sábado, 8 de octubre de 2022

A tope y sin bragas con Kento Yamazaki - PARTE 1 (esta entrada ha de leerse en tono EXALTADO)


HOLA.

No es raro en mí que la tome con un actor y me ponga a ver toda su filmografía de una sentada. Es más, no es raro que la tome con un actor de doramas y me lo trague todo, todito; para luego venir aquí a dejar constancia de mi nivel enfermizo de obsesión. 

Con respecto a los doramas japoneses, mi visión sobre ellos ha cambiado desde hace unos años. Quizá consecuencia de llevar consumiendo series niponas desde los dieciséis años (bendita Summer Snow), a día de hoy me veo venir las tramas y me conozco a los personajes desde casi la escena 1. He descubierto que en la ficción japonesa (como en todas) existen muchísimos clichés que se repiten hasta la saciedad y que además su público parece preferir frente a lo inesperado; una especie de "si ya sé que eres un personaje dandere/tsundere/MarySue/loquesea, me siento más tranquilo porque no tengo que hacer el esfuerzo de conocerte" y "si ya presupongo que en la escena final el chico va a echarse una carrera de 27 kilómetros para solucionar en medio minuto lo que no fue capaz de expresar en doce episodios, llevo bien el angst". 

Total, que a día de hoy soy más exquisita, no me veo cualquier cosa. Los doramas japoneses siempre han formado parte de mi zona de confort y he acudido a ellos en innumerables ocasiones sólo para sentirme bien, pero ya no voy dando palos de ciego con ellos. 

Eso, y que en pleno 2022 y desde hace bastante tiempo, ver series que no sean mis ya archivadas como recurrentes me supone un esfuerzo importante. Me canso. Me aburro. Se me hacen largas. No me enganchan.

En síntesis: voy viendo doramas a) si me llama la atención la premisa Y/O b) si sale algún actor que me guste. Muy rara vez pasa que me ponga a ver uno que no cumpla la segunda condición; cuando me obsesiono, la primera me la puedo fumar sin grandes problemas.


29 de septiembre de 2022. Estoy en mi casa, tengo tiempo libre (el fin de semana pasado me la pegué y se me ha quedado un tobillo inútil). Me entran ganas de doramas. Quiero romance. Quiero veranito. Quiero Summer Nude (2013) sin volver a ver Summer Nude. Busco a Masataka Kubota, a quien idolatro desde aquella serie, y no me llama nada de lo que veo en su listado de trabajos.

Me pregunto cuándo sale Alice in Borderland 2 (¡ALERTA! ¡ALERTA! SALE EN DICIEMBRE). Me conformo con cualquier otra cosa que haya hecho en tiempos recientes Kento Yamazaki.

Y no me digáis que no me veíais venir. Todo el mundo sabe, y si no lo sabe es un necio, que mi cuarentena en 2020 me la pasé viendo una y otra vez Todome no kiss. Y todo el mundo debería tener claro también que estoy incondicionalmente enamorada de Kento Yamazaki. 

Pues bien, no llamándome nada de lo que aparecía en la lista, mi siguiente paso fue preguntarle a Google por "jdramas feelgood", a lo que el ya mencionado buscador me ofreció un listado hecho por una persona random, de cuyos 50 títulos sólo hice click en tres. Uno de ellos reunía estas dos características: prometía amor ligero de verano Y llevaba el nombre de Kento Yamazaki. ¿Casualidad? No lo creo.


Y así, entre ese mismo 29 y el 30 de septiembre, me zampé sin pausa los diez capítulos de Suki na hito ga iru koto (2016), que no es un gran dorama, que incluye todos los estereotipos ya mencionados y más, pero me me tuvo enganchada como una tonta por el buen hacer de sus actores protagonistas y porque KENTO ES UN CHEF TACITURNO (y muy borde, de pasarse a veces tres pueblos) QUE VA POR AHÍ ENSEÑANDO HOMBRO Y ME DIO LA SANTÍSIMA VIDA. La serie no sabe lo que quiere ni por dónde tirar, está mal pensada y va dando tumbos en tramas que no generan demasiado interés ni se resuelven bien; la protagonista es una chavala adulta que se comporta como si tuviera 9 años hasta que de pronto cambia de interés amoroso y de personalidad, y en general no es una serie que recomendaría de entrada. PERO hay un momento en que los personajes de Kento y de Mirei Kiritani empiezan a comportarse como un matrimonio viejo que está todo el día tirándose pullas pero luego se pone ojitos de corazón, y a mí esto me hizo generar endorfinas en cantidades ingentes. Me lo gocé, aunque el guion fuera un desastre y supiera perfectamente cómo iba a terminar todo. ¡Ah! Y hay un personaje de alivio cómico que se llama Himura (inevitable pensar en Kenshin) que también me dio la vida.

