sábado, 19 de noviembre de 2016

Los conciertos de mi vida (hasta ahora)

¡Ya está aquí, ya llegó la dosis nostálgica del día! Tengo, como Paula Rojo decía en su canción, una obsesión por recordar; me encanta pensar en lo vivido, en las aventuras que han merecido la pena, en todo aquello que me ha hecho crecer. Mi cabeza está en muchos universos al mismo tiempo: el presente y tangible, el que me fabrico inconscientemente y por el que deambulan toda suerte de personajes; y el de los recuerdos, que tengo la fortuna de coleccionar con mucho mimo.

Hace un par de semanas que vengo poniendo por escrito, en un cuaderno, algunas de las cosas que no quiero olvidar de los conciertos a los que he asistido. Quiero pensar que quedan muchos por delante y que la vida va a ser larga, pero, por ahora, os dejo con mi top de momentos inolvidables de música en directo, aquellos que mayor huella han dejado en mí, por orden cronológico.

D'espairsRay (2007, Fuenlabrada)

Nuestras jetas ese día. Mis pintas, por favor (soy la de la derecha).
D'espairsRay es un grupo del que ya he hablado muchas veces en este blog y posiblemente seguiré haciéndolo, pese a que en la actualidad no estén juntos (no porque no quieran). 
El concierto que dieron en España en 2007 supuso muchas cosas para mí: viajar por primera vez para ver a un grupo, ¡primer encuentro real con un grupo japonés!, conocer a muchísima gente "rara" como nosotros que disfrutaba de un tipo de música por el que a todos nos calificaban de frikis en el instituto. 
Era un sueño que mis amigas y yo habíamos imaginado muchas veces y, llegado el día, costaba mucho creer que estuviese ocurriendo. Desvirtualizar a gente con la que hablaba a diario fue genial, perder la vergüenza y saludar a otros conocidos de Internet resultó maravilloso, D'espairsRay era y será uno de mis grupos favoritos y el concierto desató un sinfín de lágrimas que me llevaré a la tumba.
¿Recordáis aquella época en que estaba prohibido sacar fotos a los grupos en directo? Por eso no tengo ninguna. Pero que fue impresionante y que además hubo meet&greet ya os lo digo yo, que lo llevo a fuego en el kokoro.

HIM (2008, Madrid)

Ville Valo en LQ. No le he vuelto a ver la cara desde entonces.
HIM se convirtió desde el primer día en mi grupo favorito, codo con codo con el otro del que soy inseparable: L'Arc~en~Ciel.
Los conocí un buen día gracias a The Sacrament y enseguida supe que serían parte de mí: la voz grave, las melodías, esas letras cargadas de poesía, ese amor por su tierra que me metieron en las venas y sigo bombeando a cada suspiro.
Fui con dos amigas y recuerdo perfectamente nuestro viaje, saliendo de Ourense de madrugada (las 2 o las 3 eran) para ir a coger un avión a Santiago que nos dejara en Madrid por la mañana. Estábamos dormidas, cansadas y un poco asustadas por ir a ver a nuestros ídolos en vivo, pero el día fue una locura de bromas, risas, especulaciones y encuentros fortuitos en la cola. No he vuelto a ver a HIM (no han vuelto por España, los muy...), pero la emoción de ese día todavía me pone nerviosa: la forma en que la voz me acariciaba, la sonrisa de Valo, lo sobrios y metidos que se veían todos en el espectáculo, un repertorio cargado de mis temas favoritos y muchas lágrimas emborronando la vista.
Os prometo que este verano me dediqué a buscar a Valo por Helsinki (visité su antigua casa, me tomé un capuccino en el bar de su amigo Jussi69, contemplé desde fuera el sex shop de su padre aunque no me atreví a entrar...); nunca dejo de contar los días para volver a verle... a él y a mis queridos HIM, que siempre me dan pasión.

