miércoles, 16 de septiembre de 2020

Favoritos de julio y agosto


Sí, a estas alturas de septiembre. Llevo desde los últimos días de las vacaciones tratando de sentarme a escribir y siendo incapaz. Agosto lo acabé en un estado de estrés importante ante la inmitente mudanza y sobre todo ante la incorporación a un nuevo colegio en unas condiciones de las que mejor no me pongo a hablar. Septiembre ha arrancado con muchas cosas buenas (vivo en uno de los sitios más bonitos que he visto en la vida), pero también con una nueva carga de ansiedad y con muchísima incerteza con respecto a la forma de trabajar. Me siento bastante perdida y ahogada y lo único que está consiguiendo tenerme concentrada son (os vais a reír) unos chavales coreanos que hacen Kpop.

Con todo lo raro de no haber viajado y de haber tenido como principal momento de ocio la visita casi diaria a la playa, el verano ha estado bien. He podido olvidarme un poco del mundo, que era muy necesario este año. He descansado (me doy cuenta de que no lo suficiente), he aceptado sólo los planes que me apetecían y he estado con mi hermana. Ni he leído demasiado, ni he visto demasiado; sin embargo, hay unos cuantos títulos que necesito mencionar y compartir porque se han quedado. 
Lo cierto es que ya he venido comentándolos en las entradas anteriores, pero era el momento de obligarme a escribir y no parece malo que sea por medio de un recopilatorio.


Favoritos de este verano:

Cine


-Gattaca (1997). Fue mi arranque cinematográfico de las vacaciones y me gustó muchísimo. Había oído hablar de ella, pero lo que esperaba era muy distinto a lo que encontré. Me sorprendieron muy positivamente el ritmo pausado y el enfoque humano, alejados de la distopía más convencional. Con interpretaciones hipnóticas (especialmente la de Jude Law) y unos recursos estéticos abrumadores, la cinta reflexiona sobre la amistad, la familia, la superación personal y los límites éticos de la ciencia. Cada secuencia es icónica. Me emocionó mucho y seguro que volveré a verla bastantes veces.

-Go (2001). De vez en cuando, emprendo giras interminables por las filmografías de mis actores favoritos. Yosuke Kubozuka es uno de los nombres que más me fascinan en la interpretación japonesa actual y hacía tiempo que no veía nada de él. Me puse a retroceder en el tiempo y llegué a Go, coprotagonizada por mi también querida Kou Shibasaki y centrada en la discriminación que sufre un personaje descendiente de coreanos en Japón. Además de la enorme interpretación de Kubozuka y de una historia de amor desarrollada con sencillez pero de forma creíble y natural, la película se mueve en torno a la búsqueda de la propia identidad en tierra de nadie; pasando para ello de género en género, desde la acción de su arranque (grande, Taro Yamamoto), coqueteando con la comedia y sin renunciar a un drama realista y sosegado. Muy bonita.

-Diner (2019). Y, al igual que me pongo a investigar a los actores que me gustan, suelo ir de vez en cuando a ver qué están haciendo mis directores. De Diner, de Mika Ninagawa, ya he hablado y por eso no me voy a repetir. Creo que, objetivamente, no debe de ser tan buena como a mí me lo parece (de hecho, en ritmo y estructura me resultó muy rara y tengo ganas de volver a verla por si cambio de idea); pero es que me tiene conquistada, enamorada, encoñadita viva. La estética es del habitual histrionismo de su directora, los personajes son puro manga y la comedia es ácida y deliciosa. Diner representa la clase de cuento moderno que me gusta y la amo.


En un segundo plano se quedarían otras dos cintas que, sin disgustarme, tampoco me encantaron: No longer Human (2019) y María Solinha (2020). De esta última me da pena el desenlace, ya que durante toda su duración había estado viendo, simplemente, una reflexión muy bonita sobre el teatro y quienes lo aman; estaba tan bien que, cuando aparece un giro nada relacionado con lo anterior, a mí se me desmoronó todo lo interesante que le había encontrado. 


Series


NO VOY A HABLAR DE THE 100 PORQUE AÚN NO HA ACABADO, PERO PODÉIS ESPERAR QUE PRÓXIMAMENTE SUCEDA UNA DE ESTAS DOS COSAS:

a) Publique una entrada muy deprimente sobre cómo se han cargado una serie que ha tenido tantísimas cosas buenas.

b) No vuelva ni a mencionarla del cabreo con el que voy a acabar su temporada final.

En verano, sólo he visto una serie nueva y también he escrito ya sobre ella: Followers (2020), también de Mika Ninagawa. Sin ser una obra maestra y cayendo en algunos clichés muy típicos de las series americanas, aun así se las arregla para transmitir la identidad de la farándula japonesa y para hacernos empatizar con unos personajes que intentan salir a flote aferrándose a sus sueños. Tiene algo de dorama y algo de serie occidental, pero sobre todo tiene mucho de Mika Ninagawa y eso no puede ser malo nunca.

