jueves, 4 de noviembre de 2021

Favoritos de septiembre y octubre


He empezado a escribir el título en gallego, y de repente me he dado cuenta. Así está mi vida este curso: maestra en una escuela unitaria de aldea con siete alumnos riquiños pero mucho estrés burocrático, y hablando veinticuatro horas en gallego porque gracias a Dios en esta zona eso todavía se estila.

Lo más curioso es que sigo en la Costa da Morte. Lloré mi despedida de Fisterra en junio, pero no me he ido muy lejos. Hace apenas un par de semanas que cogí el coche un día cualquiera y lo dejé en el pueblo para hacerme el camino al faro, cosa que planeo seguir haciendo de vez en cuando porque Fisterra es un lugar especial en mis recuerdos. 

Lo hablaba el otro día con mi padre: desde que soy interina en Galicia y me muevo por mis propios medios (porque el año de Mondoñedo estaba muy verde con el coche y hasta finales de curso no me atreví a hacer el trayecto entero entre allí y Ourense), he hecho dos años la misma ruta y otros dos otra también igual. Me explico: después de Mondoñedo estuve en Betanzos, y al curso siguiente en Ferrol; mismo recorrido, sólo un pelín más largo en el segundo caso. El año pasado tocó Fisterra y ahora trabajo en Vimianzo; nuevamente, mismo trayecto salvo el último trocito.

Quizá el próximo sea el año de limitar un poquito mi mapa de Galicia para no tener que meterme dos horas y media cuando quiero ir a la casa de mis padres. De momento, me dedico a reflexionar sobre que cuando visité esta zona hace sólo tres años me resultaba novedosa y desconocida, y ahora ya me siento parte de aquí. No creo que pueda no ser un absoluto Favorito el haber pasado dos cursos de mi vida en este rincón del planeta.


Vamos con los Favoritos de este mes:


Cine

-God's daughter dances (2020). Un corto muy sencillo sobre la realidad de una mujer trans en una circunstancia muy particular. Me pareció bien actuado y que se vale de un tono amable y cargado de purpurina para explicar una situación muy difícil.


Series


Sí, seguimos con las series. Me lo dicen hace un año y no me creo que esté consumiendo ficción audiovisual episódica de forma constante, pero aquí estamos. Ha habido dos series a las que he estado muy enganchada; ninguna de ellas es perfecta, pero las dos valen la pena.

-El juego del calamar (2021). Qué original, diréis mientras ponéis los ojos en blanco. Pues yo la empecé sin saber que estaba siendo fenómeno de ningún tipo, por la única y exclusiva razón de que en Twitter era tendencia Alice in Borderland (de la que hablé hace meses) y era porque la comparaban con esta serie coreana. Aunque se puede decir que pertenecen al mismo género, son bastante distintas en tono y en temas. El juego del calamar, que no es más que una competición al estilo Battle Royale, tiene de especial que sus personajes no son adolescentes guapísimos, sino gente de todo tipo y edad que tiene en común la necesidad desesperada de dinero. Introduce juegos infantiles como medio para avanzar en la partida y la combinación de esto y el hecho de que perder es morir resulta de primeras sorprendente e impactante (para mí se pierde muy rápido el shock de los juegos). Por último, me gustó mucho que la serie se centre más en lo que mueve a los personajes que en lo que hacen en el juego; en lo que sucede por las noches que en lo reglado. También tiene una parte muy interesante de crítica social que es bastante extensible al mundo en general.
La mayoría de sus giros y revelaciones eran previsibles desde el primer segundo y hubo cosas que encontré innecesarias y/o difíciles de creer. El final podría haber sido mucho mejor. 
Con todo, no desmerece sus buenas cualidades y la recomendaría a cualquiera a quien le interese el género.

