sábado, 28 de diciembre de 2019

Favoritos de noviembre y diciembre


No engaño a nadie: LO MEJOR DE ESTOS DOS MESES HA SIDO ALTER BRIDGE. Así, en general y sin matices. Su misma existencia. Haberles conocido, haberles visto en directo y haber sido empujada y arropada por su música. BUA.

Alter Bridge es una de las mejores cosas de 2019 para mí. No puedo ocultarlo. Hacía mucho que no me obsesionaba así con un grupo, ni recuerdo cuántos años hace que no me ponía una discografía entera en bucle y tan a saco. Me echaba de menos en este estado, así que por mi parte ninguna pega. El único problema es que a saber cuándo vuelvo a verles en directo y ME MUERO POR HACERLO, ME MUERO POR QUE REGRESEN YA.

AY.

Vamos a calmarnos todos un poco, ¿sí? Vamos a respirar hondo y ver más allá, que no todo va a ser Alter Bridge. De hecho, casi voy a dejar la música para el final...

Favoritos:


Películas


-Utoya, 22 de julio (2018). Entre la cantidad desmesurada de sucesos escalofriantes de los últimos tiempos, la masacre de Utoya en 2011 es uno de los que más me han helado la sangre. La forma en que sucedió todo, en un campamento juvenil y a sangre fría, disfrazándose el autor de policía para que lo identificaran como figura de autoridad y lanzándose después a disparar a todo el que pillaba... Uf. Desconfiaba de una película basada en algo tan reciente, pero lo cierto es que esta Utoya es una cinta homenaje que nos habla de forma honesta sobre experiencias concretas de supervivientes de aquel julio de 2011. Los personajes están elegidos con gran acierto, enseñando las distintas caras del shock y del trauma, cómo nuestros instintos reaccionan a la presión y a la separación de la familia. Los personajes no son nadie en específico, pero representan bien a una comunidad de adolescentes cercada en una isla ante un hecho tan extremo. ¿En qué pensamos cuando vemos la muerte tan cerca? La cinta es tensa y durísima, pero preciosa. Un gran tributo a los jóvenes que murieron allí y a los que sobrevivieron y deben cargar con ello en sus mentes.

-Sorry we missed you (2019). Hay películas cuya grandeza reside en que se sienten reales. Los personajes y sus vivencias nos recuerdan a aquel conocido, o a la noticia del periódico, o a cosas que incluso hemos pasado nosotros. La familia que dibuja Ken Loach es normal, podrían ser nuestros vecinos, y como cualquiera se ve ahogada por la precariedad laboral imperante. Tras jornadas interminables que salen tremendamente caras, no les queda energía para seguir siendo familia. Para mirarse y hablar, para estar presentes. Es una cinta demoledora donde se lanzan multitud de críticas, tanto al mundo de los contratos basura, como al trato que damos a una tercera edad cada vez más olvidada, como a la falta de comunicación con los hijos. Tiene un regusto de esperanza que la hace llevadera, pero es dura.

-Un momento en común (2017). Buscando cine finlandés actual, di con el nombre de Mikko Makela y con esta cinta que por lo visto tuvo bastante tirón allí. Sin contar nada del otro mundo ni ser original en ninguno de sus aspectos, es una peli bonita que bebe del tempo y encuadres propios del cine del país. Ambientada en una de esas casitas de madera en medio de la nada donde suelen veranear los finlandeses, es un cruce de caminos donde se encuentran dos personas con sus respectivos bagajes y, por medio del romance que surge entre ellos, se desvelan muchas problemáticas de la sociedad finlandesa: la inmigración creciente, el abandono del rural, la falta de conexión intergeneracional. La familia se analiza como corsé, como entidad que impide a uno ser él mismo, como aquello de lo que muchos jóvenes desean por encima de todo huir. La fotografía, los diálogos, la música... pura Finlandia.

