jueves, 16 de febrero de 2012

Descubrimientos maravillosos

Recuerdo perfectamente la época en que comenzaba a descubrir el mundo de la música japonesa. Cierto es que gracias al anime y a las revistas dedicadas al mismo algunos nombres me resultaban ya conocidos, como el de Megumi Hayashibara o el de Ayumi Hamasaki. Después llegó Rurouni Kenshin y, con Rurouni Kenshin, llegó L'Arc~en~Ciel. Internet no era lo que es. Compartir archivos no era tan fácil ni tan rápido y encontrarlos podía resultar bastante complicado. De L'Arc me bajé canciones y vídeos sueltos durante un tiempo y cada pequeña cosa me emocionaba hasta el punto de devorarla cincuenta veces. Eran tiempos felices. 
Ya con mejores conexiones mis amigas y yo compartimos y disfrutamos al máximo todo material existente del ya mencionado cuarteto, de Gackt, de Dir en Grey, de Miyavi, de X Japan... Mai y yo (Rakiu ya menos) nos enamoramos profundamente del Visual Kei en todas sus dimensiones, desde Malice Mizer a D'espairsRay, pasando por Buck-Tick, Pierrot y tantísimos otros. Cada descubrimiento resultaba fascinante. Tal vez ayudaba a hacerlo todo tan especial el hecho de que esta clase de música fuera todavía impopular en la red, pero desde luego que lo más importante era la calidad de estos grupos, así como la innovación, ese sentimiento de frescura que nos transmitían.
Con el tiempo no sólo fuimos cambiando nosotras (la vida se complica cuando te haces mayor), sino que también el panorama musical evolucionó. Algunos grupos desaparecieron, otros nuevos surgieron, algunos géneros empezaron a estar sobreexplotados y otros, decadentes. Lo cierto es que en los últimos años me cuesta más darle una oportunidad a un grupo "Visual" (ya se sabe que es difícil decidir qué se engloba bajo este término y qué no), ya que abres una Shoxx y la mayoría de ellos no son más que copias de otros existentes previamente. Siempre pasa. Pero, desde luego, entrar en un foro y que la gente esté emocionadísima por 4700B (así suelen ser los nombres) me da ganas de decirles: "Queridos, no está escrito lo muchísimo que esta gente bebe de Baroque". Quiero decir, es normal que a las nuevas generaciones les interese la música actual, pero no deja de ser frustrante que grupos y artistas que no son sino meras copias tengan la popularidad que no se da ya a otros que fueron pioneros en algo. Como cuando salió el videoclip de I.V. de X Japan y hubo alguien, sin duda escuchándolos por primera vez, que preguntó: "¿Qué hace ahí esa guitarra sola?". Decir que te gusta la música rock/Visual japonesa y no conocer a Hide me parece un crimen. Igual que decir que te gusta el cine y no saber que existe, no sé... El padrino
En fin, que me desvío. Lo que vengo a decir con todo esto es que, tras ver tantas y tantas muestras de grupos iguales con miembros iguales y sonidos iguales, me he ido cerrando un poco. De vez en cuando surge un grupo que me llama la atención y me parece maravilloso (por ejemplo, he amado a Versailles desde el primer día -culpa de Kamijo- y me siguen pareciendo uno de los grandísimos grupos que ha dado el Visual), pero en general estoy menos receptiva de lo que lo podía estar antes. Siempre seguiré a los míos, a esos que tan buenos momentos me han dado y que me siguen apasionando y maravillando, pero estoy un poquito mosqueada con el mundillo hoy en día. Sin embargo, como decía, a veces te encuentras con un proyecto espectacular que te deja sin palabras y hace que recuperes la fe en la creatividad. Es el caso de los muchachos cuya fotografía encabeza esta entrada: 9GOATS BLACK OUT. Llevo escuchándolos por encima cosa de un año, pero hace poco que me puse los cascos en los oídos y le di al play en una de sus carpetas. Gratísima sorpresa y no menor extrañeza, pues algunas canciones ya las había escuchado y la experiencia fue totalmente nueva al hacerlo con atención y en el conjunto del disco. A día de hoy, me parecen de lo mejorcito que hay en Japón a todos los niveles. Son no sólo buenos técnicamente hablando, sino que además escucharlos es una experiencia única, íntima, emotiva. Saben introducir perfectamente en su sonido rock los matices necesarios para hacer de cada tema un paseo por el alma, por los sueños y los deseos, por los recuerdos y los remordimientos. Cada canción es una pequeña genialidad. A veces la palabra belleza se les queda corta. Tampoco puedo dejar de manifestar que amo con todo mi corazón la voz de Ryo, que contribuye a incrementar ese sentimiento de cercanía e intimidad. Y desde luego Hati y Uta son fantásticos. 
Les debo mucho no sólo por ser una fuente de inspiración infinita, sino también por devolverme las ganas de descubrir nuevos grupos japoneses y por demostrarme que todavía queda en el país nipón gente que decide arriesgarse y buscar su propia identidad. 
Gracias, 9GOATS BLACK OUT. 

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