sábado, 1 de septiembre de 2018

Neocensura

"Estoy en desacuerdo con tu opinión, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a expresarla", Evelyn Beatrice Hall.


Hace tiempo que tengo la sensación de que esta tendencia actual hacia el colectivismo, aparentemente en aras de la justicia y la igualdad, no es más que una máscara que se ponen unos cuantos para sentirse mejor consigo mismos. Que no importa la causa, sino el bando que se ocupe. Que no importa aquello que supuestamente se está defendiendo, sino el hecho de ser uno mismo el que lo defienda.

En fin, las redes sociales nos han llevado a un lugar extraño donde el propio pueblo suplica su censura. Donde todo es blanco o negro y nadie está dispuesto a dialogar. Donde o me das la razón o pienso crucificarte públicamente y con el apoyo de todos mis borregos seguidores que no piensan por sí mismos.

La libertad de expresión aparece recogida como derecho fundamental en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. No implica en ningún caso la injuria ni la agresión verbal, pero sí el derecho fundamental de toda persona a expresar lo que piensa, a reírse de lo que le apetezca y a manifestar cosas desagradables. El que recibe el mensaje también tiene todo el derecho del mundo a ofenderse, sentirse atacado o replicar. En ningún caso tiene derecho a demandar que esa reacción personal conlleve una respuesta censora o incluso un castigo. 

Hacerse mayor tiene muchísimas cosas buenas, pero cada día me siento más extranjera en esta sociedad. Una sociedad en la que las pancartas acaban siempre en manos de quien menos interés tiene en mejorar las causas que describen. Una sociedad en la que el humor es una amenaza.

Una sociedad que no se ríe me parece lo más peligroso del mundo porque carece de autocrítica, es inmadura y egocéntrica y, en último término, conduce a un fascismo autoimpuesto.

Es curioso, pero las personas que conozco que más se ríen y mofan de todo son aquellas que peor lo han tenido en la vida. Y yo me quedo con esas personas hoy y siempre, porque la fortaleza y la capacidad de superación siempre me van a interesar más que la victimización y la necesidad de escudarse en un colectivo que no existe.

El humor y el positivismo son, para mí, las armas clave para mejorar el mundo.

2 comentarios:

  1. Hola,
    Supongo que esto es por lo Rober Bodegas. La verdad es que a mi me preocupa que llamen humor a insultar a minorías. El humor, por lo menos como yo lo he estudiado en la carrera, siempre es de abajo para arriba, contra los que privilegiados. Burlarse de los oprimidos me parece bullying pero eso ya es cuestión de opiniones. Claro esta que no lo censuriria, lo llamaría racista (en esta caso) dado que es lo que es pero no lo censuraria.
    Interesante entrada.
    Besos.

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  2. No estoy de acuerdo, para mí absolutamente todo es susceptible de que se haga humor. Puede no gustarte, puedes criticarlo (aunque no lo entienda porque no es más que humor), pero no pedir censura. Lo de hacer humor sólo con los privilegiados me parece absurdo; primero: ¿quiénes son los privilegiados? y segundo: ¿sólo puedohacer humor de hombres blancos heterosexuales, really?
    También considero que lo de opresores-oprimidos está empezando a ser un poco oportunista; si rascas, hay opresión hacia tantas cosas que es imposible trazar una línea.

    A mi me da mucho miedo una sociedad que camina hacia ese lado y no puedo compartir esa visión del mundo que nos hace a todos estúpidos, indefensos y necesitados de protección=censura.

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