miércoles, 27 de noviembre de 2019

Romero solo

Cómo es el subconsciente. Supongo que le pasa a todo el mundo (tampoco lo certifico; no estoy en la cabeza de nadie), pero una parte importante de mis pensamientos no tienen palabras. A veces, hay cosas que me mosquean y están en mi cabeza, pero me dan tanta pereza que ni siquiera les pongo colores o sonidos; las dejo permanecer ahí, al fondo, haciendo poco ruido pero ocupando espacio igualmente.

Llevo meses sin sentarme a escribir demasiado porque mi cuerpo ha estado agotado manteniendo ahí esa bruma que no quería dejar pasar. Y hoy, por alguna razón, le he puesto nombre.

Decía que el subconsciente tiene sus ironías. Hace un rato, antes de irme a la ducha, me he puesto música en el ordenador. Ya no es tan habitual que lo haga porque me he acostumbrado a recurrir a Spotify, pero hoy quería volver a mi método anterior. La idea era tirar de los discos de L'Arc~en~Ciel y Gackt que no están en las páginas de streaming, pero al final he acabado saturando el reproductor a base de temas de Apocalyptica. Luego he añadido, casi como coletilla, unos cuantos de los Backyard Babies, que siempre me ponen de buen humor.

En fin, que me he ido a la ducha y mientras me desenredaba el pelo ha acudido a mi mente la palabra control. Sonaba Dead Man's Eyes.
El control es el gran factor común de las múltiples preocupaciones que me han acechado últimamente y tengo la sensación de que, mientras mantenía los problemas en un segundo plano del razonamiento y trataba de entretenerme con otras cosas más inmediatas, tampoco me orientaba en ningún caso a analizarlos por ese lado. Pero hoy, mientras me peinaba la melena, he dicho en voz alta: "control"; y las piezas han caído una tras otra.
Me he puesto a cavilar sobre el control que otras personas, circunstancias y situaciones ejercen sobre nuestra libertad de actuación; y también he entendido por qué en tiempos recientes me estoy dejando llevar bastante durante los momentos que me pertenecen por entero, sin dar muchas vueltas a nada. Si me apresan, me escurro. Me he vuelto un poco rebelde ante la autoridad.

De manera que, mientras llegaba a esas vagas conclusiones y enchufaba el secador, por fin el Windows Media Player (sí, soy clasicota) ha reproducido a los suecos y ha arrancado Nomadic. Y la he empezado a cantar y me ha divertido como nunca porque me he dado cuenta de que jamás me había definido tanto y de que hacerme mayor ha ido suponiendo una capacidad y necesidad cada vez más fuertes de autonomía. Y de que soy nómada de muchas formas ya que no sólo no puedo pasar demasiado tiempo sin aventurarme a algún lugar nuevo, sino que mi vida ya no entiende de anclajes fijos y mi cabeza deambula de historia en historia como una neurótica.

Control. ¿Y el control que ejercemos sobre nosotros mismos? ¿Y las barreras que nos autoimponemos? Nos salvan el culo muchas veces y nos hacen medianamente capaces de convivir con el resto del universo, pero después llegan esos instantes en que levantamos el toque de queda y nos dejamos ser; en que entendemos el sentido de estar aquí. Y nos vemos y nos apreciamos por lo que somos.

Así que me quejaré mil veces y encontraré mil aspectos negativos porque así soy, pero qué regalo tan grande es el ser una nómada que no puede detenerse demasiado en ningún sitio. Ser en la vida romero... 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Al comentar en este blog, manifiestas conocer y estar de acuerdo con la Política de Privacidad del mismo.