Consumido en dos días el dorama anhelado (que no resultó tan chachi como Summer Nude, que tampoco es que fuera una maravilla pero tenía alma), se me generó un problema GRAVE: llevaba un par de horas sin tener episodios nuevos que ver y ECHABA DE MENOS A KENTO. Dediqué algunos minutos a contemplar con añoranza su cuenta de Instagram, le dejé algún comentario SOLICITANDO que por fin se estrenara Alice y abrí en el ordenador la carpeta de Todome no kiss, dispuesta a darle el enésimo revisionado.

Y, entonces, saqué fuerzas de flaqueza para plantarme ante mí misma y decirme en voz alta y clara: NO. Un quincuagésimo revisionado NO. Saca agallas y ponte algo nuevo, algo distinto. No seas una maldita cobarde. 


Y aquí estamos. Estoy recorriendo un largo camino de visualización de ficciones inesperadas con el único factor común de que todas están protagonizadas por Kento Yamazaki. Qué piel tan bonita tiene. A ratos no me he acabado de enterar de las cosas porque estaba pasmada (ad)mirándole la piel. 

Total. Que he visto cosas y hacía tiempo que no traía reseñas de cosas, así que me he dicho: ¿por qué no? Ya que las ves, coméntalas. Hace mil siglos que no compartes tus Favoritos y en realidad ha habido varios momentos en que has tenido ganas de hacerlo, como cuando viste Tori y Lokita (2022) en el OUFF y te pareció una bestialidad; o cuando leíste en Alemania Cuando la luna era nuestra de Anna-Marie McLemore y te enamoraste de cada palabra. COMPARTE AL MENOS ESTO, CHIQUILLA. 

Así que al final me he convencido a mí misma de escribir una entrada. No sé por qué últimamente me cuesta tanto y tengo que convivir con la duda. Pero, ya que estamos, conviviré también con la presión autoinfligida y seguiré dejándome caer. No prometo nada más que el intento.

¿Tienes pensado al grano, o es para mañana?

Voy. Inspira, expira. 

He visto (estoy viendo) cosas. 

Además de Suki na, quiero decir. 

Esas cosas son:

-Wotaku ni koi wa muzukashii (2020)

A ver, búsqueda rapidita en Google y la media de las reseñas está en el suspenso. ¿Esperaba algo? No esperaba nada. Por no esperar, ni siquiera esperaba que fuese un musical y, cuando se sacaron de la manga el primer número, me meé de la risa. Como su título sugiere, habla de dos otakus que deciden empezar una relación de pareja; y arranca tan a las bravas, imponiéndonos el encuentro sin ni siquiera habérnoslos presentado, que dan ganas de dejar de verla a los diez minutos. Sin embargo, y no con ánimo de llevar la contraria a la crítica general, la primera parte de la cinta ME LA GOCÉ. Los personajes tienen algunos de los tópicos de los otakus y se ríen de sí mismos, pero al mismo tiempo son adultos, trabajan y se desenvuelven en la sociedad. Uno esperaría que entre ellos sea como más cómodos se sienten al poder compartir sus gustos y así es, salvo que el problema no son las aficiones tanto como el mantener una relación. Creo que nunca había visto en ningún dorama o película japonesa el proceso de establecer cómo va a ser la relación y eso me gustó mucho, además de que Narumi (Mitsuki Takahata) y Hirotaka (KENTO, QUÉ BIEN TE SIENTA UN TRAJE) son personajes divertidísimos, incómodos, diría que al borde del autismo y con mucha química entre ellos. Así que sí, el montaje es un desastre y nada cuaja del todo, pero ellos me encantaron. Los números musicales, quitado el impacto inicial, resultan bastante anodinos tanto en cuanto a las canciones como a las puestas en escena. Hay personajes que diría que sólo están para que luzcan palmito sus actores, como en el caso de Takumi Saito ¿parodiando? La La Land (esta película ha cambiado por completo mi visión de este actor, al que siempre había visto en papeles blanditos y sin sangre, y de repente aquí hace de un señor de esos que imponen muchísimo y te llevan a querer esconderte debajo de una mesa; jamás volveré a pensar que es blandito).