L'Arc~en~Ciel (2008, París)

Fotografía sacada por Cédric Cocinelli. Yo no metí la cámara.
Cuando cumples uno de esos sueños que has tenido durante muchos años pero creías completamente inalcanzables, cuesta mucho asimilar que realmente ha ocurrido. Ver a mis dos grupos favoritos el mismo año, como comprenderéis, no lo digerí entonces ni lo he podido hacer hasta ahora.
L'Arc~en~Ciel está envuelto de magia: el viaje a París, aquel albergue cutre donde dormimos y dos de mis amigas más locas discutiendo todo el día entre sí. Muchísima gente de muchísimos países distintos, la televisión francesa y japonesa grabándonos, el momento en que el grupo comenzó a ensayar mientras estábamos fuera y me puse a llorar como una tonta al oír la voz de Hyde.
L'Arc fue un regalo y no me quiero morir sin haberles visto de nuevo a los cuatro juntos, guapísimos como ellos lo son, con su calidad musical y esas puestas en escena que dan mil vueltas a casi cualquier cosa que se haga en Occidente. 
Para mí, verlos a ellos fue como llegar a una meta: la de lo lejano, la de lo casi imposible. Os recuerdo que era una época en que la música japonesa apenas comenzaba a llegar aquí, en que la comunidad de fans era muy sólida y fiel pero no excesivamente grande. Y estos señores se plantaron en París y lo dejamos absolutamente todo para no perdernos la ocasión.
Gracias es la única palabra que se me ocurre siempre que recuerdo este día. 

Apocalyptica (2010 y 2015, Madrid)

Perttu 2015, Eicca y yo 2010, grupo 2015.
El de Apocalyptica es un caso maravilloso porque dos veces los he visto y dos veces me han dejado sin aliento. La primera vez, en 2010, fue la de la sorpresa: les seguía, les quería, pero no sabía cómo serían las sensaciones en vivo; la segunda, cinco años más tarde, fue la de la reafirmación de que son uno de los mejores grupos para ver en directo, de que tienen una energía infinita y de que son unos músicos de los pies a la cabeza.
De 2010 me quedo con el repertorio, con muchos momentos de magia, con la posibilidad de charlar con ellos a la salida y con el rotulador plateado de Perttu que iba por ahí dejando huella. De 2015, con su sentido del humor, con los Angry Birds y con la aportación magnífica de Frankie Pérez
Perfecta compañía en ambos casos, amor por la música y ganas de pasarlo bien encima y enfrente del escenario; y, lo más importante, una calidad que no siempre va acompañada de tanta humildad y sencillez.
Al fin del mundo me iría con ellos.

Dir en Grey (2015, Londres)

Imagen post-concierto. Algo sobre unos cruasanes, o algo así.
Si digo que 2015 es un año que posiblemente estará en el top toda mi vida es por algo: fue una gran etapa a nivel personal, en la que llegué al equilibrio que necesitaba y, por si fuera poco, la vida me puso delante la posibilidad de cumplir varios de esos sueños de niña que todavía no se habían alcanzado.
Uno, volver a Londres, ciudad que amo y que no pisaba desde 2010; el segundo, ver por fin, tras lo que parecía una eternidad, a nuestros Dir en Grey; el tercero y no por ello menos importante, hacerlo al lado de las personas con las que he compartido este amor desde muy crías. 
Ya escribí en su día una entrada sobre este concierto y por lo tanto no me voy a alargar demasiado. Me llevo, por una parte, la locura, y es que había estado en conciertos con gente demasiado alterada, pero nada igual; empujones, puñetazos, pisotones y de todo en un recinto donde el aforo presente ocupaba la mitad o menos del espacio destinado para él. Me llegué a plantear, ¡YO, EN UN CONCIERTO DE DIR EN GREY!, irme para atrás de lo agobiada y mareada que me sentía. Menos mal que no me fui porque después la cosa mejoró un poco y me habría arrepentido de no estar lo próxima al escenario que me permitió esa jungla de dementes.
Lo que desde luego no se borrará es la impresión impecable que dejaron en mí con su Arche (el concierto estaba basado casi de forma exclusiva en este disco), una obra maestra que en directo impactó con mucha más fuerza en mí y que me tuvo hipnotizada y prácticamente inmóvil. No recuerdo haber llorado; eso sí, al salir me dolían las mejillas de sonreír.

