Venga, que yo puedo. Me está costando la vida sentarme a escribir esta entrada, y mira que un texto en formato "Favoritos" es lo más anodino y menos trabajoso que se puede redactar. Pero llevo una temporadita un poco desganada de "hacer", creo que consecuencia de la sobredosis de estrés que me genera la burocracia en el trabajo; y con necesidad de "estar", sin más.
Como siempre cuando llegan estos períodos, toca obligarse un poquito, aunque no sea a grandes cosas. Así que aquí vamos con la primera entrada de Favoritos de 2022, que no sé decir a priori si viene o no potente porque no recuerdo nada de los dos pasados meses, así que me toca ir a redes (Filmaffinity, Instagram, Lastfm...) e ir descubriéndolo junto con quien me lea.
Cine:
¡Ah, sí! Que he vuelto a las salas de cine. Sé que el año pasado ya fui un par de veces, pero este arranque de 2022 he ido otro par. Y espero continuar, aunque no haya demasiados títulos que me atraigan. Pero el mero hecho de estar en el cine con ningún otro estímulo que la cinta en gran pantalla me hace ilusión. Lo de ver cosas en casa está bien, pero como que me he acostumbrado a hacerlo mientras juego a Uno en el móvil o recorto materiales para el colegio. Y echo de menos lo que mola, simplemente, ver una película. Así que, aunque me han parecido bastante meh tanto Muerte en el Nilo como Belfast (ésta mucho mejor que la primera), pues la experiencia me la quedo.
Pelis que sí me han encantado:
-Carol (2015). Le tenía muchas ganas y por fin, durante las vacaciones de Navidad, me animé a ponérmela. Tiene algunos estereotipos e idealizaciones un pelín esquemáticos, pero si uno se deja llevar resulta maravillosa. Las interpretaciones de Rooney Mara y Cate Blanchett atrapan, su relación está retratada con delicadeza y las reflexiones sobre el machismo social y la maternidad me parecieron muy acertadas sin caer ni en moralejas ni en un excesivo melodrama. El final es un poco Disney, pero tampoco le pido otra cosa a una película navideña. La cinta es cálida, me emocionó y me dejó con ganas de volver a verla, y eso es una victoria.
-Wild Rose (2018). Una suerte de Frances Ha escocesa, esta película de Tom Harper nos cuenta el proceso por cual una joven con una vida muy desordenada hace las paces con el hecho de que tiene dos hijos de los que no quiere ser madre. Es un continuo tira y afloja entre lo que Rose, la protagonista, desea de su vida; y lo que el deber le impone como madre de esos niños. Una permanente dicotomía entre los sueños y las certezas. Es bastante realista y consigue que a ratos estemos a tope con el sueño de Rose y en otros momentos nos parezca una absoluta irresponsable.
Una película que analiza el machismo estructural, así como los comportamientos del pueblo como masa a merced del poderoso. Una película que fascina a la par que agobia, que no se puede ir de la memoria por más que pase el tiempo. Una cinta totalmente atemporal y rompedora en el contexto en el que se gesta, provocadora, explícita de la forma menos explícita posible, como un viaje de LSD.
Hay un par de cosas que sí han envejecido: el retrato de la sexualidad exclusivamente por medio del pene (en una masculinización del placer que resulta paradójica dada la historia que estamos viendo), y cierta romantización de la violación. Sin embargo, son cosas que no le restan mérito alguno a esta película, sin duda de culto, que camina a pasos agigantados.
La secuencia final es, sencillamente, maravillosa. He visto pocos finales más apoteósicos.
Resumen: VEDLA. Aunque sea una vez en la vida. Obsesionaos para siempre.
Trigger warning: hay VARIAS violaciones.
P.D.: Lo guapísimo que es Shota Matsuda y lo que pierde cada vez que lo quieren mostrar como tiarrón medio desnudo y es un tirillas. Y en esta ocasión también me ha parecido guapísimo Shosuke Tanihara, en plan guau.