¿Recomendaría esta peli? Si te gusta Kento, sí; está guapísimo y enamora con la cara de póker que mantiene ante todas las vicisitudes de su vida. La película aporta entretenimiento sano y la pareja es entrañable, con lo que no la veo mala opción para esos momentos en que uno necesita algo ligero sin más.


-Atami no sousakan (2010)


Este dorama de 8 episodios fue la siguiente parada y seguramente no le habría dado nunca la oportunidad porque Kento era un bebé (16 añitos, su primera serie) y su papel es relativamente pequeño, PERO está protagonizado por Joe Odagiri y CHIAKI KURIYAMA. Que ya es raro que no lo hubiera visto antes, dado que siempre estoy pendiente de si Chiaki hace algo interesante. O a lo mejor no me llamó en aquel momento, pero me lo saldé cuando en 2011 me gocé Himitsu chouhouin Erika, también con ella en un papel principal. 

Pues, contra todo pronóstico, Atami es lo más interesante que he visto hasta ahora en esta maratón. También es lo más absurdo.
Y es que la sinopsis habla de un autobús desaparecido con cuatro chicas adolescentes en él, y una piensa en historias crudas, drama, suspense... y va, y se encuentra con una comedia que ridiculiza las series de investigación con los gags y recursos más tontos que se le han ocurrido al tiempo que FILOSOFA SOBRA LA VIDA Y LA MUERTE y, con todo, ¡funciona! Nunca había visto nada similar, y es que coge un hecho que se supone traumático para toda la comunidad en la que sucede (una pista: NO) y arranca una sátira disparatada pero que se toma en serio a sí misma, que no cae en exageraciones y se mueve muy bien entre el no dejar de ser una historia de suspense (que aguanta hasta el final), pero querer burlarse de cómo en las series de detectives se sacan hilos de los que tirar de la nada o se llega a conclusiones en base a un nivel de razonamiento que parece sobrepasar con mucho las capacidades humanas. 
Aquí, a nadie le importan una mierda las chavalas, todo el mundo está compinchado en un montón de cosas extrañas y los policías van vestidos de sheriffs del Oeste estadounidense.
Me encantó la química entre Odagiri y Chiaki y me perturbó un poco que sexualicen a Kento, que era un crío (muy bonico) por aquel entonces. La ambientación me resultó chula, es Japón a la vez que no lo es, como si Atami del Sur estuviera en otro continente (o en otro plano, guiño guiño); y la banda sonora trasnochada sumó mucho. No sé cómo tuvieron los santísimos coj**es de alargarla 8 episodios, pero lo hicieron y me lo pasé muy bien.


-Orange (2015). 


En medio del visionado de Atami, una mañana me animé a ponerme con Orange, que hasta hace una semana no sabía ni que existía. Me costó un poco darle al play por dos razones: la primera es que el manga (que leí en 2017) me gusta mucho y al mismo tiempo me da muchísima pena, por lo que sabía que, o iba a pasármela llorando, o me iba a parecer un destrozo, o ambas; el segundo motivo es que en general vi que las reseñas le daban una puntuación baja y me temía muy mucho el ya mencionado destrozo.

