viernes, 3 de julio de 2020

Favoritos de mayo y junio


Que no. Que este mayo y junio no son los favoritos de nadie. Pero han tenido cosas buenas y de ellas vale la pena hablar.

El elevado grado de permanencia entre cuatro paredes nos ha obligado a estar con nosotros mismos, a aprender a entretenernos, a consumir ficción. Y reconozco haberles sacado menos provecho, en este sentido, de lo que esperaba: la teledocencia ha resultado ser una mierda y me ha robado mucha energía. Pero, ¡eh!, ha habido cosas.


Cine


-Los muertos no mueren (2019). Mi señora hermana, que sabe que me gusta el cine de Jim Jarmusch, llevaba un tiempo insistiendo en que ésta debía verla. Tiene valoraciones bastante malas y sólo me lo explico si vienen de gente que no conoce al director, ya que es uno de esos actos de autohomenaje donde haber visto otras cintas del susodicho ayuda a disfrutarla. Como decimos en mi familia: es una parsimoniada. Llega el apocalipsis zombi y la gente no hace mucho al respecto; un poco el mundo real, un mundo de zombis. Es una película donde lo que importa es el retrato social americano (aunque aplica en general a la humanidad actual), tan certero y desde un punto de mofa tan ácido y lleno de guiños que yo me harté de reír. Maravillosa.

-A boy and Sungreen (2019). ¿Sabéis esas películas japonesas y coreanas de estilo dorama de los buenos? Pues ahí estaría esta sencilla historia acerca de la familia, donde un muchacho cobardica y apocado busca a un padre del que nunca han querido darle razón. La cinta es más bien una historia de amistad que, por medio de un precioso homenaje al cine como medio de unión interpersonal, reflexiona sobre los lazos que no son de sangre, pero importan más que estos. Las interpretaciones de los jóvenes protagonistas son muy buenas.

-El dolor de otros (2015). Patrick Wang dirige una cinta sencilla, pero cargada de sensibilidad y recursos estilísticos interesantes. Se trata de un retrato familiar donde se nos presenta el trauma inserto en el corazón de todos sus miembros, que no son capaces de arrancárselo ni de compartirlo. Todos los personajes definen su dolor con claridad y es una nueva incorporación al núcleo familiar la que les ayuda a curarse. Girando en torno a algo muy dramático, la película no se regodea en ello, sino que aporta un enfoque optimista, orientado al futuro y centrado en el amor.

-Spotlight (2015). Recuerdo los anuncios en el cine antes de que saliera, las nominaciones a los Oscar y la buena crítica que recibió en su año. Basándose, como lo hace, en la publicación de documentos sobre los abusos sexuales a menores por parte de sacerdotes de la Iglesia católica, esperaba que se lanzara de lleno a este tema y a la crítica consecuente; sin embargo, no lo hace y me parece un gran acierto. Es una historia de periodismo, de cómo se va tirando de distintos hilos, de la forma en que las víctimas acceden poco a poco a compartir sus vivencias traumáticas, de cómo todo un entramado cae pieza a pieza según se van hallando pruebas de algo innegable. Creo que está enfocada de la mejor manera posible, desde el periodismo y los periodistas, que también nos muestran cómo les afectan los hallazgos y de qué modo el trabajo salpica muchas veces su vida personal. No es innovadora ni ofrece nada especialmente destacable en cuanto a la forma, pero está muy bien hecha.

-Sofía (2018). Crítica, en dos partes, a la sociedad marroquí actual, desfasada e injusta, basada en las tradiciones y en la religión, con desigualdades gigantescas entre ricos y pobres, entre hombres y mujeres. Sofía se queda embarazada sin estar casada y se le viene encima la tragedia: las relaciones fuera del matrimonio son ilegales en su país. La película nos narra de forma cruda y realista la noche del parto, el enfrentamiento a la familia, la búsqueda de soluciones. La directora Meryem Benm'Barek es lo suficientemente valiente para no quedarse sólo en la superficie y hacer una reflexión mucho más aguda acerca de todas aquellas cosas de las cuales no es el régimen el responsable, sino que lo son las personas individuales que perpetúan estereotipos y estigmas. La mujer es la víctima principal de su sociedad y Sofía toma decisiones cuestionables para salir a flote en un mundo que va contra ella, dejando por el camino, tal vez, otras víctimas.

-Once (Una vez) (2007). Musical indie del director de Begin again (2013), a la que se parece mucho. Nuevamente tenemos la música como eje central de las relaciones entre los personajes, y una vez más aparecen en escena músicos principiantes de gran talento, pero que no han sido descubiertos. Aunque algunos recursos no son de mi agrado (como la cámara amateur), tanto las interpretaciones como los espacios utilizados transmiten mucha más cercanía y autenticidad que los de Begin again: la historia transcurre en las calles de Dublín, donde nuestro protagonista toca la guitarra y conoce a una inmigrante checa que toca el piano. Homenaje a la música que une, que sana, que reconcilia, que enamora. Las canciones tienen muchísima fuerza y seguro que tardaré en olvidar esa imagen de Markéta Irglová tirando de una aspiradora en Grafton Street, cerca de la estatua de Phil Lynott.