-One Day (Siempre el mismo día) (2011). A veces tropiezas con joyas que no esperabas. Cuando encendí la tele aquel sábado noche en Madrid y apareció en pantalla Anne Hathaway, asumí que se trataba de otra comedia romántica insulsa. Sin embargo, One Day es lo opuesto a lo que esperaba. Refleja el mismo día del año a lo largo de dos décadas, y cómo van avanzando las vidas de dos personas con una conexión muy fuerte. Es una historia de amor, pero sobre todo es una reflexión sobre los tiempos en las relaciones, cómo no siempre estamos en la misma página, cómo a veces debemos crecer por separado para poder tener una historia juntos. También habla de la fugacidad de la vida y de cómo en realidad nada cambia tanto nunca. Hathaway se come la pantalla y dota a su personaje de humanidad y matices. Seguro que vuelvo a verla.

-Puñales por la espalda (2019). Mi gran favorita de estos meses. Estoy living con Ana de Armas, a la cual -como toda España- conocí por El Internado y quien me sorprendió hace un par de años en sus primeras incursiones en Hollywood. Feliz por ella, por su nominación al Globo de Oro y por las oportunidades que está teniendo. Pero es que la película es genial, una especie de relato de Agatha Christie que da cien mil vueltas y no acaba de desenredarse hasta el final mismo; el sentido del humor y la crítica social desde la sorna son maravillosos, Daniel Craig se come la pantalla y la ambientación es exquisita. Con un guión inteligente y personajes odiosos a puntapala, Ana de Armas es simplemente una chica normal, de buen corazón, de esas que no se ven en el cine; y realiza un trabajo muy decente en las mil y una tesituras a las que se enfrenta el personaje, así como transmitiéndonos esa normalidad que no existe en Hollywood. Salí del cine sonriendo y ya la quiero volver a ver.

-Dos días, una noche (2014). Marion Cotillard carga sobre sus hombros el peso de una cinta dolorosamente realista, que retrata la lucha personal de una mujer ante las crueldades del mundo empresarial capitalista y de la falta de empatía creciente. Dignidad individual por encima de la masa atontada, amedrentada, egoísta. La película habla de miserias, de enfermedades mentales y cómo son percibidas desde fuera, de amor, solidaridad, de compañerismo. Grandes interpretaciones y un ritmo acorde a la historia de cualquiera, que toca por conocida.


Libros


Sin duda, el mejor libro que he leído estos meses (y de los mejores del año) es Los asquerosos, de Santiago Lorenzo. Lo tenía pendiente desde su publicación porque el solo argumento me llamaba con fuerza, pero ha sido un descubrimiento maravilloso. Desde el análisis tan cómico y certero que el autor realiza del Madrid actual, pasando por un lenguaje personal e inconfundible, a la cantidad infinita de reflexiones con las que chocamos acompañando a Manuel en su exilio de la realidad. Lorenzo realiza el ejercicio de irse a la nada, a la ausencia casi total de estímulos humanos, y se desvincula de las enajenaciones de nuestra sociedad, de todas esas tonterías que nos contaminan como personas. Y lo hace de forma valiente, consciente de que el mismo ermitaño es tan asqueroso como el resto. El vocabulario que utiliza y su forma de describir son desternillantes, pero el libro emociona y crea también un nudo en el corazón. Los personajes son deliciosos y a Manuel muchos lo vamos a llevar siempre en el recuerdo.


Series


La única serie que he seguido estos meses ha sido La Materia Oscura (His Dark Materials) y me ha gustado bastante. Con el matiz de que no he leído los libros, reconozco que hay cosas que no me han convencido: fundamentalmente, el trato que se da a la relación de humano y daimonion (¿como que me falta que profundicen?); y la coherencia del mundo en el que transcurre esta primera temporada, cuyos distintos lugares geográficos me parecían totalmente desvinculados unos de otros en cuanto a vestimentas, tecnología, estilos de vida... 
Quitando eso, es una serie de aventuras/ci-fi muy agradable de seguir, con una protagonista que sabe llevar la historia (adoro a Dafne Keen) y multitud de elementos y reflexiones para mantener la atención. Aunque el primer plano gira en torno a una niña y tiene ese regusto de serie para todos los públicos, el trasfondo es oscuro y muy adulto. Me interesa especialmente la imagen tan poco políticamente correcta que muestra sobre la maternidad y la paternidad. 
Me han encantado las interpretaciones de Anne-Marie Duff y Ruth Wilson, pero es que James McAvoy en dos segundos se merienda la serie.
Tengo ganas de seguir descubriendo de qué va todo esto.


