia interminable; lo cual es una absoluta lástima dado lo enamorada que me tiene este autor. En 2012 caerán unos cuantos más de él sin lugar a dudas. Recuerdo que, cuando mi amigo Rubén me prestó La historia interminable, me dijo que me iba a sentir identificada con Bastián. Sigue siendo uno de los personajes que más mella me han hecho porque he estado en su lugar, pero Momo, Beppo y Gigi me han conquistado, y si alguna vez tengo una tortuga se llamará Casiopea.
Otro libro de esos que una siempre tiene pendientes es El señor de las moscas, que me daba un poco de miedo por las críticas que he leído de personas traumatizadas por él. La idea de un montón de niños en una isla muertos de miedo y sin un entorno social que marque normas de comportamiento es bastante aterradora, no tanto por lo que sucedería en la realidad (quién sabe), sino por lo que a un señor se le puede ocurrir que pasaría. Empecé a leerlo muy tranquila, pero pronto se empezaron a dar pinceladas de "terror" (no sé si se le puede llamar así) que me fueron haciendo sentir peor. Es un libro muy duro pese a la primera impresión y, aunque me gustó, la angustia que te deja en el cuerpo es tan sutil pero permanente, que no sé si lo volveré a leer.
Otros títulos que debo mencionar son los Poemas saturnianos, de Paul Verlaine (una auténtica lección de musicalidad, ritmo y belleza); Las desventuras del joven Werther, de Goethe (obra precursora y para mí muy representativa del Romanticismo en su estado más puro; un crisol de sentimientos); En costas extrañas, de Tim Powers (obra que comencé a raíz de Piratas del Caribe y que satisfizo mi necesidad de acción, magia y libertad pirata; no cae en la visión idealizada de estos individuos, pero tampoco les quita del todo su  legendario atractivo); Tribulaciones de un chino en China, de Jules Verne (novela de aventuras en mayúsculas, con todos los ingredientes necesarios y una buena dosis de humor); La llamada de Cthulhu y otros cuentos, de H. P. Lovecraft (terror en su faceta más primitiva; he de ser sincera, no me gustó tanto como esperaba y no soy una gran fan de sus relatos, pero la idea de todo un submundo eterno, original, preprehistórico si se me permite, es sensacional) y  El club de los suicidas, de Robert Louis Stevenson (tres relatos con un denominador común inundados de misterio; no había leído nada de Stevenson desde mi querido El doctor Jekyll y mr. Hyde y la verdad es que no me ha defraudado nada). Todas estas obras han marcado mi 2011.


Sin abandonar del todo las páginas de los libros, pero pasando a un mundo un poco diferente, el del manga, no ha sido el año que más he leído y en realidad apenas he seguido un par de obras, eso sí, estupendas. Bokura ga ita, uno de mis mangas favoritos de todos los tiempos, está a punto de tocar a su fin, como la autora nos ha hecho saber en su comentario del tomo 15, y nunca en todo el tiempo que llevo leyéndolo ha dejado de emocionarme y fascinarme; tened por seguro que escribiré largo y tendido sobre las maravillas de esta obra en cuanto se publique el final. Otro manga que amo con todas mis fuerzas y ha terminado este año ha sido Fullmetal Alchemist, de Hiromu Arakawa, una de las mejores obras que han caído en mis manos y que me ha hecho llorar, reír, sorprenderme y esperar con un hambre de caballo por el siguiente número; Edward es uno de los mejores protagonistas que ha dado el manga, y la maestría con la que la historia se ha desarrollado y concluido no tiene igual. Otras sagas que tengo abiertas y me encanta leer son Busou renkin, de mi querido y adorado Nobuhiro Watsuki, o Cain Saga, una serie que me pasó la señorita Adeline y que está sorprendentemente bien (adoro que esté tan relacionada con las canciones infantiles inglesas y con todo ese terror suburbano victoriano); no así Kuroshitsuji, que tras dos tomos me tiene bastante indiferente. Por último, mencionar el manga precioso de Pesadilla antes de Navidad, de Jun Asuka, que Abel me regaló por mi cumpleaños y se centra más en Sally que en Jack;  el nuevo tomo de una serie que adoro, D·N·Angel; o el hecho de haberme releído (y comprado en inglés sin saber que iban a reeditarlo aquí) Tokyo Babylon, uno de mis mangas más amados de todos los tiempos, protagonizado por mi adorado y archiadorado Subaru Sumeragi, personaje sin el que mi vida no tendría sentido. A nivel anime, poco puedo decir: Hakuoki y Uta no Prince-sama no han estado mal, pero nada que ver con mi anime favorito de 2010: Angel Beats!