Libros


He leído mucho y terminado NADA más que estas joyitas:

-Samurai assassins: "dark murder" and the Meiji Restoration, de Romulus Hillsborough. De este señor había leído hace años el volumen que recopiló sobre el Shinsengumi, pero en este caso me ha gustado más: la obra anterior incluía demasiada subjetividad para mi gusto. Este brevísimo repaso al final de la era Edo está cargadito de información, mucha de la cual desconocía. Lo fui leyendo a medida que regresaba a Kenshin y la confluencia de ambos fue maravillosa porque me permitió apreciar muchísimos más detalles en el manga de mi vida. Es un libro corto, pero denso por la cantidad de nombres y datos que lanza; también es muy completo y permite hacerse una idea muy clara de lo que fue el Bakumatsu y por qué es la pieza clave para el desarrollo del Japón moderno. Me lo gocé mucho.

-Galicia en bus, de María Reimóndez. De mis descubrimientos favoritos de poesía actual en gallego; la autora parte de distintos recorridos en las escasas líneas de transporte gallegas y reflexiona sobre la sociedad que alberga esa insultante falta de recursos, sobre las sensaciones al ver pasar pueblos y paisajes, sobre la naturaleza nómada de nuestro pueblo. Es un poemario cortito, pero precioso.


Manga/anime


En los Favoritos de marzo y abril, hice referencia a Tsuiokuhen, las OVAs de Rurouni Kenshin a las que regresé tras muchos años. Durante los meses de mayo y junio, me dediqué casi por entero a Kenshin: primero volví a ver el anime hasta el final de la saga de Shishio (lo restante es material ajeno al manga y no me interesa) y después me leí completito el manga. El anime no lo había visto desde la adolescencia y, aunque me volvieron a conquistar la banda sonora y la animación de algunos capítulos, sigo pensando que nunca aportó demasiado. Los primeros episodios son mucho más histriónicos que los de la historia original e incluyen bastante relleno; la saga de Kyoto está bien adaptada (con el grandísimo despliegue de medios del episodio de la partida de Kenshin), pero no ofrece nada que no se vea en el manga y, al revés, a nivel de animación se queda corta.
Total, que me fui al manga y estuve leyendo sin parar día tras día en el televisor, ya que en Narón no tenía los tomos y decidí que la mejor pantalla era la grande. Ya he escrito largo y tendido al respecto y podéis consultar mis entradas anteriores si os interesa conocer mi opinión; pero, sin duda, el manga de Rurouni Kenshin siempre va a ser mi favorito por antonomasia. No ha envejecido nada y, al contrario, ha ganado profundidad gracias a mi mayor conocimiento de sus circunstancias. Es una maravilla.

También he dedicado algunos días a leer lo que está por Internet de la saga de Hokkaido, esa continuación absolutamente innecesaria que surgió años más tarde; está correcto a nivel de argumento, no suma y no resta. El dibujo es otro cantar y me parece que la sobresimplificación a la que Watsuki ha sometido su estilo con el paso de los años supone una pérdida de expresividad importantísima en sus personajes. No es para mí, desde luego.


Excursiones, etc.

NUEVA NORMALIDAD, AMIGAS. Qué invento tan raro. Se puede salir y hacer de casi todo, pero con mascarilla, con distancia y con mucho gel hidroalcohólico de por medio. Florecen los rebrotes y actuamos como si no fuera con nosotros. El mundo está ahí, las vacaciones se avecinan, pero el miedo no nos deja libres de disfrutarlas como nos gustaría.
Eso sí, he exprimido mis últimas semanas en Ferrolterra: las playas de la zona estaban casi desiertas en estos meses y yo me las recorrí muy felizmente. Esmelle-San Jorge, Baleo, Frouxeira, Campelo, Santa Comba, Ares, Cedeira, Seselle... Si hasta volví a Doniños, y eso que no me gusta nada. A los paseos por Narón "ciudad" se sumaron las orillas del mar y los acantilados de la Costa Ártabra.
Uno de mis sitios favoritos de esta etapa es la Batería da Bailadora, en Mugardos: los restos de una fortaleza (de tantas en la ría de Ferrol) que ofrecen una vista incomparable de la bahía y sus municipios. 


Música

Las canciones que más han sonado en mi casa y coche a lo largo de este tiempo han sido:

-Sono koe wa moroku, de The GazettE


-Atlas falls, de Shinedown


-Zakuro, de Dir en Grey


-Pirun musta, de JP Leppäluoto


-Eterne, de Sinisthra


-The end (the stars always seem to fade), de The Warning




Y, con esto y un bizcocho... ¡Feliz julio! Sentidiño, por fi.

1 comentario:

  1. Te han cundido mucho estos meses. No conocía tu blog, me quedo de seguidora y te invito a que te pases por el mío si te apetece.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar

Al comentar en este blog, manifiestas conocer y estar de acuerdo con la Política de Privacidad del mismo.