martes, 24 de marzo de 2020

Ficciones para mantener corduras: cine

Stories of imagination tend to upset those without one, Terry Pratchett.


En tiempos tan raros en que la falta de estímulos externos sólo incrementa el impacto de las noticias negativas, la ficción es clave. Ficción no como escape (quién quiere algo tan banal), sino como encuentro con la parte de nosotros mismos que es capaz de ver más allá, de agradecer todo ese porcentaje de carga vital que no está en absoluto hundido en la mierda, de explorar emociones diferentes a las que tienen que ver con lo inmediato. Ficción como medio para canalizarnos a nosotros en toda nuestra complejidad. Ficción como puerta a la propia identidad.

En estos últimos días, han llegado a mí dos obras que me han inyectado energía pura en las venas. Obras de estas que se han quedado para entretenerme, apasionarme, conmoverme y, en resumen, hacerme feliz. 

Una de ellas me la hizo conocer Magrat Ajostiernos en uno de sus últimos vídeos y también la idea de esta entrada la he sacado de ahí, así que os lo comparto:


Magrat habla, sobre todo, de obras con temática feelgood. Y, aunque no tengo nada en contra, lo cierto es que ese género no siempre coincide con lo que a mí en particular me hace feliz y me ayuda a vivir mejor. 

Así que me inspiro en este vídeo, pero me lo llevo a mi terreno. A lo largo de varias entradas, os voy a hablar de algunas obras de ficción (películas, libros, series, cómics y videojuegos) que A MÍ me llenan el pecho de amor siempre. Algunas serán alegres, otras melancólicas; no importa. La gama entera de emociones es necesaria y contribuye a que nos levantemos y motivemos. 


Hoy nos quedamos con las películas:


-Trilogía de El Señor de los Anillos. ¿Pensaba alguien que no iba a caer la primera? ¡Pues claro que sí! Amo el mundo Tolkien y, se pongan los puristas como se pongan, la trilogía cinematográfica me parece maravillosa y forma parte de mi historia personal. Los escenarios, el elenco, cómo supieron mantener el halo de cuento pese a toda la épica, la banda sonora... Las podría ver siempre sin parar. Son como volver a casa.

-3 idiots (2009). La película con la que conocí a Aamir Khan, una de mis grandes favoritas y un disparo directo al corazón. Es triste y alegre a la vez, está cargada de crítica social desde una perspectiva de ternura y cariño, los personajes son adorables y las interpretaciones abrazan. Es una cinta sobre la amistad, sobre la integridad y el amor por el aprendizaje. Y Rancho, Raju y Farham son mi familia.

-Ariane (1957). No será la mejor película ni de Billy Wilder, ni de Audrey Hepburn; pero hay algo en la inocencia del personaje de ella que me atrapa cada vez que la veo. La historia de amor es divertida y entrañable, con un guión ágil y ocurrente que de paso realiza un retrato precioso de París. También enternece la relación de la protagonista con su padre, en la cual ningún diálogo sobra. Simplemente, me calienta el corazón.

-Descubriendo Nunca Jamás (2004). Me la paso llorando cada vez que la veo, pero es de esas películas que me hacen un poquito mejor persona. Habla sobre el autor de Peter Pan, pero el autor de Peter Pan es casi lo de menos; el mensaje está en la importancia de la fantasía como forma de enriquecimiento personal, de desarrollo emocional e intelectual. Una cinta que es pura magia e interpretada con muchísimo cariño, donde la familia se elige y se cuida pese al mundo.

-Moon Child (2003) y Kagen no Tsuki (2004). Estas dos van juntas porque en bloque las he entendido toda la vida: las películas donde pude disfrutar a Hyde como (mal) actor y que en mi adolescencia devoré más veces de las que podría contar. Moon Child no es buena, eso lo digo desde ya, pero a sus personajes los quiero con mi vida y todo en ella es para mí cariño y nostalgia. Kagen no Tsuki está basada en el manga homónimo (que AMO) y, con sus carencias, representa una historia que en lo personal me emociona muchísimo. Ambas son un lugar feliz y me reconfortan.