-Rebelión en la granja, de George Orwell. ¿Es mi primer George Orwell? Es mi primer George Orwell. Así de incultos somos por aquí. Quería empezar con algo "ligero" y no lo ha sido, aunque sí lo ha sido. Es que es muy difícil explicar lo genuinamente BUENO que tiene que ser un escritor para en una novela de menos de 150 páginas y redactada con un estilo directo y sencillo, en forma de fábula de animales, pueda haber abarcado todos y cada uno de los aspectos que hacen de un totalitarismo (cualquiera de ellos) un arma tan peligrosa y fácil de colar en los estrados. Por medio de un cuento de animales de granja, nos habla del pueblo como masa vulnerable y manipulable, del tirano que se aprovecha de una causa justa para imponerse como un héroe, de las pequeñas cosas que se van alterando en la memoria colectiva hasta resultar indescifrable dónde se encontraba la verdad. Habla de la prensa, de la oposición y su precio, del aborregamiento, de la figura por norma pusilánime del dictador. En menos de 150 páginas, con una redacción carente de florituras y desnuda de reflexiones. Una mera exposición de los hechos, uno tras otro, sin más. Una novela absolutamente visionaria y candente en el hoy. Guau. Cómo de bueno tienes que ser para escribir esto...
Cuando anunciaron que este nuevo single de mi diosa y musa era una colaboración con la maravilla de cantante que es Jooyoung, reconozco que estaba esperando un videoclip cargado de tensión sexual entre los dos como su antigua colaboración Erase, donde los shippeé mazo. No ha sido así y la única que desprende sexualidad por cada poro es ella, que se ha lucido en un regreso a por todas: baile dificilísimo, voz perfecta siempre, una presencia de diva total sobre el escenario. Adoro a esta mujer y me da pena lo infravalorada que está en una industria donde el éxito dura sólo tres años.
-Terra y Averno de Tanxugueiras.
Siempre va a haber algo de ellos, podéis resignaros ya. Jungkook ha sacado su primer canción oficial en solitario, tema de un webtoon, y es una balada preciosa. Digo lo mismo cada vez, pero es que saben dar en el clavo o quizá es que ya mi mente reacciona a los estados de ánimo que impone su música por el cariño infinito que les tengo. Es como si todas sus canciones llegaran en el momento justo. Pues con Stay alive he llorado lágrimas sanadoras y me he sentido muy arropada. Y ya está.
Por eso, me siento orgullosa de haber arrancado el año dándole alguna que otra vueltecilla. Podéis culpar de ello al Entroido, que por fin ha vuelto y yo me reafirmo en que mi versión favorita de él es la rural, la que implica que el sonido del folión resuene entre las montañas como si se hubiera abierto la puerta del Averno.
Este Carnaval lo he pasado entre Vilariño de Conso y Viana do Bolo y me he enamorado tanto de sus Entroidos que ya estoy pensando en volver a verme allí el año que viene. Hay algo en estas celebraciones tradicionales que a mí me agarra a mi tierra como no lo consigue ninguna otra. El Entroido es pura raíz, pura cultura, pura fiesta.
Estos meses, también he hecho algunas otras excursiones, tanto por mi ya pateadísima Costa da Morte, como a las Cíes en Vigo o a la zona de Ancares/Bierzo, a caballo entre Lugo y León (literal: dormí en una estación de servicio en la misma frontera). Esta última excursión me dejó con muchísima sed de volver por esa zona, bellísima a todos los niveles y culinariamente muy satisfactoria. Me enamoré de O Cebreiro, de Las Médulas, de Balboa y de todo a su alrededor.
Deseo poder seguir conociendo bien Galicia (y León, que me tiene engatusada) y viajar un poquito más lejos en cuanto me sea posible (¿adivináis quién pensaba hacer el Transiberiano este agosto?).
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