El año toca a su fin y estos dos últimos meses se me han acumulado. He estado de viaje, he tenido (tengo) vacaciones y el blog se ha quedado en un segundo plano; pero ya tenía ganas de volver a retomarlo con ganas. Hay varias entradas que quiero escribir YA y espero ir haciéndolo estos días.
Por el momento, os traigo mis Favoritos de noviembre y diciembre. ¡Menudos meses han sido!
Películas
No ha sido mi época más cinéfila, pero algunos títulos han caído y os voy a contar un poquito sobre los que más me han gustado:
-Iniciation Love (2015). Tenía ganas de Shota Matsuda y no sabía lo que me iba a encontrar en esta película, pero lo cierto es que la disfruté muchísimo. Retrata, con gran naturalidad, el desarrollo de una relación amorosa desde que se conocen hasta que sus vidas toman rumbos distintos y se ven forzados a luchar contracorriente. Nos enseña los momentos más desagradables, cuando se pierden los papeles y todo se degrada. Y después termina con un final inesperado y que hace que incluso las pequeñas cosas que nos habían rechinado cobren una luz distinta (y maravillosa). Atsuko Maeda se come la pantalla y está espléndida en el papel de la novia fiel que traga con todo. Volveré a verla.
-Atrapados (1949). En mi inagotable amor por James Mason, volví a ponerme a ver cintas suyas. Atrapados no está entre las mejores, pero se ve muy bien y cuenta con los elementos distintivos del cine de Max Ophüls. Acompañamos a Leonora en su matrimonio con el multimillonario Smith, y a su lado vamos viendo cómo el sueño americano se desmorona porque casarse con el dinero no puede satisfacer necesidades de otro tipo. Leonora abandona a su marido y se busca la vida trabajando como secretaria en una consulta médica, y a partir de ahí se enfrenta al deseo de tomar su propio camino frente a aquello que la ata a su marido. El personaje de James Mason está, quizá, demasiado idealizado; pero a mí me enamoró.
-Operación Cicerón (1952). Una de las pocas películas de su época en Estados Unidos que James Mason reconocía como buenas años más tarde, Operación Cicerón (5 Fingers) es una intriga de espías ambientada en la Segunda Guerra Mundial. Diello (Mason) trama un plan muy minucioso para vender a los nazis información sobre los británicos, y los espectadores somos testigos de cómo se la va jugando paso a paso. Además de ser una historia trepidante y muy bien desarrollada, los personajes enganchan. Me gustó especialmente Danielle Darrieux en el papel de la condesa polaca; a pesar de no salir en demasiadas escenas, su presencia se siente en toda la película.
-They Met in the Dark (1943). Pese a su sencillez, es una película encantadora. Nos hace compañeros de Laura (Joyce Howard) en su visita a una vieja vivienda familiar, donde descubre un cadáver. Todo apunta a que Richard (James Mason) es el culpable, pues parece muy preocupado por seguirla y silenciarla. En un primer momento, seguimos sus caminos por separado, más o menos conscientes de los propósitos reales de cada uno; después ya nos enredamos en su enredo y la intriga se va ampliando. Decían algunos críticos que la película, dirigida por Karel Lamac, da la impresión de ser el borrador de un guión de Hitchcock: podría estar más pulido, podría ser más redondo. Eso sí, en sí misma resulta lo suficientemente agradable y la pareja protagonista cautiva con muy poco.
También he visto otras dos que no me disgustaron: El Otro Lado de la Esperanza (2017), de mi querido Aki Kaurismäki, que no es de las que más me han gustado del director finlandés pero aun así me divirtió y conmovió; y Watchmen (2009), que tiene un montón de elementos innovadores y maravillosos, pero que se acaba ahogando un poco en ellos (tal vez habría ido mejor si los personajes me hubieran gustado).
Series
Estoy viendo pocas series. A día de hoy tenemos catálogos tan amplios a nuestra disposición y hay tantas que son buenas, que me estoy cerrando un poco en banda y quiero ir poco a poco. Tampoco me sobra el tiempo como para engancharme a Netflix.
-Alias Grace (2017). Basada en una novela de Margaret Atwood, Alias Grace es una mini-serie que se centra en las sesiones del psiquiatra Jordan con Grace Marks, una inmigrante irlandesa acusada de un doble asesinato en la casa donde trabajaba como sirvienta. Grace le (nos) cuenta su historia desde el comienzo sin omitir episodios dolorosos o desagradables para ella, pero en todo momento dejando entrever al espectador que lo que cuenta no es necesariamente cierto, y lo que omite podría ser clave. La principal razón por la que Alias Grace engancha es Sarah Gadon, que realiza un trabajo brillante y cuya voz narradora voy a echar de menos durante mucho tiempo. Más allá de la inocencia o culpabilidad de Grace, lo realmente interesante de la serie es cómo analiza las distintas situaciones a las que se enfrenta una mujer de clase baja en la sociedad canadiense del XIX; la mayoría son, además, extrapolables.
