jueves, 11 de febrero de 2021

Para mí misma

No estás tan mal. Es decir, paso la mayor parte de mi vida odiándote, pero en el fondo cuando más feliz me siento es cuando estoy todo el tiempo contigo. Cuando no interfieren cosas externas como las personas o el trabajo. Cuando simplemente decidimos coger el coche y lanzarnos a cualquier lugar del mapa o cuando podemos pasar horas leyendo sin preocuparnos por nada. Soy, y eres, una vaga por naturaleza y gracias a Byung-Chul Han a las dos nos parece hasta guay porque es del esparcimiento de lo que más felicidad y realización personal se puede obtener. Odias trabajar y no lo harías si cobraras sin hacerlo; aunque a veces te viene bien tener unos horarios.

Pase lo que pase mañana, y me comporte como me comporte contigo (te odie cuanto te odie), en el fondo te aprecio y me gustas. Una vez leí que es más importante que alguien te guste a que lo quieras; yo no te quiero tanto, pero muchas cosas de ti me gustan y me enorgullecen.

Me gusta cómo no necesitas a nadie, aunque ahora mismo te sientas tremendamente sola y pienses que pagarías lo que fuera por un abrazo de verdad. 

Me gusta que eres buena, creas lo que creas. Puedes no ser muy lista, no tener verdadero talento en nada, no poner el corazón en lo que haces, no tener carácter ni saber ponerte por delante, pero eres buena. Aunque tengas pensamientos maliciosos, aunque a veces hagas cosas malas, el fondo es bondadoso. Creo que con los años he llegado a valorar la bondad como ninguna otra cosa. Y, aunque no siempre lo veamos, tú eres buena. Aunque no sirvas, aunque no des la talla, aunque resultes patética a casi todos los niveles y a nadie puedas gustarle por esta misma razón, tus sentimientos son buenos y eso no lo puede cambiar nadie. 

Me gusta cuando vas por el mundo enamorada de cada rincón. No sé por qué te enamoras así de los sitios y no dejas espacio a las personas, pero me gusta. Me gusta tu mirada detenida en el mundo, en la naturaleza, en los animales, en la arquitectura. Me gusta cuando se te llenan los ojos de lágrimas (demasiado a menudo) porque te emocionan los sitios o las historias.

Me gusta que aparentes una fachada de seguridad maciza mientras en el fondo te matan los nervios a cada paso que das. Es satisfactorio ver cómo muchos te encuentran de primeras fuerte y segura, aunque quién sabe qué van pensando a medida que te conocen porque eres, efectivamente, patética.

Me gusta cómo escribes a veces. No siempre que lo haces y tampoco es que lo hagas mucho, pero a veces hay textos a los que vuelvo y me hacen enamorarme de ti.

Me gusta cuando trivializas y te ríes de todo, cuando eres easy-going y te dejas llevar por el buen humor. No lo haces siempre, de hecho sólo eres así cuando te sientes en confianza, pero es guay. Me acuerdo de aquel bus a Manzanares el Real o del avión a Dir en Grey y no sé por qué Abel es denominador común, pero es genial cómo te ríes y banalizas todo en esas ocasiones. Es tan fácil distinguir con quién te sientes cómoda. Con los que no, eres seria y no sabes qué decir ni dónde meterte, estás callada todo el tiempo. Debes de resultar un hueso, por eso es guay cuando no eres así.

También me gusta cuando te obsesionas, aunque al mismo tiempo a las dos nos genera un poco de ansiedad ser conscientes de que las obsesiones se diluyen y pierden su fuerza con el tiempo. 

Me gusta cuando te acuerdas de conversaciones, situaciones o lugares que nadie más recuerda. Sé que te sientes un poco triste y frustrada porque crees que das más importancia que otros a esas pequeñas cosas, pero lo cierto es que me gusta que tengas ese nivel de consideración. Es una bobada y no hay competición, pero me gusta que recuerdes más.

También me gusta cómo haces borrón de las cosas negativas y no te acuerdas de casi nada. No podrías contar con coherencia ninguna de tus historias de decepciones y eso me encanta. A la mierda todo eso.

No estás tan mal. O sea, sí hay muchísimas cosas de ti que lo están, pero en general también hay mucho salvable. Supongo que debes a tus amigos el darles un voto de confianza, como mínimo. Quizá sean etapas. Hubo unos años tan buenos que de repente volver a lo de antes es muy decepcionante. Para mí y para ti.

Pero eso, que se salvan varias cosas que a mí me gustan y gustar es más importante que querer. 

Pase lo que pase mañana, o cuando sea, tengo todas estas cosas que me gustan de ti. Quiero poder agarrarme a ellas para estar en paz en algún pequeño rincón de nosotras. Voy a intentar no perderlas de vista, ni aunque me pueda la pereza. 

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