Sin salir del ámbito televisivo pero pasando al mundo de las series de imagen real, lo mejor de lo mejor, en mi opinión, siguen siendo los doramas. Me gustan las series occidentales y de hecho mi favorita es y será Lost por los siglos de los siglos, pero pocas llegan a calarme tan hondo como el maravilloso mundo de las series asiáticas (en mi caso, coreanas y, sobre todo, japonesas), que tienen una manera más sencilla y humilde de llegar al espectador y que en algunos aspectos son mucho más naturales. Así, aunque sigo enganchada a The vampire diaries y esta temporada está siendo brutal, aunque disfruté con Camelot y Juego de tronos me parece una adaptación maravillosa y la serie que llevaba mucho tiempo necesitando, lo mejor de este año ha sido 49 days, un dorama precioso sobre el amor, la amistad, la confianza, la traición y el perdón. Me ha tenido enganchadísima y, aunque he llorado con él y he sentido muchas cosas por todos sus personajes, también me ha hecho sonreír. A muchos no les ha gustado el final y en cambio a mí me ha parecido que, salvo un par de detalles, ha sido fabuloso. Ya lo he recomendado, pero vuelvo a hacerlo, porque es sin duda uno de los mejores doramas que he visto hasta la fecha.
Y gracias a 49 days conocí al señorito Jung Il Woo, del que me declaro profundamente enamorada, y por Jung Il Woo me acabo de ver Flower Boy Ramyun Shop, una comedia excelentemente montada e hilada, con situaciones y personajes bastante inverosímiles, un montón de carcajadas aseguradas y también un poquito de drama. Lo que han podido actuar y sobreactuar los actores, especialmente durante los diez primeros capítulos, no está escrito, y adoro cuando son tan exagerados. Simplemente, me encanta, y Cha Chi Soo es un personaje que no olvidaré.
Otro dorama que he adorado esta temporada, aunque ya es de hace un año o dos, ha sido Orthros no inu, que ya he mencionado en mi entrada dedicada a Takki. Aunque tiene sus fallos y sus cosas y el episodio final me parece un cachondeo de giros de guión, pocos personajes me han calado últimamente tan hondo como Ryuzaki. Lo quise mucho, mucho, mucho.
También de Takki tengo que mencionar Boku dake no Madonna, una comedia que me enganchó un montón y me dio momentos estupendos. Sin dejar de lado Koi ga shitai, con un jovencísimo Takayuki Yamada y que aun con sus cosas fue estupendo de ver.
Por último, el dorama que más me ha sorprendido en los últimos tiempos por su originalidad y del que estoy esperando a que salgan los subtítulos para poder degustar el episodio final: Yokai ningen Bem. Una serie de "monstruitos" protagonizada por Anne (la hija de Ken Watanabe) y mi querido Kazuya Kamenashi, marcada por una fuerte estética retro y por la influencia del manga y el anime en todos sus aspectos. La historia de tres seres inmortales que buscan a la persona que los creó para que los convierta en humanos y, de paso, ayudan a cuantos se encuentran por el camino. Un dorama sobre valores, sobre lo que el ritmo de vida actual se lleva a veces por delante y sobre lo que hay detrás de una apariencia desagradable. El cuento de La bella y la bestia narrado de una forma diferente, pero muy tierna. Puede que escriba sobre él cuando termine de verlo.

