lunes, 6 de febrero de 2012

Opiniones -tal vez- impopulares

En ocasiones como ésta, prefiero empezar por la parte menos polémica, que no por ello menos subjetiva, dado que las dos personas de las que voy a hablar hoy me gustan tantísimo que la mayor parte del tiempo no les veo los fallos.

Así pues, comenzaré refiriéndome a la pequeña pantalla, concretamente a la nipona, que casi siempre me deja un buen sabor de boca. ¿Razones para ver Himitsu chouhouin Erika? Una sola: Chiaki Kuriyama. Sí, estoy hablando de aquella colegiala que en Kill Bill Vol. 1 peleó con una bola de pinchos contra Uma Thurman y murió llorando lágrimas de sangre. Algunos la recordaréis ataviada con un chándal amarillo en Battle Royale, o peleando contra la maravillosa Aya Ueto en Azumi 2. En mi caso, conocí a esta actriz gracias a su papel en la adaptación cinematográfica de Kagen no tsuki (tal vez mi manga favorito de Ai Yazawa), en un rol más o menos normal; y aunque ya entonces me conquistó, lo cierto es que fueron sus interpretaciones más sangrientas las que acabaron de engatusarme. Desde ese instante, Chiaki Kuriyama es una de mis actrices (y mujeres en general) favoritas y, por ello, razón suficiente como para empezar a ver algo que con cualquier otra protagonista me llamaría poco la atención.
En realidad, la fórmula de Himitsu chouhouin Erika es bastante simple. Se trata de la historia de una ama de casa aparentemente corriente, pero que esconde un secreto: trabaja a tiempo parcial como espía. Los capítulos se presentan en forma de misiones y una de las imágenes recurrentes y más significativas es el momento en que Erika (Chiaki) se saca el anillo de casada y "se transforma" en la espía letal que ayuda a sus clientes a castigar a quienes les amenazan. Aunque algunos de los casos son algo previsibles y todos los episodios siguen la misma estructura sencilla y clara, lo cierto es que me ha encantado este dorama de principio a fin; por ella, por supuesto. Y es que es una maravilla que en una sola serie se nos permita verla en facetas tan dispares, a lo que contribuyen además los múltiples disfraces que emplea para camuflarse. 
Mención especial a los dos últimos episodios, que me mantuvieron en vilo todo el tiempo y cuyos giros de guión casi me provocan alguna que otra taquicardia. Me ha gustado mucho verla trabajar con Tetta Sugimoto y con Takuya Ide y, la verdad, no me importaría que realizaran una segunda temporada. 

Dejando a un lado mi amor por esta pedazo de actriz, aún hay otra persona a la que adoro con todas mis fuerzas y que, aunque no se dedique mayoritariamente a la interpretación, sí que ha hecho sus pinitos. Se trata de Gackt, perfecto hombre y mejor hermano (ficticio, pero no sueña quien no quiere), uno de los seres más fabulosos del planeta.
Bunraku se proyectó por primera vez en el Festival Internacional de Cine de Toronto en el año 2010, sin embargo no se ha estrenado en nuestro país hasta ahora (aunque debo añadir que, por no romper costumbres, a Ourense no ha llegado; gracias, Cinebox, por hacerme siempre tan feliz), y por ello es éste el momento adecuado para escribir al respecto. El título es una alusión al teatro de marionetas japonés, y ciertamente las escenas se entrelazan y suceden como en un guiñol, aunque con decorados y títeres hechos de papel que uno debe levantar o apartar según convenga. Las comparaciones con Sin City son inevitables (y no sólo por la presencia de Josh Hartnett; actor que nunca me ha gustado demasiado, ni siquiera con la insistencia de una amiga que me hizo ver mil veces Pearl Harbor durante la Secundaria), ya que recurre a la estética cómic de ésta, así como a la voz narradora (en este caso sólo una) cargada de un humor sardónico y encerrado en el tono seco del que habla. No está a la altura del increíble juego visual de Sin City, no obstante la estética y la ambientación son magníficas, con una fotografía original e interesante.
La historia es tal vez el punto más flaco de la cinta, ya que está cargada de clichés y hay algún que otro personaje que no hace ni deshace (como es el caso de Alexandra, interpretada por Demi Moore), sin embargo he de llevarles la contraria a los que dicen que no engancha, porque a mí no me aburrió en ningún momento y tiene escenas bastante memorables, como la de Gackt y el wasabi. Es además una mezcla de géneros como pocas veces se ha visto antes, y por momentos puede recordarnos a un videojuego (malos esperando mientras el protagonista se enfrenta a otro incluidos), al cine samurái de los años 50 y 60, a las extravagancias de Takeshi Kitano o incluso a un western
Me veo obligada a añadir además que Gackt está guapísimo con su coleta y sus ojos oscuros y que me gusta ver que ha ido mejorando como actor. Sus escenas de acción son más que aceptables y su inglés me resulta lo suficientemente tierno. No sé si es por la emoción de verlo tanto tiempo en pantalla o por la fotografía preciosista de la cinta, pero a mí, al contrario que al resto del mundo, Bunraku me ha gustado, y está claro que volveré a verla. No es un peliculón, pero cumple su función de entretener (muy, considero, subestimada). 

Con esto me despido hasta la próxima. 

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