-The Morning Show, Temporada 1 (2019). Que en realidad ya me he puesto al día con los episodios que han salido de la segunda, pero voy a centrar esta opinión exclusivamente en la primera temporada. 
Reese Witherspoon es una de mis actrices predilectas desde Freeway (1996) y tenía este título en espera; quizá me echaban un poco para atrás el concepto de serie basada en el mundo de la televisión y el hecho de partir del movimiento #MeToo. Sin embargo, la primera temporada de TMS se centra en relatar una historia, con sus momentos y su contexto y sus personajes protagonistas: agresores, víctimas, cómplices. Empieza por el final, por el instante de la cancelación pública de un conocido presentador de televisión (la actuación de Steve Carell es muy buena), y narra el desmoronamiento de su mundo y el de todos aquellos que le querían. Me gustó que no cayera en amarillismos baratos y que no perdiera nunca de vista que todos somos humanos. Me gustó que analizara el clima, todo ese entramado de miradas desviadas que favorece que alguien cometa una atrocidad sin ser consciente de ello. Me encantó el retrato de la prensa actual, la búsqueda constante del shock, el periodismo del clickbait y de la verdad edulcorada al gusto del consumidor.
El final de la temporada me resultó torpe y flojo en comparación con todo lo anterior, con una resolución precipitada e innecesaria. Sin embargo, eso no anula el valor de la serie, que por si fuera poco es tan adictiva que casi no podía dormir por seguir viéndola. 
No sé si es necesario que lo diga porque soy previsible como yo sola, pero el personaje de Billy Crudup, Cory, me tiene encoñaíta perdida (Chaos is the new cocaine!). Jennifer Aniston me sorprendió muchísimo con su interpretación a ratos, y en otras escenas la encontré forzada, pero sin duda merece que estemos atentos la trayectoria dramática que le pueda esperar a partir de ahora.


Libros

-Calling a wolf a wolf, de Kaveh Akbar. Lo mencioné en uno de mis Domingos de Poesía y vuelvo a traerlo aquí porque, aunque hubo partes del poemario que no me impresionaron tanto, la primera mitad es sencillamente demoledora. Akbar es sin duda alguien de quien voy a querer leer más porque tiene una voz única y una forma de transportarte a su mundo inmediata. Hay poemas en este libro que me han dejado cicatriz.

-Despertaré en Shibuya, de Anna Cima. Qué maravilla de novela, qué cosa deliciosa y especial. Comencé a leerlo en Francia en agosto, pero apenas había avanzado en el mes de septiembre y por fin me enganché de nuevo en octubre. Despertaré en Shibuya es un libro por y para otakus, por y para amantes de la literatura y por y para apasionados en general. No podía dejar de pensar en mi amiga Mai mientras lo leía. No podía dejar de pensar en nuestra adolescencia fascinadas por la música japonesa y el cine y el manga. 
Es una novela distinta de todo lo que he leído en mi vida, escrita desde la sencillez de la narración de una chica normal, como tú y yo, que cuenta algo tan cotidiano como el enamoramiento de Japón por parte de una muchacha checa y cómo esto la lleva a estudiar Japonología en la Universidad y a dedicar horas y horas a investigar y traducir a un escritor del que apenas ha trascendido nada.
No sé qué es lo que tiene este libro. No sé si es lo fácil que es verme (y ver a muchas otras personas que conozco) identificada en la Jana jovencita que viaja por vez primera a Tokio y se deja un trozo junto a Hachiko. No sé si es lo normal y a la vez apasionante que resulta que el grueso de la novela no sea más que unos universitarios apasionándose por un tema y dedicándole todo su tiempo. No sé si es la facilidad con la que la autora consigue que nos enamoremos de todos ellos, o la forma en que Praga se respira en cada página, o el absoluto acierto de transcribir fragmentos de la novela japonesa que la protagonista está traduciendo y que se sienta absolutamente como una novela nipona real de la época. 
Despertaré en Shibuya ha sido una lectura mágica, una lectura para mí. Volveré a ella y me reiré mucho de los estereotipos del mundo otaku occidental y me quedaré pensando en las cosas que Jana encuentra extrañas y desagradables de Japón y me sentiré un poquito identificada con algunos fantasmas que vagan por sitios a los que no pertenecen.