KISS (2015, Madrid)

Había un señor que no paraba de ofrecerme cerveza.
Cuando tenía 15-16 años, hubo una época en que soñaba muy a menudo con un concierto de KISS. Siempre el mismo, con las mismas canciones y desde el mismo lugar.
A veces pensaba que, si llegaba a verlos algún día, sería tal cual como en mi sueño, que habría sido premonitorio. Pues bien, no lo fue en cuanto a local o posición de mi persona en las gradas, pero sí en repertorio, y es que me tocó una gira de grandes éxitos (como ya casi todas las suyas) e hicieron un repaso por lo mejor de su carrera (quedándose en el tintero, en mi opinión, grandes como Strutter).
KISS en directo son todo lo que prometen: fuego, luces, tirolinas, plataformas móviles y, en definitiva, un espectáculo en mayúsculas pese a que los señores bajo el maquillaje ya tienen una edad. 
Ver a KISS fue efectivamente un sueño. Fue como decirle a la Kaoru de 15 años: "¿Ves como no hay nada imposible?". Porque no lo hay.

Nightwish (2015, Londres; 2016, Madrid)

Todas de 2016; en 2015 estaba sin cámara.
Nightwish es otro de esos nombres grandes en la historia de mi vida. Lo voy a explicar muy brevemente: conexión emocional, que es lo que busco en todo cuanto leo, escucho, veo o hago. CONEXIÓN EMOCIONAL, así en mayúsculas, porque en el caso de Nightwish es absoluta y, si escribiera mejor, el 99,9% de sus letras bien podría haberlas escrito yo.
Y, qué curioso, porque les conocí cuando todavía cantaba Tarja y lloré su marcha como cualquier otro fan, les viví con Anette y disfruté muchísimo sus discos con ella; pero no les he visto en directo hasta la incorporación más reciente de la ex-cantante de After Forever, Floor Jansen. Y, de no haber tenido la suerte de verles en directo en mis más de trece años como seguidora, de repente les veo dos veces.
Londres fue especial pese a tener un sitio muy malo y ver más bien poco, porque era la primera vez y me contagiaron una energía con la que no contaba; porque tocaron varias de mis canciones favoritas, porque me demostraron su solidez en directo, porque me emocionaron y me hicieron desear no irme de allí jamás.
Madrid fue distinto, ya que estuve muy cerca, esta vez acompañada de gente maravillosa, y llegué a sentirme parte de la banda, casi como si estuviera en el escenario. Me dio tiempo de sonreír con entrega, de llorar, de cantar a todo pulmón y quedarme callada cuando lo mejor era no interrumpir la belleza de melodías como Sleeping Sun, que raramente volveré a oír en directo.
Nightwish es otro gracias. Gracias y no me hagáis esperar demasiado.

Tarja Turunen (2016, Madrid)

También la vi en 2014, pero 2016 fue increíble
Tarja fue lo primero que me atrajo de Nightwish: nunca había escuchado una voz como la suya fuera de los entornos de la música más clásica, y me sorprendió muchísimo. Con los años, fui descubriendo los distintos matices de su lírico perfecto, y enamorándome profundamente ya no sólo del grupo, sino de ella como vocalista.
Su carrera en solitario tiene sus más y sus menos para mí; no está por ninguna parte la redondez compositiva de Nightwish, sin embargo Tarja a mí ya me tiene. Ya la quiero, y al quererla ya está todo hecho.
En 2014 disfruté muchísimo su concierto en la Sala Arena de Madrid, pero el de 2016 fue impecable. Hay algo en ella que no estaba ahí hace años, una tranquilidad, un equilibrio quizás, una alegría distinta; y es maravilloso ver cómo ha encontrado su calma como artista. Transmite un amor por lo que hace que se contagia y, si la primera vez había llorado, en esta segunda ocasión no dejé de hacerlo en todo el tiempo. 
Tarja es maravillosa.

Hay varios conciertos también fantásticos en los que no he entrado: Amorphis, Sonata Arctica, Red Hot Chili Peppers, Florence + The Machine... Aunque los llevo en el corazón y son muy especiales, he intentado quedarme únicamente con los que más me han removido las entrañas. 

¡Por muchos más! 

2 comentarios:

  1. Me sorprende mucho la carga emotiva de los conciertos, y que prácticamente te ha acompañado a lo largo de tu vida en situaciones muy distintas...y digo que me soroende porque estoy en el polo opuesto: no voy a ninguno! Adoro a Florence and the Machine y Nick Cave, pero creo que no me metería en una aglomeración de gente para verlos.

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  2. Sí, para mí es una experiencia totalmente emocional. Cuando llevo un mes o dos sin ir a ningún concierto, ya estoy que me apunto a cualquiera, jajaja. Los disfruto mucho, la música en vivo es algo que para mí no tiene comparación.
    Nick Cave en directo también tiene que ser una experiencia bastante intensa.

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