-Paquita Salas (2016). En pleno apogeo de la nueva edición de Operación Triunfo (estoy enganchada), aparece en televisión el curioso tándem formado por "los Javis", a quienes conocía por separado hace bastante tiempo y no había seguido la pista. Estoy comenzando a descubrir su mundo, pero ya me tienen fascinada. Paquita Salas es una mini-serie muy especial que funciona como escaparate de la cultura pop española de una forma en que jamás la había visto representada. Desde la perspectiva de Paquita (Brays Efe, sensacional), una representante de actores en decadencia, nos lleva por los suburbios de la farándula y nos acerca a esas estrellas fracasadas, a la frialdad de un mundillo donde a veces hay que pisar para no ser pisado. Y lo hace por medio de la sonrisa y el cariño, y emociona y conmueve sin dejar de resultar simpática.
Libros
Como siempre, tengo mil empezados pero he terminado poquitos.
-La Tumba del Tejedor, de Seumas O`Kelly. Es la historia breve pero muy emotiva de un difunto que debe ser enterrado, pero cuya sepultura nadie parece capaz de identificar en el viejo cementerio que ya no se usa. Sólo los más ancianos del lugar pueden recordar dónde descansan los ancestros del tejedor, pero la edad y la memoria son cosas difíciles de conjugar. Es una narración ágil, divertida, melancólica y muy de andar por casa. Me dejó un sabor de boca maravilloso.
-La Educación del Estoico, de Fernando Pessoa. Se trata de mi primer acercamiento al autor portugués y tengo ganas de seguir adentrándome en sus letras. En realidad, no es más que una relación de pensamientos mixtos y sin hilo conductor, los que se pasan por la mente del narrador cuando reflexiona sobre su decisión de quitarse la vida. Y no, no llega a dar una explicación concreta o una razón de peso que lleve a ese planificado suicidio, pero refleja de forma clara el funcionamiento de la mente humana, que se fija en cosas a veces nada sustanciales y hace de ellas lecturas diferentes en función del momento o de quién sea cada uno. Me resultó creíble, me llevó a mi propia forma de pensar: enredada, incoherente, absurda casi siempre.
-La Última Inocencia, de Alejandra Pizarnik. Sigo leyendo poco a poco los poemarios de Pizarnik de forma cronológica y me gusta cómo los temas van evolucionando, pero también lo van haciendo las formas. En este libro hay versos que me han tocado, sorprendido, encandilado.
Conciertos y viajes
Diciembre ha sido increíble y he estado de viaje diez días por dos de los lugares que más me gustan en el mundo: el primero, que veis en la imagen que encabeza la entrada, es Praga, ciudad que había pisado por primera vez siete meses atrás y que me tiene para siempre; el segundo, mi lugar en el planeta: Finlandia. Volver a estos dos lugares ha sido magia y sé que siempre voy a querer regresar. De Praga, donde sólo estuve dos días y dos noches, esta vez pude ver otras zonas y también las mismas desde otras perspectivas; en Helsinki estuve una semana rememorando mi maravilloso agosto de 2016 y descubriendo sus colores con nieve y decoraciones navideñas. Praga tiene algo hipnótico, una energía que se me cuela en el estómago y hace que florezcan mil ideas y brote la poesía. Finlandia, en su forma de ser humilde pero metódica, de pocas palabras, me hace sentir siempre en casa en las similitudes y en las diferencias con mi propia personalidad, y su lengua ya me suena propia y su humor ya me tranquiliza.
A Praga me llevó esta vez un concierto. En junio os conté que había visto a HIM en Madrid y que me había despedido de ellos, que se cerraba una etapa para el grupo pero que no existía ninguna versión de mí sin su música como parte de mi vida; enseguida tomé la decisión de poner todos los medios para verles de nuevo, para tener una segunda oportunidad de decir adiós. Así que me hice con una entrada y volví a la República Checa, les vi y les escuché mejor que nunca y lo disfruté como una niña pequeña. Haber tenido la oportunidad de ver a mi grupo favorito dos veces en el mismo año es pura fantasía. Y, para mí, sólo ha sido un "hasta luego".