Cinematográficamente hablando, este año decidí tomar las riendas y ponerme a ver algunos filmes que debería haber visionado hace tiempo. Es el caso de un montón de películas de la grandísima Audrey Hepburn que tenía pendientes, como Charada, que algunos definen como "la película de Hitchcock que Hitchcock nunca rodó" y que me parece fantásticamente divertida e interesante, o Sabrina, una bonita e intrigante comedia romántica centrada en el triángulo amoroso entre el personaje de Audrey y dos hermanos que no parecen aclararse.
Otro caso de películas que debía ver y había ido dejando lo puedo encontrar en Gran Torino, del inigualable Clint Eastwood, o en Million dollar baby, del mismo director; ambas fantásticas, trágicas y lacrimógenas en cantidades industriales. Poco hay que decir de Clint que no se sepa ya. Siempre está un paso por delante.
Corea también me regaló este año una película preciosa que recomiendo ver aunque con pañuelos a mano: Sad movie. Aunque se trata de un formato ya bastante explotado (el de las historias cruzadas), me enamoró y emocionó muchísimo, y todas las parejas que la protagonizan son adorables. Mi amada Shin Min Ah fue la que me impulsó a verla y su personaje es sin duda el más tierno de todos. Ojalá se sigan haciendo películas así.
En cuanto a Japón, Confessions es de lo mejor que he visto en muchísimo tiempo. Tetsuya Nakashima es un director al que conocía por películas bastante más triviales, si es que se puede expresar de esta manera, y entonces va y se mete en un lío tan gordo como el que plantea este filme cargado de dolor, tensión, ira y venganza. Con sus prolongados momentos a cámara lenta y acompañados únicamente de la banda sonora, es una de las películas que peor cuerpo me han dejado, pero que más me han encantado en los últimos años.
No puedo cerrar esta parte sin mencionar Cisne negro (de la que ya he hablado en el blog), (500) días juntos (con la preciosa y encantadora Zooey Deschanel), Bella (simple y poética, sin grandes pretensiones pero con un potente trasfondo), Vidas al límite (maravilloso retrato de la atormentada relación entre los poetas "malditos" Paul Verlaine y Rimbaud, con una interpretación más que aceptable de Leo DiCaprio) o Match Point (filme que llevaba mucho tiempo en mi lista por culpa de los comentaristas de tenis de Teledeporte y que nunca me animaba a ver porque Woody Allen me llama poco). He degustado también otras menos interesantes, como Freesia: icy tears o la adaptación de Paradise Kiss, que no es mala pero tampoco me ha satisfecho.
Finalmente, Hedwig and the angry inch sigue siendo uno de los mayores descubrimientos que he hecho nunca y Hiroshima mon amour, vista hace un par de semanas, me ha hecho entender que el cine puede ser no sólo crítica social y mostrador de valores y emociones, sino también poesía pura y dura, a nivel narrativo y fotográfico.

Ya por último, pero en ningún caso menos importante (qué sería yo sin ella), hablaré de la música, de los discos y canciones que, según Last.fm, me han acompañado a lo largo de estos doce meses y han hecho de mi día a día algo mucho más hermoso. Además de las bandas sonoras de todo lo ya mencionado, para mí el disco por excelencia de este año, y no sólo porque lo esperara con ansias, sino porque, como ya he dicho, me parece grandioso y sensacional, ha sido Imaginaerum de Nightwish, una vuelta a nuestra infancia, al yo perdido en la madurez, a la inocencia que no se puede apagar por más que parezca ahogarse.
Me ha acompañado asimismo Holy grail de Versailles, a quienes además tuve la inmensa suerte de ver en concierto, un concierto en el que me lo pasé como una enana. Un grandísimo álbum, un grandísimo grupo y unas grandísimas personas que son encantadoras con su público y saben cómo hacernos felices. Toca esperar a que salga el DVD y a que vuelvan a España para volver a disfrutar de ellos.
TOXIC es otro de mis discos favoritos de este año, y es que mis The GazettE no hacen más que mejorar, por más que haya quienes intentan por todos los medios hacerles daño. Lo que menos me gusta de este grupo, y es triste porque se merecen lo mejor, es su público, y es que hay una cantidad enorme de fans locos y antifans más locos aún. El álbum en sí no supera a DIM, pero es un gran trabajo y siempre me anima y me inspira, que es más de lo que se puede decir de muchos grupos técnicamente impecables pero menos cercanos.
Ha sido un año de variedad, de descubrir y de desempolvar viejas reliquias olvidadas en un cajón. Ha sido un año de escuchar Who killed Amanda Palmer?, Coll:Set, Tearstained y Screamworks. Ha sido un año de dejarme envolver por la música de los magníficos Shinedown, por las nuevas canciones de Super Junior y por la voz de mi queridísima Hyorin de Sistar. Ha sido un año de escuchar mucho a Gackt con sus diversos proyectos, a Chiaki Kuriyama, a Apocalyptica y a No MinWoo. He adorado Watch out! de Lovex, The path of totality de KORN, Dum spiro spero de los incandescentes y cada vez más increíbles Dir en Grey, I'm with you de mis queridos Red hot chili peppers y Here&now de Nickelback. He descubierto a Decola Hopping y a Die happy, he bailado bajo la lluvia mientras Fangoria intentaba continuar pese al temporal y, como siempre, he escuchado y reescuchado a L'Arc~en~Ciel, a X Japan, a Apocalyptica, a BUCK-TICK, a Luna Sea y a veinte mil grupos más.

Todo esto ha dado de sí 2011, y no es precisamente poco. Sólo queda desear que 2012 venga igual de cargadito de sorpresas agradables y, a poder ser, de algún viaje interesante. Por lo pronto, felices últimos días de 2011 a todos los que os dejáis caer por aquí. 

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