Decidí no leer ninguna crítica para no ir con ideas preconcebidas y simplemente me senté a dejarme sentir. La historia de Orange habla de un chico, Kakeru (mi Kento), sumido en una profunda depresión y cómo su grupo de amigos se vuelca para evitar un desenlace fatal. La película sigue casi al dedillo los sucesos del manga y, si bien yo misma pensé en su día que esta historia funcionaría como dorama, lo cierto es que como película llega a hacerse repetitiva y habría agradecido alguna modificación o un montaje más inteligente para que no perdiera el ritmo. 
Con todo, la cinta se deja ver y se nota está hecha con cariño. No tiene la fuerza del manga y encuentro muchas causas para esto: las actuaciones no siempre están a la altura, Naho (Tao Tsuchiya) no tiene sangre y sus interacciones con Kakeru se llegan a ver forzadas e incómodas, los personajes secundarios se quedan demasiado en segundo plano y no se llega a entender la profundidad de su amistad, Suwa no recibe el peso tan importante que tiene en el manga (o el actor no tiene ese carisma), falta rellenar huecos no de guión sino de cómo esas relaciones cobran tanto peso para todos ellos.
Aun así, es una película entrañable, que arranca lágrimas y que explica que una persona que sonríe y se muestra bien puede en realidad estar pasando por malos momentos, así como lo importante que es tener una red de personas que ayuden a uno a soportar ese peso. 
No la recomendaría, como si lo haría con el manga; pero, si habéis leído el original, podéis echarle un ojo por curiosidad y algo os va a remover, seguro.


-Obviamente, NECESITABA ALGO MÁS ANIMADO Y DONDE ALIMENTAR MI SED DE KENTO, Y NO OTRO DRAMA LACRIMÓGENO. También necesitaba algo UN POQUITO MÁS RECIENTE y no más cosas de cuando no llegaba a los 20 años. ¡Que es ahora cuando está mejor que nunca! ¡Denme carne fresca!

Así que el siguiente paso fue meditado. Descarté para algún día del futuro (JAJAJA. FUTURO, DICE LA TÍA) unas cuantas series de 2015-16 y me fui a los últimos años. ¿Y qué me encontré? The Door into Summer (2021). ¿Tiene más vidilla? Tiene más vidilla. ¿Es mejor? Uf.


En esencia, se trata de una historia sobre viajes en el tiempo bastante sencilla y que se habría podido llevar muy bien. La secuencia inicial me pareció preciosa, tanto la memoria de vida de un protagonista enfrentado continuamente al abandono, como la parte en que el gato Pete va abriendo todas las puertas de la casa en busca del verano; un arranque poético, calentito, nostálgico. Pintaba genial.
Luego entra un interludio de villanos Disney salidos de la nada con grandes dosis de dramatismo gratuito, y ya después arranca lo que sería el nudo de la película; sólo que, para cuando llega este nudo, ya nos encontramos por la mitad de su duración y todos los acontecimientos se suceden a la velocidad de la luz, con personajes con los que se supone que nos debemos encariñar en sus tres planos de aparición y un carrusel de sucesos que habrían necesitado, bien sencillez, bien minutos.
El ritmo y el tono desiguales son los grandes fallos de la película (¿qué narices le pasa a (casi) todo lo que he visto con el ritmo?), además de que su planteamiento futurista con el tema de los robots resulta casi anacrónico, como si fuera una película producida en 1986. 
Cosas buenas: el gato, el arranque, Kento (TAN PRECIOSO), un Naohito Fujiki al que por primera vez en la vida ¡he notado "envejecido" (envejecido = mejor piel que yo a los diez años, but still)! y que supieron gestionar el "romance" sin caer en todos los problemas morales que me había pasado la cinta entera temiendo que pusieran sobre la mesa (¡GRACIAS!).
Habría funcionado mejor como mini-serie de tres o cuatro episodios donde los personajes nos llegaran a interesar un mínimo.


¡ATENCIÓN! ¡ATENCIÓN!

DETENCIÓN INESPERADA EN ESTA ENTRADA.

No esperaba verme en la necesidad de partir el texto, pero en el momento presente me encuentro viendo más cosas de Kento PORQUE NO SÉ PARAR. De hecho, IBA A PARAR. Iba a ver cuatro o cinco pelis/series y luego sentarme a esperar por lo que se viene en breve, PERO la vida se me sigue complicando y Kento sigue siendo perfecto para lidiar. 

Así que esperad una segunda entrada en los próximos días y ESPERAD UNA TERCERA ENTRADA en los meses venideros porque hay etrenos al caer y también querré contaros cosas sobre ellos. 

Cierro con una recomendación vital de suma importancia: aquello que os dé momentos de alegría, de desconexión, de descanso de la vida, EXPLOTADLO. Es lo que vale la pena.


Chao.

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