Además de Helsinki, también pude descubrir dos sitios nuevos al sur de Suomi: Lahti, adonde me desplacé para disfrutar de un concierto que al final se tuvo que cancelar (algún día, querido Jarkko Ahola); y Porvoo, ese pueblo de las fotos que parece sacado de un cuento de hadas. Comí todas esas cosas maravillosas que me fascinan, eché mil horas en sus librerías, tuve nieve cuajada y perfecta durante dos días y me mimeticé con la gente yendo a comprar sin necesidad de soltar una sola palabra en inglés (esto es un hito). Su Navidad no tiene la exhuberancia de la checa (que es preciosa), pero sí una sencillez que sólo podía venir del lugar de la verdadera Navidad.
En Helsinki pude asistir, por fin y después de una vida entera deseándolo con todo mi corazón, a un concierto del Raskasta Joulua: la Navidad heavy que hacen girar por las principales ciudades del país un conjunto de músicos cada año. Era la primera vez que celebraban el evento en un lugar tan grande como el Hartwall Arena (que es como el Palacio de los Deportes de Madrid, para que os hagáis una idea; estuvimos bastante tiempo teorizando sobre qué porcentaje de la población total de Finlandia debía de estar allí dentro) y tiraron la casa por la ventana: tres horas y media de show que se hicieron muy cortitas a ritmo de villancicos y con unas voces alucinantes. Maravillosos Tony Kakko, Marco Hietala, Floor Jansen, Joe Lynn Turner, Antony Parviainen, Antti Railio... E INCONMENSURABLE el señor J.P. Leppäluoto, a quien sigo desde hace muchísimo tiempo y a quien moría por ver al fin en directo.
Ya en Galicia, he seguido de paseo y he conocido un par de lugares donde nunca había estado: Viveiro y Ribeiras de Lea, fundamentalmente. También he pasado por Monforte y me he dejado caer por Ourense y Vigo. Quejas: cero.
En fin, que estos dos últimos meses del año me han dejado un gran sabor de boca, más por la realidad que por la ficción. Espero seguir coleccionando aventuras como éstas y poder moverme mucho el año que viene también (tengo planeadas dos salidas fuera de España, pero a ver).
Música
Por razones evidentes, HIM ha acaparado la mayor parte del tiempo dedicado a la música en esta recta final de 2017. La canción que con más fuerza ha vuelto a mí, tras bastante tiempo sin escucharla, ha sido Stigmata Diaboli (Sigillum Diaboli es mucho menos interesante):
Otro tema que he rallado bastante es la colaboración que tiene Hyde en el nuevo disco de Miyavi, titulada All My Life:
Y, ya por último, he estado absolutamente enganchada a Besos En Guerra de Morat con Juanes. A mí el rock a coro me flipa y soy público fácil para temas como éste (aunque esto es más pop que otra cosa, pero da igual):
¿Qué tal vuestros noviembre y diciembre? ¡Nos leemos en nada!
-Iniciation Love (2015). Tenía ganas de Shota Matsuda y no sabía lo que me iba a encontrar en esta película, pero lo cierto es que la disfruté muchísimo. Retrata, con gran naturalidad, el desarrollo de una relación amorosa desde que se conocen hasta que sus vidas toman rumbos distintos y se ven forzados a luchar contracorriente. Nos enseña los momentos más desagradables, cuando se pierden los papeles y todo se degrada. Y después termina con un final inesperado y que hace que incluso las pequeñas cosas que nos habían rechinado cobren una luz distinta (y maravillosa). Atsuko Maeda se come la pantalla y está espléndida en el papel de la novia fiel que traga con todo. Volveré a verla.
-Atrapados (1949). En mi inagotable amor por James Mason, volví a ponerme a ver cintas suyas. Atrapados no está entre las mejores, pero se ve muy bien y cuenta con los elementos distintivos del cine de Max Ophüls. Acompañamos a Leonora en su matrimonio con el multimillonario Smith, y a su lado vamos viendo cómo el sueño americano se desmorona porque casarse con el dinero no puede satisfacer necesidades de otro tipo. Leonora abandona a su marido y se busca la vida trabajando como secretaria en una consulta médica, y a partir de ahí se enfrenta al deseo de tomar su propio camino frente a aquello que la ata a su marido. El personaje de James Mason está, quizá, demasiado idealizado; pero a mí me enamoró.
-Operación Cicerón (1952). Una de las pocas películas de su época en Estados Unidos que James Mason reconocía como buenas años más tarde, Operación Cicerón (5 Fingers) es una intriga de espías ambientada en la Segunda Guerra Mundial. Diello (Mason) trama un plan muy minucioso para vender a los nazis información sobre los británicos, y los espectadores somos testigos de cómo se la va jugando paso a paso. Además de ser una historia trepidante y muy bien desarrollada, los personajes enganchan. Me gustó especialmente Danielle Darrieux en el papel de la condesa polaca; a pesar de no salir en demasiadas escenas, su presencia se siente en toda la película.