Música

Más escuchadas según Last.fm:

-My Universe, de Coldplay y BTS


-La paura del buio, de Maneskin. Me he enganchado tarde, pero me he enganchado bien a estas gentes que sólo tienen veinte añitos pero saben lo que están haciendo y se comen el escenario.


-This is how the world ends de Badflower, EL PUÑETERO DISCO ENTERO porque es todo lo que esperaba de ellos y más. Tengo muy pendiente escribir una entrada sobre este grupo, me están dando la vida últimamente. Mis canciones favoritas del álbum, a falta de madurarlo más, son: Tethered, Stalker, Don't hate me y She knows. UF.



-II - Those we don't speak of, el nuevo disco de Auri. Es una joya absoluta, mucho más absorbente que su primer trabajo, profundamente ambiental y emotivo. Habla de mí, de alguna manera. Habla de mí por completo. Es una delicia. Mis canciones favoritas son: Scattered to the four winds, It takes me places y The duty of dust. Puede que también necesite redactar una entrada sobre Auri, o a lo mejor es el momento de sentarme a explicar lo de Tuomas Holopainen en mi vida.



Viajes


¡Sí! ¡Sí! ¡Seguimos desperimetrados! Cuesta tantísimo creerlo después de lo que fue el curso pasado. Ojalá, y toco madera, no cambien las cosas tanto como para que sea necesario volver a restringirnos. Yo soy feliz con lo poquito que tengo: con las escapadas a lugares cercanos, con los trayectos en coche y los planes más de monte que de ciudad. 

En octubre, aproveché el puente para escaparme con Laura a Portugal. No conocíamos Braga y nos pasamos tres días simplemente dejándonos llevar por sus alrededores, chapurreando el idioma, pateando castros, durmiendo en un monasterio precioso en Amares y escuchando los clásicos de Raphael y Rocío Jurado a todo trapo. Me cagué mucho en las carreteras empedradas cuando las encontraba cuesta arriba, mi amiga casi se queda sin móvil en el Bom Jesus (me tendríais que haber escuchando llamando a su teléfono y teniendo que dialogar con un amable portugués que nos salió al encuentro para devolvérnoslo) y no acerté con los postres aunque sí lo hice con el menú de 3€ en Barcelos.
Portugal siempre es un regalo y cualquier pequeña aventura en 2021 es un milagro.


¡Y esto ha dado de sí el bimestre! Ya sabéis que los inicios de curso siempre son un poquito caóticos por lo que conlleva la adaptación, y en este caso se me ha sumado el tener que realizar las funciones burocráticas que en un centro normal serían competencia del equipo directivo. Todo a pequeña escala, pero igualmente todo. 

Espero que noviembre y diciembre me permitan volver al cine, seguir con las series y especialmente viajar un poquito más; por planes no va a ser, ¡el caso es poder cumplirlos!


Cuidaos mucho y sed felices.

2 comentarios:

  1. De momento no he empezado el juego del calamar por el exceso de saturación mediática, que lo estaban mencionando cada día y,madre mía, desde que los de mi generación nos lanzabamos ondas vitales en el patio de un colegio no había visto tanto alarmismo con una serie de tv.
    Con el coche me ha pasado lo contrario: tras varios años moviéndome a base de transportes urbanos, el último septiembre descubro que no soy capaz de recordar ni cómo se saca el freno de mano. Me veo las próximas navidades moviendo el de casa por las afueras en plan autoescuela..

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  2. @Renaissance Te entiendo perfectamente. Si yo no hubiera empezado El juego del calamar sin ser consciente del bombardeo mediático que había, seguramente no la habría empezado. Tampoco es que te pierdas nada trascendental. Está bien hecha y tiene muchas cosas interesantes, pero no es superior a otras obras del género ni se desmarca tanto de ellas.

    Sobre el coche, mi experiencia es que se recupera bastante deprisa. Cuando lo empecé a manejar en el día a día, hacía años que no lo tocaba. Las primeras veces iba como un flan, pero enseguida me enganché.

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