jueves, 1 de noviembre de 2018

Favoritos de septiembre y octubre


Benditos cambios. Benditos traslados de domicilio y su cansancio y su ansiedad. Este año empecé a trabajar más tarde, las listas se movieron más despacio. Ya pensaba que me iba a pasar el curso de un lado a otro y volví a tener un golpe de suerte: jubilación en Betanzos. Allá que te vas durante el curso entero. No me lo creía.

Buscar piso, traer cosas, adaptarme a los nuevos espacios y tiempos y formas de ser de la gente siempre es duro. Lo comentaba en la entrada anterior: soy una desarraigada. Qué suerte, no obstante, tener a mis padres aquí para no dejarme sola en la odisea de encontrar vivienda de un día para otro y hacer una mudanza mientras asistes religiosamente al trabajo. Qué suerte es no enfrentarme a esto sola. Porque podría, pero no me quiero imaginar el estado mental resultante.

Ya voy amando Betanzos, aunque haya sido un enamoramiento más paulatino que el del año pasado con la magnífica e imborrable Mariña Lucense: la belleza del sitio me tiene loca desde el primer minuto, pero al principio me faltaban el gallego, el campo radiactivo y la pachorra de las gentes de Mondoñedo. He dejado ya de buscar cosas que pertenecen a otros sitios y voy encontrando mi lugar. La villa es preciosa, el Parque do Pasatempo se siente como un punto en el que quiero pasar muchísimas horas y ya soy capaz de distinguir la amabilidad en las formas algo más apuradas de los de aquí. Empiezo a sacar la cabeza del agua, por fin, a un mes de haber llegado.

Han pasado muchísimas cosas en estos dos meses. Además del nuevo domicilio y el nuevo trabajo (Infantil acabará conmigo), he viajado, he conocido sitios y he tomado decisiones basadas en la pura y desnuda pasión. Siento que los treinta me han cambiado y que, desde que los cumplí, les doy menos vueltas a las cosas y me dejo llevar más. Soy más feliz, la verdad.

Favoritos:

Cine


-Después de nosotros (2016). Narra las desavenencias de un matrimonio separado que debe seguir conviviendo y tiene dos hijas en común. Es realista y creíble, los actores realizan un trabajo brillante y resulta muy fácil empatizar con cualquiera de los personajes, con la decadencia del amor y cómo esa ruptura afecta a las niñas. Me gustó muchísimo.

-Ha nacido una estrella (2018). Siendo MUY fan de la versión de los 50 (con unos insuperables James Mason y Judy Garland), tenía un poquitito de miedo, pero me gustó esta reinvención de Bradley Cooper. No es redonda y creo que abre demasiados frentes con los que luego no lidia (la de los 50 cierra todo mucho mejor), pero la banda sonora es buena, la pareja protagonista tiene química y las interpretaciones de él y Lady Gaga son intachables. Eso sí, para mí un ingrediente fundamental de la versión de 1954 es que el personaje de Mason se queda en un segundo plano mientras Garland se come la pantalla; esto hace que el desenlace nos sorprenda más. En la de 2018, para mí, Bradley Cooper es el máximo protagonista siempre y esto le resta efectividad a la cinta.

-El repostero de Berlín (2017). Una de esas historias sencillas, contadas de forma tradicional y sin vueltas innecesarias, pero que transmiten verdad. Habla de dos personas y una pérdida común: Oren, esposo de Anat y amante de Thomas. Ambos, desconocidos para el otro, acaban por vivir juntos el duelo y establecer su propio vínculo. Es una cinta muy poética que reflexiona sobre el amor, la muerte, los choques culturales y algunas tradiciones judías (se ambienta mayormente en Israel).

También he visto Vidas rebeldes (1961) y La librería (2017); aunque tienen sus cosas buenas, no me convencieron.