-They Met in the Dark (1943). Pese a su sencillez, es una película encantadora. Nos hace compañeros de Laura (Joyce Howard) en su visita a una vieja vivienda familiar, donde descubre un cadáver. Todo apunta a que Richard (James Mason) es el culpable, pues parece muy preocupado por seguirla y silenciarla. En un primer momento, seguimos sus caminos por separado, más o menos conscientes de los propósitos reales de cada uno; después ya nos enredamos en su enredo y la intriga se va ampliando. Decían algunos críticos que la película, dirigida por Karel Lamac, da la impresión de ser el borrador de un guión de Hitchcock: podría estar más pulido, podría ser más redondo. Eso sí, en sí misma resulta lo suficientemente agradable y la pareja protagonista cautiva con muy poco.
También he visto otras dos que no me disgustaron: El Otro Lado de la Esperanza (2017), de mi querido Aki Kaurismäki, que no es de las que más me han gustado del director finlandés pero aun así me divirtió y conmovió; y Watchmen (2009), que tiene un montón de elementos innovadores y maravillosos, pero que se acaba ahogando un poco en ellos (tal vez habría ido mejor si los personajes me hubieran gustado).
Series
Estoy viendo pocas series. A día de hoy tenemos catálogos tan amplios a nuestra disposición y hay tantas que son buenas, que me estoy cerrando un poco en banda y quiero ir poco a poco. Tampoco me sobra el tiempo como para engancharme a Netflix.
-Alias Grace (2017). Basada en una novela de Margaret Atwood, Alias Grace es una mini-serie que se centra en las sesiones del psiquiatra Jordan con Grace Marks, una inmigrante irlandesa acusada de un doble asesinato en la casa donde trabajaba como sirvienta. Grace le (nos) cuenta su historia desde el comienzo sin omitir episodios dolorosos o desagradables para ella, pero en todo momento dejando entrever al espectador que lo que cuenta no es necesariamente cierto, y lo que omite podría ser clave. La principal razón por la que Alias Grace engancha es Sarah Gadon, que realiza un trabajo brillante y cuya voz narradora voy a echar de menos durante mucho tiempo. Más allá de la inocencia o culpabilidad de Grace, lo realmente interesante de la serie es cómo analiza las distintas situaciones a las que se enfrenta una mujer de clase baja en la sociedad canadiense del XIX; la mayoría son, además, extrapolables.
-Paquita Salas (2016). En pleno apogeo de la nueva edición de Operación Triunfo (estoy enganchada), aparece en televisión el curioso tándem formado por "los Javis", a quienes conocía por separado hace bastante tiempo y no había seguido la pista. Estoy comenzando a descubrir su mundo, pero ya me tienen fascinada. Paquita Salas es una mini-serie muy especial que funciona como escaparate de la cultura pop española de una forma en que jamás la había visto representada. Desde la perspectiva de Paquita (Brays Efe, sensacional), una representante de actores en decadencia, nos lleva por los suburbios de la farándula y nos acerca a esas estrellas fracasadas, a la frialdad de un mundillo donde a veces hay que pisar para no ser pisado. Y lo hace por medio de la sonrisa y el cariño, y emociona y conmueve sin dejar de resultar simpática.
Libros
Como siempre, tengo mil empezados pero he terminado poquitos.
-La Tumba del Tejedor, de Seumas O`Kelly. Es la historia breve pero muy emotiva de un difunto que debe ser enterrado, pero cuya sepultura nadie parece capaz de identificar en el viejo cementerio que ya no se usa. Sólo los más ancianos del lugar pueden recordar dónde descansan los ancestros del tejedor, pero la edad y la memoria son cosas difíciles de conjugar. Es una narración ágil, divertida, melancólica y muy de andar por casa. Me dejó un sabor de boca maravilloso.
-La Educación del Estoico, de Fernando Pessoa. Se trata de mi primer acercamiento al autor portugués y tengo ganas de seguir adentrándome en sus letras. En realidad, no es más que una relación de pensamientos mixtos y sin hilo conductor, los que se pasan por la mente del narrador cuando reflexiona sobre su decisión de quitarse la vida. Y no, no llega a dar una explicación concreta o una razón de peso que lleve a ese planificado suicidio, pero refleja de forma clara el funcionamiento de la mente humana, que se fija en cosas a veces nada sustanciales y hace de ellas lecturas diferentes en función del momento o de quién sea cada uno. Me resultó creíble, me llevó a mi propia forma de pensar: enredada, incoherente, absurda casi siempre.
