Pero, fundamentalmente, esto es lo que hemos hecho siempre los artistas. Cogemos nuestro dolor y lo transformamos en algún tipo de narrativa, en un espectáculo o en una historia; en algo... distinto. Enmarcamos nuestro trauma lo mejor que sabemos y lo ofrecemos. En el mejor de los casos, es un regalo; en el peor, es un producto. Y la cantidad de respeto que otorgamos a nuestros artistas parece ser directamente proporcional a la corrección, a la autenticidad, al desinterés con el que ellos son capaces de tomarse una selfie emocional como ésta.
Así se refería, en el artículo que os enlazo, Amanda Palmer a One More Time With Feeling, el documental que nos acercó a la desgracia de la muerte del hijo de Nick Cave en 2015. Cuando me di de bruces con Hallatar, a quienes mencioné en mis Favoritos de Octubre, una de las primeras cosas que se me vinieron a la cabeza fue esta bellísima y desnuda reflexión de Amanda. Y es que los temas son comunes: música, luto, dolor, autopsia emocional. Hallatar no es sólo música, pero es la forma más pura de música.
Me encontré con el grupo de forma accidental y entré a ver de qué se trataba al notar la presencia de Gas Lipstick (ex-HIM; HIM es y será siempre uno de mis grandes grupos favoritos, parte indispensable de mi biografía y de mi atlas sentimental) y de Tomi Joutsen (cantante de Amorphis, poseedor de una voz y de una forma de entender la vida y el arte que amo sin reservas). No me di cuenta, en un primer momento, de que ellos, si bien indispensables, estaban en segundo plano. De que todo este proyecto era cosa de otras dos personas, trascendentes y rotas en pedazos como es necesario estarlo para Sentir, para Amar, para Llorar en mayúsculas: Juha Raivio, compositor de la música; y Aleah Starbridge, autora de cada palabra.
Ignoro en qué momento de sus vidas se toparon Juha y Aleah. Sé que se fundieron a nivel musical en un proyecto llamado Trees of Eternity. Sé que se fundieron también a nivel personal en una relación que duró siete años. Y entonces se interpuso el cáncer, y Aleah falleció en abril del año pasado. Y Juha sintió que se volvía loco, pero recuperó el sentido de su vida cuando comenzó a recopilar textos que ella había dejado y decidió prendarlos de melodía y convertirlos en una oda a la persona a la que iba a amar toda su vida.
Hallatar es un poema. Es una nota de suicidio, la que alguien deja antes de desprenderse de quien es para tornarse algo nuevo. Es el llanto cuando no quedan lágrimas. El luto por una parte de nuestro corazón irrecuperable. Un grito desgarrado con el que nos desafiamos a Vivir. Es música desnuda, despedazada, cargada de amistad y amor y dolor y desesperación. Es la confianza de dos amigos que deciden cargar con parte del dolor de otro. Es la forma única de entender el mundo de una persona que ya no está en él, pero cuyas huellas son imborrables para alguien. Es el susurro y el gemido y el desgarro y la nana del enamorado que ama por completo y se entrega y sin embargo debe mantener su entidad propia.
Es un canto a la vida, la declaración de intenciones de quien planea seguir adelante aun a costa de sí mismo. Es fuerza, es valor, es vulnerabilidad y luz.
Las palabras de Aleah, en una sencillez preñada de precisión, reflejan de la forma más honesta el dolor de Juha, y es difícil y sencilla de entender la magnitud de su conexión, de su apertura mutua, del vínculo que les une más allá de la vida y de la muerte. Canciones de amor como The Maze y Melt describen la vorágine de miedos que conlleva la desnudez; la caída, el amoratamiento que implica la libertad absoluta, la entrega vulnerable a otro; cómo esa unión les hizo encontrar una versión más verdadera de sí mismos y sin embargo les cambió. Juha convierte en guturales las palabras dulces y en carne viva de Aleah.
Temas más salmódicos y oscuros como Severed Eyes o My Mistake (con Heike Langhans) son entonados con voces limpias que transmiten el dolor a través de la simplicidad.
Vale la pena sufrir el viaje a nuestras propias entrañas que es escuchar a Hallatar. Vale la pena enraizar en ese dolor y ser parte del proceso de catarsis como Gas y Tomi decidieron serlo por su amigo. Vale la pena, siempre, abrirnos en canal e identificar cada una de las piezas que nos hacen ser quienes somos y revelarnos buenos y malos y estúpidos y reales. Vale la pena el trauma. Vale la pena la resurreción.
Hallatar es una Carta de Amor. Y no hay nada más bello y puro en el mundo que una Carta de Amor.
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