lunes, 19 de noviembre de 2018

Pasión =/= Cianuro

Dices que siempre me ves llorando,
sabes que es mi forma de vida:
muestro mi corazón abierto en canal.

Flat Earth, Cyanide



A riesgo de resultar repetitiva, dejad que lance una idea más acerca de la pasión.

La pasión constituye la base misma de la vida. Es la capacidad de asombrarnos y emocionarnos hasta el fondo de nuestras vísceras lo que nos hace estar vivos. Es ese instante de hormigueo incontrolable en el vientre lo que nos ata al mundo.

La yo de la época dorada de mis sueños y mi pasión se imaginaba que el futuro ideal serían unos treinta años con pareja, recibiendo un sueldo como escritora y asentada sin necesidad de buscar piso cada nueve meses. Entre mis ansias irrealizables contaba ir a Japón, ver a HIM en concierto y encontrarme casualmente con Hyde Takarai en un combini.

La yo de la época dorada de mis sueños y mi pasión no tenía ni idea de que la paz, y su característico desasosiego, se encontraban en otros sitios. Que el reto constante de adaptarse a gentes y barrios y alumnos le enseñaría a cuestionarse más. Que a los conciertos se podía ir sola y que, de hecho, sola se disfrutaban de un modo especial. Que los aviones serían uno de sus lugares favoritos en el mundo porque desde ellos se ve todo pequeño y manso y algodonado, y en determinado momento le dejan a uno en otro sitio y le permiten ser nadie o ser alguien o estar o desaparecer en lo nuevo.

La yo de la época dorada de mis sueños y mi pasión no entendía que escribir era algo más que profesionalizarse, que el verso contenía la verdad incuestionable de todos sus impulsos y que la felicidad se encontraba en dejar las decisiones importantes a lo que grita la barriga.


Me moriré el día que no me mueva la pasión, el día que no trabaje para cumplir sueños, el día que prescinda de los impulsos. Me moriré si me levanto y la realidad es sólo una, si no me emocionan profundamente los colores del otoño, si escucho hablar finés y no me arden las entrañas de añoranza por el olor a gloggi. Me moriré cuando no viva vidas paralelas, cuando ningún poema se escriba solo, cuando tenga frente a frente a Plushenko y mi boca no quiera articular: "Gracias. Eres la razón por la que amo el patinaje" o "Gracias. Me has hecho llorar muchísimas veces" o "Gracias. Te he amado desde que tenía trece años" o "Gracias. La yo de la época dorada de mis sueños y mi pasión no tenía ni idea de que las cosas absurdas con las que soñaba podían hacerse realidad".

Me moriré el día que no tenga ganas de volver a aquellos años y decirle a Beatriz: "Oye, que hay otro camino distinto. Sigue pasando por los sitios importantes y te aleja de esos otros que en realidad te habían/s impuesto. Te enseña a ser más fuerte y más abierta, te devuelve la infancia continuamente. Te asusta, te asombra y te libera. Hay otro camino, y ni siquiera te lo esperas. Es un camino de limpieza que va erosionando todos los elementos que no eran esenciales y te deja tan sólo un bolsito de constantes, las justas: los amigos que de verdad te quieren, los momentos que te desbordan de admiración, los paisajes donde puedes decir que no. Vas a cumplir tus sueños. Quizá no de la forma en que esperabas, y quizá alcanzarás algunos muy poco probables y deberás replantearte los que parecían sencillos. No te importará. Será increíble".

También: "Vale la pena vivir".

También: "Ahora, tú. Por enésima vez: ahora, tú. Te toca. La pelota está en tu tejado. Estás viva, tienes las manos manchadas de tinta y haces el amor en la penumbra. Te toca. Estás viva. 

Has amado tanto. Queda tanto por amar".

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Al comentar en este blog, manifiestas conocer y estar de acuerdo con la Política de Privacidad del mismo.