En revisionados, entraría Byakuyakou (Journey Under the Midnight Sun), que es un dorama que me ha obsesionado durante años y cuya novela he devorado por fin tras una larguísima espera. Visto justo tras la lectura del libro, me resultó menos interesante que éste en muchos aspectos; pero me gustó mucho comprobar que realmente hubo un trabajo de adaptación, que no se trató de calcar la historia base sino que se buscó expresarla desde un punto de vista distinto. Es un dorama y se le nota todo el tiempo, lo cual es absolutamente positivo; impacta menos que la novela e intriga también menos, pero sigue teniendo fuerza y haciendo llorar. Lo que menos me gustó fue el personaje de Ryouji; me habría gustado muchísimo ver a Takayuki Yamada encarnar al Ryo del libro, pero se trata de dos personajes muy distintos.


Libros y cómics


Es el año de volver sobre las obras importantes y a eso me he dedicado durante este verano. Aunque han caído cosas nuevas, de las que ahora hablo, mi principal lectura ha sido la fuente original de mi dorama favorito; y en manga he regresado tras mucho tiempo a X de CLAMP, que es perfecto y maravilloso lo lea cuando lo lea.

-Journey Under the Midnight Sun, de Keigo Higashino. Ya he escrito una entrada al respecto, pero aún estoy sorprendida por lo absorta que me tuvo esta novela mientras la leía y por su forma y su tono tan especiales. Conocía el dorama desde hacía muchos años y la mayoría de los hechos que se van narrando me los veía venir; sin embargo, Higashino hace algo muy especial con su modo de explicarlos: pone las pistas sobre la mesa y nos permite intuir a nosotros qué es lo que realmente ha pasado y quiénes son en verdad los personajes en torno a los cuales gira todo. Jamás conocemos a Yukiho ni a Ryouji, sin embargo somos bombardeados con información sobre ellos procedente de distintas fuentes en momentos diversos de la vida y eso nos permite confeccionar nuestro propio retrato. Me pareció una novela maravillosa y tengo ganas de lanzarme a leer otras del autor.

-Atelier of Witch Hat, Vol. 5 y 6. No tengo nada que añadir a lo que vengo diciendo de este manga. Es bellísimo a todos los niveles, presenta un mundo mágico original y muy bien construido, los personajes son adorables y la intriga sigue creciendo y complicándose. Muy bien todo.

-La Desaparición de los Rituales, de Byung-Chul Han. Nuevamente, ya he escrito largo y tendido sobre este libro. Byung-Chul Han continúa siendo una voz reveladora y que me despierta ante aspectos de la realidad a los que no les había puesto nombre. En este volumen, saca a la palestra la importancia de la parte ritual de la vida como eje articulador de nuestro bienestar; con la muerte progresiva de los rituales en nuestras sociedades actuales, el ser humano pierde una parte muy central de aquello que le permitía funcionar. Es una reflexión profunda, cargada de matices y argumentos sobre el uso de las redes sociales, las relaciones en el siglo XXI, la absolutización del trabajo... Genial, en su línea.

-Mr. and Mrs. X, Vol. 1 y 2. Que Gambito y Pícara se habían casado y no me habían invitado. Había que leerlos, sin más. No son la repera, pero sí saldan una deuda de años con estos personajes y los lectores que los han seguido; el segundo tomo me pareció más interesante en la exploración de su relación y de todas las frustraciones y miedos contenidos entre ellos a lo largo del tiempo. 

-X de CLAMP. Simplemente quería mencionar otra vez que lo he releído y ha sido durísimo y genial. Amo sus ilustraciones grandilocuentes, sus contrastes de coloración, a sus personajes. Amo que me recuerde quién soy. Es y será siempre uno de mis grandísimos mangas favoritos.



Excursioncillas

Qué raro es un verano sin mi gran viaje del año. Lo he echado de menos infinito, aunque reconozco que creía que lo iba a llevar peor.
La parte mala es que el verano se me pasó volando. Tuve dos meses íntegros, sin oposiciones, y ni me enteré. Se me fueron como si nada. En parte conseguí desconectar y en parte estuve siempre conectada; pendiente de las noticias, del destino para este curso, de mil cosas.