Libros

History of wolves, de Emily Fridlund. Me lo encontré en el aeropuerto de ¿Barcelona?, ¿Varsovia?, no recuerdo en cuál. Me llamó la atención una sinopsis que hacía referencia al misterio alrededor de una familia y un niño pequeño, y que a la vez reflejaba la presencia en el libro de cierto intimismo y reflexiones sobre la pertenencia al grupo. Para mí, History of wolves es una novela muy poética acerca de la culpa y de cómo todos somos a la vez víctimas y verdugos. Toca temas muy complejos como los abusos sexuales, la negligencia (consciente e inconsciente), modelos familiares y especialmente la necesidad de ser alguien y de significar algo. Está muy bien escrita, mantiene la tensión y a la vez es más que nada una novela sobre los seres humanos. 
Me sobraron pasajes que no aportan nada y son meros clichés, como la historia del novio mecánico de la protagonista, pero por lo demás es un libro muy recomendable.

The summer book, de Tove Jansson. Amo a Tove Jansson, especialmente en sus trabajos para adultos, y estuve gran parte del verano degustando poco a poco esta novela, que al final no terminé hasta septiembre. Es una colección de episodios autoconclusivos que narran las aventuras cotidianas de una niña a cargo de su abuela en una isla pequeña alejada del mundo. Los personajes y el sentido del humor de Tove Jansson son brillantes, la relación entre las dos se desarrolla con cariño y maestría, y las descripciones nos transportan a las islas mínimas finlandesas desde el primer párrafo. Es inevitable volver a los veranos de nuestra infancia leyendo este libro. Es maravilloso.

También leí el tomo 9 de El león de marzo y estoy muriéndome por comprar el 10, y me terminé a marchas forzadas Música de mierda de Carl Wilson: empieza muy prometedor, pero cae en el tedio y la repetición, aunque le reconozco puntos interesantes.


Conciertos y viajes


Aunque ya haya escrito una entrada al respecto, no está de más recordarme a mí misma lo mejor de estos dos meses: una escapada brevísima a Varsovia (nunca había pisado Polonia) para ver a Dir en Grey. El concierto fue una realidad paralela, desaparecer y diluirse en la música y en las emociones desnudas que pone Kyo sobre el escenario. Lloré, canté, salté y al salir me dolía la cara de tanto sonreír. Fue muy corto, pero me he traído una baqueta (y el recuerdo de un baquetazo en la cara) como testigo de que sucedió. Mis amigas y yo estamos haciendo un bote común para volver a verles juntas y me muero de ganas de que ocurra.
Varsovia fue un regalo. La temperatura era perfecta (fresca, pero agradable; estuve bastante rato en la calle por la noche y no me faltaba ninguna capa), las calles están llenas de árboles y parques inmensos y la zona histórica es bellísima. El polaco me engatusó con su parecido inevitable al checo: era capaz de deducir el significado de muchas palabras por culpa de éste. Estuve en un mercado de abastos enorme y auténtico, comí una carne deliciosa y aprendí a moverme con soltura en el transporte local (muy eficiente y económico). Me enamoré de la arquitectura y los cementerios y me muero de ganas de regresar.

Más allá de eso, estoy conociendo poco a poco la provincia de A Coruña. Nunca había estado en Betanzos y es una villa de las que desencajan la mandíbula. Aparte, ya he podido visitar un poquito Oleiros, Sada y sitios en los que he caído más de paso como Melide u O Burgo. También A Coruña, que conocía de muchas veces muy apuradas; a paso lento, me tiene conquistada con su arquitectura modernista, su zona vieja muy gallega y sus muchas oportunidades. El coruño, ya si eso otro día. 


Música

Sin alargarme, canciones que me han obsesionado estos dos meses:

-Ranunculus de Dir en Grey. Yo ya estaba en otro mundo durante todos los temas anteriores que sonaron en el concierto, pero Ranunculus me puso los pelos de punta, me clavó al suelo, me dejó sin aliento. Es deshacerse y recoger los pedazos con manos temblorosas. Es encontrarse. Es fluir. 


