De series va la cosa últimamente, y es que esta temporada me estoy llevando sorpresas muy, pero que muy agradables.
Sigo tratando de recordar cómo llegó este título a mi pantalla. Sí tengo más o menos vívido el momento en que observé el cartel promocional y las críticas de quienes ya estaban inmersos en el día a día de estos personajes; fui público fácil, vi el nombre de Cillian Murphy, el logo de la BBC y la metí en mi carpeta de pendientes. Ah, y yo que pretendo ir de dura.
La verdad es que había pasado tiempo desde que decidiera que la vería. Cada vez que entraba en mi cuenta de Series.ly, ahí seguía, muerta del asco. Y la ocasión se ha dado gracias a los "fantásticos" cinco días que me he pasado en la cama con gripe (¡hoy he vuelto a salir al mundo!); menos me ha llevado cepillarme los seis episodios de los que se compone la primera temporada de Peaky Blinders, que, en mi humilde opinión, ha sido sublime.
No son lo mío los gánsters, pero ellos protagonizan esta serie en la que se nos acerca un poquito al convulso Birmingham de los años posteriores a la Primera Guerra Mundial, un contexto poco explorado antes y que por ello resulta más llamativo. Annabelle Wallis, Sam Neill, Helen McCrory y Paul Anderson son algunas de las caras conocidas que se pasean por la gris ciudad en la que comienzan a bosquejarse el movimiento proletario, el conflicto de Irlanda del Norte y el reclamo de la igualdad de derechos por parte de las mujeres que se quedaron atrás cuando los hombres tuvieron que irse a la guerra.
Iba a escribir una frase con lo mejor y otra con lo peor de esta temporada introductoria, pero creo que me voy a saltar a la torera mis propias intenciones y os voy a aburrir con una parrafada referente a lo primero; lo peor lo resumiré mucho más. Lo mejor de Peaky Blinders es la cuidadísima ambientación, que desde el segundo uno nos hace sentir en otro mundo, en otras circunstancias, con unas perspectivas de vida sesgadas y unas oportunidades cambiantes, con un creciente pesimismo alentando la violencia y las fechorías de bandas organizadas que se autoproclamaban sin pudor los amos de la calle. Lo mejor de Peaky Blinders son las interpretaciones, tan sólidas que atan al sillón, de unos personajes tremendamente interesantes, cargados de matices pese a su dura fachada, con fantasmas del pasado reflejándose una y otra vez en sus ojos y en sus acciones; mención aparte merecen el protagonista, Thomas Shelby, y el actor que lo interpreta, pues se comen la pantalla a cada minuto y atrapan con ese enfermizo todo por la familia, aun a costa de la familia. Lo mejor de Peaky Blinders son los guiones, en ocasiones no demasiado originales (la serie ha sido comparada con Boardwalk Empire, aunque su creador asegura haber escrito la idea antes de que la americana se estrenara; como lo la he visto, igual me da), pero no por ello peores. Lo mejor de Peaky Blinders es la banda sonora, cargada de dramatismo e ironía cortesía de Tom Waits, Nick Cave o los White Stripes. Lo mejor de Peaky Blinders es la historia de amor, lírica, elegante, creíble, hermosamente dibujada. Lo mejor de Peaky Blinders son las cicatrices.
¿Lo peor? Sam Neill. Lo siento por quienes le queráis, pero no es mi caso. No por él, que me resulta bastante indiferente dado que no forma parte de mi infancia como lo hace de la de tantos otros. Sencillamente, en medio de tantos buenos actores, se queda reducido a la nada, ínfimo en un papel enorme para él. No me ha gustado especialmente su personaje ni cómo lo han llevado, pero la impresión habría sido mejor si en ciertas escenas me lo hubiera creído un poco más.
¿He dicho ya que Cillian Murphy se come con patatas cada plano? Pues eso.
¿Nick Cave? ¿Cillian Murphy? Creo que me voy a saltar el que tenga un argumento no-cienciaficcionero/fantástico y bajarla..
ResponderEliminarYo me he saltado el hecho de que no me llamara nada la temática, y me gustó mucho. La ambientación es una delicia, y esos temas que introduce tan interesantes como el conflicto de Irlanda del Norte.
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