Sí realicé un par de excursiones cerquita. La primera es un poco irónica porque me vine con mi amiga Laura a recorrer durante unos días la Costa da Morte (digo vine porque ahora parece ser que vivo en ella); ya conocía gran parte de ella, pero me encantó volver a pisar Laxe, Muxía, Camariñas con mi Vilán allá en la punta... También descubrimos un poquito la zona interior y pisamos Mazaricos, Ponteceso, Borneiro, Dombate... Fueron días de playa y monte y me lo pasé genial. Hicimos la tontería de hospedarnos en Noia, por lo que nos tragamos muchas horas de coche, pero no tengo nada en contra de ello y además eso me permitió descubrir lo precioso que es Noia. Sitios que también visitamos y yo aún no conocía: Corme, Camelle, Cabana de Bergantiños, Carnota, Ézaro, O Pindo, Fisterra, Corcubión... ¡Unos cuantos! En realidad, en Fisterra subimos a ver el faro y no pudimos parar en el pueblo porque estaba a reventar de gente; nos marchamos de aquí diciendo que se imponía una nueva visita en otoño-invierno, sin aglomeraciones. Quiso la vida que hoy escriba desde mi salón aquí, en Fisterra, mirando el puerto.
Todo fue genial porque los pueblos son preciosos, el paisaje quita el hipo y las playas nos maravillaron. Aguas limpísimas y cálidas, arena fina y poquito oleaje en todas las que no están en mar abierto.


También con Laura hice una pequeña excursión al norte de Portugal. Paramos en mi queridísima Vila Nova de Cerveira y después en Caminha, en Âncora y en Viana do Castelo. Adoro Portugal: su arquitectura, su ritmo, esa cosa de abandono romántico que tiene. Fuimos a una playa muy del estilo ferrolano (las olas daban miedo), visitamos una exposición de arte en mitad de la nada (Arte na Leira, Arga de Baixo), subimos al monte de Santa Luzia y bebí Lipton bien frío. 
Otra pequeña excursión a Portugal me llevó con mi padre al aeropuerto de Oporto, a recoger a mi hermana y de paso dejar caer los ojos sobre la barbaridad de fachadas indianas y modernistas que hay a lo largo y ancho de la nacional.

El resto de julio y agosto los pasé muy tranquilita entre Vigo y Ourense jugando a Pokémon Go, enganchándome a BTS y llorando con X de CLAMP. Pocas quejas, pero espero poder viajar en 2021 o entonces sí que lo voy a llevar regular.


Otros contenidos audiovisuales

El tema de BTS empezó con la cuarentena. Buscando un juego sencillo al que echar mano cuando necesitara entretenimiento, me descargué UNO. Siempre me ha gustado bastante la versión en papel y oye, ahí estaba. Jugué unos meses asiduamente y un buen día me apareció un evento llamado UNOxBTS que permitía coleccionar una baraja especial del grupo, conseguir emojis de los chavales y mil historias más. Con esto me aprendí los nombres y poco más; ni siquiera los distinguía.
Cuando llegó mi hermana, empezó a jugar a UNO en mi teléfono y después se lo bajó en el suyo. Le picó la curiosidad con el tema de BTS y una noche nos pusimos a ver vídeos por si conseguíamos identificarlos. Costó y ahora me pregunto cómo, si son bien distintos y especialitos. 
La música, a priori, pues Kpop genérico; pero los vídeos eran una pasada y las coreos a mí me dejaban hipnotizada. Luego llegaron las cincuenta mil grabaciones que realizan a modo de concursos, viajes, celebraciones, making offs... Y hasta aquí, que estoy todo el día viendo historias de ellos. 
La última vez que estuve así de enganchada a contenido de un grupo así fue... Ni lo sé. No diría ni que fue Super Junior, ya que sí me veía muchas cosas pero no había tanto. Quizá sea ése el problema: hay MUCHÍSIMO contenido, no tiene fin. Y de momento me va bien, verlos perderlo todo en Noruega o irse a pilotar barquitos de juguete al bosque me está ayudando mucho con la ansiedad. Me he enamorado de ellos. Tienen personalidades tan especiales y son tan bonicos que estoy enchochá y les deseo todo lo bueno de la vida.
En realidad, devorarlo todo de algún grupo de forma obsesiva viene siendo mi modus operandi habitual de la adolescencia; no tenéis ni idea de la cantidad de archivos que reuní de L'Arc~en~Ciel a los dieciocho años. Si existía, estaba en mi poder. Muchas de esas cosas ya no se encuentran en Internet.


Música

Según Last.fm, mis canciones más escuchadas del verano fueron:

-Biting my tongue de The Veronicas



-All Ears! de Dark Sarah (ME FLIPA EL SONIDO DEL NUEVO DISCO, TAN CRISTAL OSCURO, Y CON ESE BAJO, AAAAARRRRRGGGG)



-Another Life: Motion Picture Collection, de Motionless in White con Kerli



-30 de Badflower (otro día os explico cómo me pone los pelos de punta la música de este grupo)




No me juzguen. Lo importante es tener cosas que nos motiven, aunque a ojos de los demás sean chorradas tremendas.

¡Sed felices (o, al menos, manteneos a flote)!

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