-Hoy la bestia cena en casa de Zahara. Me parece TAN valiente sacar un tema como éste, con ese vídeo lleno de símbolos y con un ritmo pegadizo para contar cosas tan duras. No estoy de acuerdo al 100% con la posición de Zahara acerca de los vientres de alquiler, pero me fascina que se haya atrevido a opinar de esta manera.


-Nina cried power de Hozier. QUÉ LARGA SE HA HECHO LA ESPERA, POR DIOS. Y qué felicidad me ha traído su regreso. Lo adoro y esto que ha hecho es maravilloso, nada que añadir.


-Quizás de Agoney. Qué cosa tan adictiva de tema, de voz y de puesta en escena. Me fascina que Agoney haya tirado por este estilo, me encanta el baile pese o precisamente por lo simplón y en fin, que en bucle me la pongo.


-Thunderclouds de LSD (Labrinth, Sia y Diplo). El videoclip me flipa, pero es que la canción es maravillosa y sus voces me encantan. Soy una incondicional de Sia, es una artista increíble y estoy muy expectante ante nuevas colaboraciones.


-Entangled de Árstíðir. Tenía este grupo acústico islandés por ahí metido en mi Spotify y me he enamorado muchísimo del sentimentalismo de esta canción, con esa pronunciación tan peculiar y la voz tan bonita del cantante.




Otras cosas favoritas: me he tatuado, fruto de la pasión más pura y absoluta. Ya había tenido una revelación similar hace tres años, cuando pisé Finlandia por primera vez, pero no encontré una idea que me convenciera. (Años antes, me iba a tatuar en Madrid algo relacionado con mi libro favorito y me eché atrás por miedo). En esta ocasión, salí del concierto de Dir en Grey SABIENDO que me tenía que tatuar algo al respecto. Y, bueno, aún se está curando y no luce todo lo bonito que será, pero esta vez había que hacerlo y me he demostrado muchas cosas a mí misma. Los treinta son los que me han hecho cambiar el chip que me detenía en muchas ocasiones y estoy encantada.


Me he tatuado uno de los bajos más representativos de Toshiya. Primero, por Dir en Grey y lo que su música significa para mí; luego, por Toshiya como ser humano, como bajista (por él -y por Tetsu de Laruku- me enamoré del bajo eléctrico, mi instrumento favorito). Viene a ser un símbolo precioso de esas escapadas a lo loco por cumplir un sueño: Varsovia, Londres en 2015 cuando los vi la primera vez, pero también mis viajes en solitario con el miedo que me daban antes, salir del concierto de despedida de HIM en Madrid y decidir volver a verles donde sea o escaparme a Helsinki por experimentar un Raskasta Joulua. Me encanta mi vida y este tatuaje me lo recuerda todo el tiempo.
and Zero es el título de un tema instrumental del disco Arche. Cuando volví a España tras ver a Dir en Grey en Reino Unido en 2015, me puse a leer entrevistas y vi que Toshiya decía en una de ellas que esa canción le encantaba. Y, aparte de ser un temazo, me encantó el concepto: and Zero, vuelta a empezar (la historia de mi vida adulta), resurgir, ser simplemente presente. De hecho, aún hoy tengo de nick and Zero en mi vieja cuenta de Twitter.

No me duele nada que me eleve, ni siquiera el hecho de haberme tatuado. A ver, físicamente sí que ha dolido (soportable, salvo la agujita esa tan fina con la que me dibujaron las cuerdas), pero ¿y la liberación de dar por fin un paso que llevaba años en espera? ¿Y lo guay que es amar cosas, sitios, personas?

También se ha casado mi mejor amiga. ¿Hola? Qué mayores somos. Es verdad que hace años que es como si estuviera casada, pero fue emocionante estar allí con su familia y amigos de distintos países para celebrarlos a ellos dos como las personas y pareja increíbles que son.

2018 no decepciona, y todo apunta a que noviembre y diciembre también van a tener muchas experiencias buenas. Si queréis vivirlas conmigo, aquí estaré contándolas.

¡Próspera noche!

1 comentario:

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