-10 razones para odiarte (1999). Una, y otra, y otra vez la veo y no hay ocasión en la que no la adore. Esta cinta es una comedia romántica inteligente, despierta, con personajes llenos de personalidad y actores que se comen la pantalla. Basada en La fierecilla domada de Shakespeare, presenta situaciones y enredos ocurrentes, un guión lleno de energía y escenas inolvidables como aquella de Heath Ledger cantando Can't take my eyes off you y derritiéndonos en la butaca.

-Porco Rosso (1992). Todas las cintas de Ghibli, y en especial de Hayao Miyazaki, tienen algo que las hace increíbles e inolvidables. Pero, pensando en sentirme feliz y confortable, Porco Rosso es una de las primeras que se me vienen a la cabeza. Sintetiza de forma magistral algunos de los temas recurrentes en la filmografía de Miyazaki y puedo empatizar hasta la médula; los personajes son maravillosos, están vivos, son de verdad, y la ambientación es exquisita. Una película para soñar, para amar sin barreras, para reflexionar. Un cerdo que no vuela sólo es un cerdo.

-Bright Star (2009). Absolutamente lugar feliz. Una cinta sencilla, de época, austeniana en todos sus componentes y bellísima en su puesta en escena. Se basa en las cartas de amor de John Keats a su amada Fanny, pero desde las carnes de ésta. Y desarrolla una historia de amor contenido, victoriano, impotente ante la rigidez de la realidad. Me hace sonreír, llorar, ilusionarme y querer pasar el resto de la vida viéndola y leyendo la poesía y las cartas de Keats.

-Sleepy Hollow (1999). No podía faltar algún título de Tim Burton y, aunque dudé con Big Fish, tengo que ser honesta y mi gran fuente de cobijo es Sleepy Hollow. Me gustan muchísimo las historias de amor puro, sin más complejidades, que tantas veces ha llevado Burton a la pantalla; y la química de Christina Ricci y Johnny Depp me traspasa siempre. La cinta tiene infinidad de elementos del Burton más clásico y muchos de ellos también son constantes en mi imaginario personal. Es un beso esta película.

-Pocahontas (1995). Aunque posiblemente no sea mi favorita de Disney, es la película que más vi en mi infancia y también aquella con la que más relación directa he tenido: primero porque inspiró algunos de mis primeros relatos, ahora porque me he convertido un poco en ella y también voy adonde me lleva el viento. Pocahontas me gusta porque las culturas precolombinas me interesan sobremanera, por su protagonista valiente y libre, por los colores, el agua, el contraste de civilizaciones. Que John Smith era un flipado y escribió más ficción que realidad en sus memorias es obvio, pero nos ha dejado un cuento bonito.

-Luces de la ciudad (1931). Nuevamente, amor puro sin más. Una historia entrañable, cargada de sensibilidad al más puro estilo Chaplin: inocente, divertida, colorida pese a estar rodada en blanco y negro. Un Charlot que se come la pantalla con esa mirada inocente y esa sonrisa eterna, una acción que rebosa poesía. Es la película más bonita del mundo.

-Buffalo '66 (1998). De esta os hablé hace poco, pero la voy a llevar siempre encima por su sensibilidad sin límite y su comprensión tan profunda de unos personajes rotos que se curan mutuamente. Buffalo '66 es sus dos actores, excelsos hasta el hueso, absolutamente mimetizados con las personas abandonadas a su suerte a las que dan vida en una road movie muy poco convencional.


-El libro de la vida (2014). La he visto mil veces y las mil veces me ha maravillado. Colorida como México, disfrutona y enternecedora, habla de la amistad a través de los años, del amor, de las vocaciones verdaderas, de la familia con sus decepciones y choques inevitables, del trato que damos a los animales. De la muerte, claro. María es un personaje inolvidable, con su carácter y su fuerza. Catrina y Xibalba son puro deleite y cada fotograma es un despiporre de imaginación. Bella hasta decir basta.


Creo que con esto ya os dejo algunas ideas de cintas que os pueden pintar bonita la cuarentena. Desde luego, para mí misma también tomo nota porque seguro que varias caerán estos días y me mejorarán sustancialmente la situación. 


¿Qué películas son hogar para vosotros?

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