-La Última Inocencia, de Alejandra Pizarnik. Sigo leyendo poco a poco los poemarios de Pizarnik de forma cronológica y me gusta cómo los temas van evolucionando, pero también lo van haciendo las formas. En este libro hay versos que me han tocado, sorprendido, encandilado.
Conciertos y viajes
Diciembre ha sido increíble y he estado de viaje diez días por dos de los lugares que más me gustan en el mundo: el primero, que veis en la imagen que encabeza la entrada, es Praga, ciudad que había pisado por primera vez siete meses atrás y que me tiene para siempre; el segundo, mi lugar en el planeta: Finlandia. Volver a estos dos lugares ha sido magia y sé que siempre voy a querer regresar. De Praga, donde sólo estuve dos días y dos noches, esta vez pude ver otras zonas y también las mismas desde otras perspectivas; en Helsinki estuve una semana rememorando mi maravilloso agosto de 2016 y descubriendo sus colores con nieve y decoraciones navideñas. Praga tiene algo hipnótico, una energía que se me cuela en el estómago y hace que florezcan mil ideas y brote la poesía. Finlandia, en su forma de ser humilde pero metódica, de pocas palabras, me hace sentir siempre en casa en las similitudes y en las diferencias con mi propia personalidad, y su lengua ya me suena propia y su humor ya me tranquiliza.
Además de Helsinki, también pude descubrir dos sitios nuevos al sur de Suomi: Lahti, adonde me desplacé para disfrutar de un concierto que al final se tuvo que cancelar (algún día, querido Jarkko Ahola); y Porvoo, ese pueblo de las fotos que parece sacado de un cuento de hadas. Comí todas esas cosas maravillosas que me fascinan, eché mil horas en sus librerías, tuve nieve cuajada y perfecta durante dos días y me mimeticé con la gente yendo a comprar sin necesidad de soltar una sola palabra en inglés (esto es un hito). Su Navidad no tiene la exhuberancia de la checa (que es preciosa), pero sí una sencillez que sólo podía venir del lugar de la verdadera Navidad.
En Helsinki pude asistir, por fin y después de una vida entera deseándolo con todo mi corazón, a un concierto del Raskasta Joulua: la Navidad heavy que hacen girar por las principales ciudades del país un conjunto de músicos cada año. Era la primera vez que celebraban el evento en un lugar tan grande como el Hartwall Arena (que es como el Palacio de los Deportes de Madrid, para que os hagáis una idea; estuvimos bastante tiempo teorizando sobre qué porcentaje de la población total de Finlandia debía de estar allí dentro) y tiraron la casa por la ventana: tres horas y media de show que se hicieron muy cortitas a ritmo de villancicos y con unas voces alucinantes. Maravillosos Tony Kakko, Marco Hietala, Floor Jansen, Joe Lynn Turner, Antony Parviainen, Antti Railio... E INCONMENSURABLE el señor J.P. Leppäluoto, a quien sigo desde hace muchísimo tiempo y a quien moría por ver al fin en directo.
Ya en Galicia, he seguido de paseo y he conocido un par de lugares donde nunca había estado: Viveiro y Ribeiras de Lea, fundamentalmente. También he pasado por Monforte y me he dejado caer por Ourense y Vigo. Quejas: cero.
En fin, que estos dos últimos meses del año me han dejado un gran sabor de boca, más por la realidad que por la ficción. Espero seguir coleccionando aventuras como éstas y poder moverme mucho el año que viene también (tengo planeadas dos salidas fuera de España, pero a ver).
Música
Por razones evidentes, HIM ha acaparado la mayor parte del tiempo dedicado a la música en esta recta final de 2017. La canción que con más fuerza ha vuelto a mí, tras bastante tiempo sin escucharla, ha sido Stigmata Diaboli (Sigillum Diaboli es mucho menos interesante):
Otro tema que he rallado bastante es la colaboración que tiene Hyde en el nuevo disco de Miyavi, titulada All My Life:
Y, ya por último, he estado absolutamente enganchada a Besos En Guerra de Morat con Juanes. A mí el rock a coro me flipa y soy público fácil para temas como éste (aunque esto es más pop que otra cosa, pero da igual):
¿Qué tal vuestros noviembre y diciembre? ¡Nos leemos en nada!
Holaaa
ResponderEliminarQué ganas tengo de ver la serie de Alias Grace :D
Muy buen año.
Un besito y feliz navidad
@Sandry ¡Gracias por pasarte y comentar!
ResponderEliminarEspero que hayas tenido buenas fiestas e inicio de año.