Viajecillos, conciertos, experiencias varias


Noviembre fue el mes de hacer las paces. De alguna manera, me tranquilicé con respecto a ciertas cosas de mi entorno y comencé a digerirlas. A admitir que no todo puede ser como me gustaría, que a veces toca nadar contra la corriente. 
Estuve más tranquila en mi día a día y hay experiencias que influyeron en ello de alguna forma. El dieciséis, participé en un recorrido literario por el Ferrol de Torrente Ballester; me aportó una perspectiva nueva sobre la ciudad y su carácter y me hizo quererla un poquito más. Volví a recorrer Mugardos y Redes, esta vez mostrándoselos a mi amiga Laura, y regresé por fin a ese punto mágico que es Ortegal. Las consecutivas tormentas no ayudaron a hacer mucho turismo rural, pero aún pude volver a Ortigueira y descubrir de camino sitios preciosos como Moeche o San Sadurniño. 
El puente de diciembre, me fui a Madrid. No la echaba aún de menos porque había estado en agosto, pero siempre disfruto de su compañía. Eva me llevó a Chinchón y me calentó el corazón esa cosa directa y franca de los pueblos de Madrid que tanto me falta a veces. Chinchón se descubrió como un pueblo bonito y ruidoso en aquella época festiva, con una vista increíble de la capital a lo lejos y el sol en su punto.
Vi a Iván y nos encontramos también con James Rhodes, que paseaba casualmente por La Central de Callao. 


El motor del viaje era un concierto que me debía desde hacía bastantes años y al que, por ahora, sólo podía acceder en forma de actuación previa a otro grupo porque en España Shinedown no tiene tanto público. Y lo cierto es que Shinedown me han hecho un regalo enorme, más allá de su propia actuación maravillosa: gracias a ellos, descubrí a Alter Bridge y me enamoré como hacía años (los que hace que conozco a Shinedown) que no me enamoraba de una banda, casi sin poder dedicar mis oídos a ninguna otra cosa en semanas. 
El concierto fue una barbaridad. Shinedown fue irreal y lo viví de tan cerca que asusta pensarlo. Escuchar la voz de Brent Smith en directo es un shock del que aún no me he recuperado. Eché de menos que arriesgara con más agudos, pero qué graves y qué voz poderosa. Qué presencia escénica tan bestia. Qué forma de dirigir un espectáculo y hacer del público lo que quiere.
Alter Bridge me maravilló. Con una actitud completamente diferente, una madurez mucho más relajada, sacaron las guitarras y nos arrancaron las mandíbulas. No sabría por dónde empezar a explicar la genialidad cordal de Mark Tremonti y Myles Kennedy, lo brutal que sonaba el bajo de Brian Marshall o cómo la voz sonaba exactamente igual de perfecta que en cualquier grabación de estudio. Es difícil resistirse a la perfección y ellos son perfectos en muchos sentidos. Son músicos del más alto nivel, tienen un directo que supera los discos y desprenden simpatía y sencillez. Y el talento acompañado de sencillez es un bien escaso que atrapa.
En estos meses también he estado en Salvaterra de Miño, en Vila Nova de Cerveira y en sitios varios del sur de Galicia celebrando las fiestas con mi hermana ya presente. Fui a A Coruña a disfrutar nuevamente del Revolution On Ice de Javier Fernández y casi salgo volando en mi breve incursión por la ciudad.
Fueron meses de fines de semana en casa o paseando bajo la lluvia de Narón, aprendiendo a tragar en algunos ámbitos y comenzando a trazar la línea que todavía no veo clara entre lo que me puedo llevar en la mochila y lo que no debe ni rozar mi tiempo de ocio.

Música

Si soy fiel a lo que dicen mis apps de registro musical, todas mis canciones más reproducidas son de Alter Bridge. Como no quiero ser cansina, os comparto un par de ellos y otras que también han sonado varias veces en esta recta final del año:

-Native Son de Alter Bridge


-Show Me a Leader de Alter Bridge


-Just For de Nickelback


-Leaden Legacy de After Forever


-Nai de Sabela



¡Feliz fin de 2019! 

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