lunes, 3 de septiembre de 2018

Voces para la vida: Johanna Kurkela


Es soprendentemente fácil que, cuando pienso en voces únicas, se me venga a la cabeza la de Johanna Kurkela. Tiene uno de esos timbres inclasificables y distintos de cualquier otro, además de una capacidad de matices infinita.

Si no me falla la memoria, no conocí a Johanna hasta 2010 o 2011, cuando se empezó a rumorear que salía con Tuomas Holopainen de Nightwish. Tuomas es uno de los artistas que más admiro y que más me emocionan, por lo que enseguida sentí curiosidad por descubrir quién era ella.

He de reconocer que apenas escuché nada porque, en aquel momento, no era capaz de encontrar demasiada música suya en la red. 
El primer encuentro verdadero con la maravilla que es su timbre llegó en 2014, cuando participó en el proyecto de Tuomas: Music Inspired by the Life and Times of Scrooge. A Lifetime of Adventure, el single promocional del trabajo, alumbra de forma eficaz los matices más bonitos de la voz de Johanna en registros diferentes. Fue amor instantáneo.


La fascinación no hizo sino aumentar cuando escuché el álbum completo, ya que ella colabora en la mayoría de las canciones del mismo. Su voz y su forma de cantar, con esos giros ágiles y precisos, me llevan de cabeza a mundos fantásticos, a Carelia, a la noche polar. Es una voz absolutamente finlandesa y, a la vez, de fuera de este planeta.


Me gusta pensar que me encontré con la voz Johanna de la forma adecuada: mediante un proyecto basado en un personaje de Disney, con todo el peso que Disney tiene en el imaginario colectivo de tantas generaciones y en nuestra concepción de la fantasía y la magia. Era una conjunción perfecta.

Era inevitable que, a raíz de esa revelación excepcional, me lanzara de cabeza a conocer su discografía propia. Me lo puso muy fácil porque, además de ya encontrar disponibles varios de sus anteriores trabajos (Hyvästi, Dolores Haze; Kauriin silmät, Marmoritaivas...), en 2015 publicó Ingrid, que me apasionó hasta el punto de que a día de hoy aún no he sido capaz de dejar de escucharlo entero una y otra vez.
La música de Johanna tiene, sin duda, su sello de identidad; incluso cuando muchas de las canciones no las ha compuesto ella. Pero los temas que trata son absolutamente ella: la libertad, la naturaleza, la fantasía, las relaciones... Y hay algo en el tono que utiliza para cantar sobre todas estas cosas que es tan atractivo como la misma música: Johanna es ligereza, amor por la vida, calma, optimismo, candor. Es sinceridad y todo lo canta desde dentro.



                                        

Y claro. Empecé a ver actuaciones, participaciones en eventos colectivos como el Raskasta Joulua (el festival de Navidad metal del que ya he hablado en otras entradas), versiones de canciones famosas, colaboraciones con otros artistas... Y esos giros, esa paz que su voz transmite siempre y la sonrisa que ilumina su cara cuando canta me robaron el corazón para siempre.




Una de las sorpresas más recientes ha sido Auri: un nuevo grupo que la lleva otra vez a hacer música con su pareja, Tuomas Holopainen, y con Troy Donockley, también de Nightwish. Han definido Auri como la correspondencia entre tres amigos que ven la vida de forma similar. Auri es paz, es magia, es amor y es belleza; y en la voz de Johanna, versátil e inimitable, reside la clave de todo ello.



Algo que me apena con respecto a la mayoría de mis artistas favoritos es que no sean reconocidos a mayor escala. Hay no pocos músicos que sé que, si hubieran sido estadounidenses, posiblemente aparecerían en todas las listas de los mejores de la historia. Y nunca he escuchado a nadie que suene como Johanna, con ese timbre peculiar pero también con el dominio total sobre su instrumento.

Me he emocionado reuniendo los vídeos para hacer esta entrada. Johanna me llega tanto que no sé escucharla sin que se me pongan los pelos de punta, y en la vida no importa nada más que la emoción.

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