Hay cosas que se empiezan a apreciar sólo cuando uno está lejos de casa. Un ejemplo son los días que por convención se dedican a la madre y el padre, ya que, aunque sean un mero cebo comercial (y se vayan quedando arcaicos, dados los nuevos y maravillosos modelos familiares), nunca está de más celebrar lo importantes que son estas personas.
Este año, el primer domingo de mayo me sorprende en Madrid, sin haber podido ir a casa o, como en 2014, juntarme con mi familia en un punto intermedio (bendita Castilla). Así que no me ha quedado otra que enviar mi recuerdo por correo y teléfono, y sentirme un poquito sola en el día de hoy.
Comparto un poema de la madre Teresa de Calcuta. Para todas las madres.
Enseñarás
Enseñarás a volar... pero no volarán tu vuelo.
Enseñarás a soñar... pero no soñarán tus sueños.
Enseñarás a vivir... pero no vivirán tu vida.
Enseñarás a cantar... pero no cantarán tu canción.
Enseñarás a pensar... pero no pensarán como tú.
Pero sabrás que cada vez que ellos vuelen, sueñen, vivan, canten y piensen...
¡Estará en ellos la semilla del camino enseñado y aprendido!
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